Las series de TV suelen captar nuestra atención con tramas intensas y finales intrigantes. Es el caso de Adolescence (que exhibe Netflix), donde un adolescente es preso acusado de matar a otra adolescente. Eso ocurre ya en el primer episodio y en los siguientes vemos el contexto en que se producen los bullying, negligencias parentales e influencias de conductas radicales exhibidas en redes sociales. La serie está orientada a presentar la responsabilidad colectiva en la formación de los jóvenes y, de cierta manera, quiere reflexiones para combatir o al menos prevenir la violencia. Pero si miramos un poco más allá, notaremos una evocación y exposición de las dinámicas de la maldad, no solamente adolescente y en sociedades como la inglesa, sino también –me retrotrae– entre la sociedad dominicana, donde los factores socioeconómicos, culturales y familiares moldean comportamientos extravagantes juveniles. Vemos cómo los niveles de la maldad suelen expresar con mayor ímpetu la influencia grupal y la intención de dañar, así como la inmadurez emocional –que no es algo necesariamente negativo; de hecho, es parte de un proceso natural de crecimiento y aprendizaje–. La serie refleja un espejo incómodo de aceptar por lo real que es: un retrato de la maldad no como patología individual, sino como síntoma de un sistema que boicotea un desarrollo tolerante del individuo. Me retrotrae al caso de una niña de 12 años que quemó a otra de 9 años, y le causó graves heridas en Santo Domingo Este, que evidenció violencia adolescente, insuficiencia de atenciones sociales y pedagógicas. Lo único difícil de digerir es el romanticismo en el episodio de cierre. Esto significa que en lugar de enfocarse en narrativas exageradas, se alejó de un enfoque que buscara comprensión más realista y práctica, y ganar objetividad, pensar en raíces psicológicas, emocionales y sociales en lugar de cerrar la trama y distorsionar con fantasías y clichés. No obstante, la serie acierta al retratar el entorno social y cultural, y cómo incide en el adolescente, dándonos la idea de que las condiciones materiales y las relaciones sociales moldean la conciencia y el comportamiento humano. Constatamos que la adolescencia no solo es una etapa biológica, sino también, y sobre todo, un producto de estructuras económicas y sociales en las que los jóvenes están inmersos. Está claro en la serie cómo las dinámicas de poder influyen en las experiencias de los jóvenes, con manifestaciones de exclusión, docentes desmotivados, racismo… que limitan la capacidad de empatizar. Vemos cómo las redes sociales son herramientas de humillación y alienación, que perpetúan la marginalidad. l
HHHHH Género: Drama, thriller, psicológico, crimen. Duración: 4 episodios

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