A finales del año pasado, los países latinoamericanos con mayor flujo turístico celebraron con entusiasmo el notable éxito de la industria del turismo, aunque cabe señalar que el término “industria del turismo” puede ser discutible en algunos casos. Tanto los actores principales como República Dominicana y México, como otros países de menor peso como Colombia, Brasil, Chile y Argentina, se unieron a la celebración.

En el caso de República Dominicana, el ministro de turismo, David Collado, celebró la llegada de los 10 millones de turistas con una recaudación de US$ 10,000 millones en divisas, destacando que este logro fue resultado de la colaboración entre el sector público y privado, así como de la toma de decisiones conjuntas. El país se encontraba en un estado de júbilo, al llegar a dicha cifra en el aeropuerto de Las Américas de Santo Domingo.

Por otro lado, en México, el secretario de turismo, Miguel Torruco Marqués, anunció que la llegada de 75 millones de visitantes rompió un récord histórico y permitió recaudar US$ 30,000 millones, según datos proporcionados por la propia Secretaría. Esta cifra fue motivo de celebración y reflejó el crecimiento, la consolidación y la importancia del turismo en la economía mexicana

En efecto, el triunfo de la revolución cubana frenó la dinámica turística de La Habana, polo central de atracción turística en el Caribe para los estadunidenses. De esta manera, tanto México como República Dominicana invirtieron con el objetivo de reemplazar a la mencionada ciudad cubana, lo que condujo a la creación de dos destacados destinos de sol y playa a orillas del mar Caribe: Punta Cana y Cancún, que se erigieron como baluartes frente a las aguas turquesas de la región. Ambos destinos se han convertido en motores económicos y puntos de atracción a nivel internacional, con un impacto significativo tanto en la macroeconomía como en la microeconomía. Además, han surgido como destinos de migración sin precedentes. En ambos destinos, el turismo ofrece una vía (relativa) de movilidad socioeconómica ascendente, gracias al acceso a divisas y las altas tasas de empleo.

Sin embargo, también enfrentan los desafíos históricos de la región, marcados por las desigualdades sociales. Esta disparidad en la distribución de riqueza es fácilmente observable, con un contraste notable entre el lujoso consumo global para turistas y las condiciones precarias en los barrios o asentamientos donde residen los locales, con deficiencias en servicios básicos como drenaje, electricidad o agua. Estas marcadas disparidades han llevado al sociólogo francés Loïc Wacquant a acuñar el término “parias urbanos contemporáneos”. Este término describe a los residentes atraídos por el crecimiento económico de ciertas ciudades inmersas en la economía global, pero que no logran insertarse ni beneficiarse de manera significativa.

Hoy en día, numerosos textos contemporáneos exploran las ramificaciones de las desigualdades, abordando no solo aspectos económicos, educativos, sociales y urbanos, sino también el impacto en la salud y las enfermedades. Huelga decir que muchas veces son amplificadores conductas socialmente incorrectas – y la indiferencia del Estado que, sin ser culpable, no es un factor de cambio – que se convierten en factores criminógenos (Sanchez, 2020). Para mencionar a Francisco Gutiérrez Sanín, pareciera que bajo prácticas “civilizadas” (turísticas), coexiste un submundo violento y tramposo.

Por esta razón, consideramos crucial llamar a la comunidad a explorar más a fondo el vínculo entre las zonas turísticas y la violencia. La violencia no solo se entiende como un factor criminógeno o de comportamiento antisocial que contribuye a la violencia de género, intrafamiliar, de clase, racial, de orientación sexual y asociada a la desigualdad social, sino que también está enraizada en la “violencia simbólica” de vivir en un lugar con disparidades extremas.

A pesar de que el turismo puede considerarse una actividad exitosa, debemos reconocer que la violencia que genera también debe ser abordada, analizada y evitada. Es por ello que buscamos abordar esta intersección en el último número de la revista francesa Études Caribéennes (https://journals.openedition.org/etudescaribeennes/), con el objetivo de fomentar el diálogo interdisciplinario en el área del Caribe la interseccionalidad de ambos conceptos: turismo y violencia.
Así, se reconoce tanto el proceso de apropiación de tierras por parte de grandes capitales como las situaciones de vulnerabilidad que pueden enfrentar las mujeres en zonas turísticas. Estos fenómenos modifican los paisajes y las dinámicas sociales y de seguridad en destinos turísticos como Cancún, Tobago, San Andrés, Guatemala, Costa Rica y Panamá. Es crucial reflexionar sobre el turismo más allá de las simples estadísticas de visitantes y los ingresos económicos, que son sin duda aspectos macroeconómicos importantes para la economía de cada estado-nación. No obstante, también debemos examinar los costos indirectos e “invisibles” relacionados con el turismo de masas.


Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846.

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