El Beaterio “Establecido en 1530 a cargo de beatas para el recogimiento de niñas y doncellas de todas las edades, españolas y mestizas que andan perdidas por la tierra. Fue el primer Beaterio dominicano de Santo Domingo antes de su traslado para el Convento Regina Angelorum. Albergó a Sor Leonor de Ovando y doña Elvira de Mendoza, primeras poetisas de Las Américas”.
Aunque funciona como un hotel desde hace 15 años, hace tres que el Ministerio de Cultura, le concedió la categoría de museo, ya que todo lo encontrado en el lugar pertenece a la época en que las beatas llegaron al lugar a realizar su misión religiosa. Es el primer beaterio de la isla. El comienzo lo marca la invitación que reza: “Sean bienvenidos a bordo, en un viaje en el tiempo que les transportará en pleno siglo XVI a los inicios de la colonización de la isla.
Se encuentran en el Beaterio, cuya historia es entrelazada con la de Santo Domingo, pocos años después de la llegada de Cristóbal Colón”.
La historia es contada en las paredes del recinto, donde amplios carteles detallan los orígenes y la razón de ser de esta entidad. La parte más antigua está construida en piedras de sillería con muros levantados a base de bloques de piedra de gran tamaño y limpiamente labrados, que se presentan asentados unos sobre otros, en heladas horizontales, con sus juntas verticales perfectamente cortadas.
Es trabajo habitual de cantería, muy frecuente en la construcción de edificios nobles y realizados con cierto poder económico.
Los Beateríos o Beaterios eran casa de religiosas anteriores a los conventos, bajo la supervisión de una orden domínico franciscana. Reunían en comunidad a mujeres devotas llamadas beatas, que vivían según las reglas establecidas por la orden religiosa. Estaban instalados cerca de una iglesia y tutelados por un sacerdote que ejercía de guía y rector. Las reglas de vida, variaban significativamente de un beaterio a otro y las beatas no estaban siempre atadas por cada uno de los votos tradiciones de pobreza, castidad u obediencia. Imbuidas por un espíritu religioso y caritativo, las beatas dedicaban su vida a la práctica del catolicismo y ayudar a los demás. A pesar de la oposición del Vaticano, las beatas eran queridas y apoyadas por sus vecinos.
Los orígenes
Los Beaterios surgieron por falta de aprobación formal de los conventos por parte de la Corona Española, no obstante proliferaron al margen de los conventos, porque los orígenes humildes de estas aspirantes no les permitían pagar las elevadas dotes que se requerían para ingresar en un convento, por esta razón las beatas tenían menos conocimientos intelectuales y teológicos.
Se trataba de mujeres religiosas que se dedicaron a perfeccionar la religiosidad, a servir a la comunidad, dar albergue y educación a niñas huérfanas, mestizas y españolas. La creación de los beateríos fue sancionada por Las Leyes de Indias y estos debían ser visitados anualmente por el virrey o sus oidores.
La construcción
Fue construido en una segunda etapa de la urbanización de la Ciudad Colonial cuando ya se había agotado la piedra española, que lastraba las carabelas, por lo que los constructores de la época, tuvieron que ingeniar alternativas locales. Se pueden contemplar los dibujos naturales característicos de la piedra de coral que se usó.
La parte más moderna de la casa se realizó de mampostería, en su forma más tradicional. Los poyos, ubicados a cada lado de las ventanas de las fachadas, son asientos en piedra, que usaban las beatas para sentarse a orar y leer. En los escritos figura tanto Beaterío, como Beaterio. En los muros del museo, es contada de forma pormenorizada la historia del lugar y de los religiosos que impulsaron su instalación en Santo Domingo, resalta la posición firme y el coraje de sus propulsores, quienes se enfrentaron a la cara más feroz de la colonización.
El museo
En la casa museo se exhiben hallazgos arqueológicos. La restauración de la casa fue realizada a finales de la década de los 90. La vivienda, en un principio era de carácter simple, estaba hecha de mampostería y piedras de varios tamaños a dos aguas, con el paso de la restauración y conservación de la casa fue necesario subirle otro nivel. Durante las excavaciones arqueológicas se encontraron huecos, letrinas de uso doméstico y una cisterna, en la parte trasera de la casa.
Los objetos exhibidos en las vitrinas son bienes arqueológicos encontrados durante la restauración del inmueble. Estas piezas de uso cotidiano, incluyen en su mayoría botellas de vidrio de diferentes usos, tipologías y colores. También utensilios de cocina como anafes, morteros, vasijas diversas y tinteros de diversos materiales. En el museo es también visible una muestra de fragmentos arqueológicos de los habitantes taínos que existían en la isla a la llegada de los europeos, objetos traídos con fines ilustrativos para enseñar las costumbres de los antepasados.
En la parte que ocupa el restaurante del hotel, compuesta por cuatro comedores de cuatro sillas cada uno, cada espacio consta de ilustraciones que ofrecen explicaciones sobre la llegada a estas tierras de la orden religiosa católica conocida como Los Dominicos, fundada por el sacerdote español Santo Domingo de Guzmán, en Tolosa, Francia para predicar el evangelio y combatir la herejía, orden que fue aprobada por el papa Honorio III, el 22 de diciembre de 1216. Explica que Santo Domingo de Guzmán fue canonizado en 1234 por el papa Gregorio IX.
Beatas destacadas
Entre las destacadas beatas de la época colonial figuran, Sor Leonor de Ovando nacida en 1548. Famosa beata, pensionario del Beaterio, del cual fue nombrada Priora, en 1583. Es conocida como la primera poetisa de las Américas y una auténtica voz entregada a la contemplación. Criolla nacida en Santo Domingo, proveniente de una familia acomodada, mujer culta. Se referían a ella en calidad de señora. En 1586 cuando el corsario inglés Francis Drake ataca la ciudad de Santo Domingo, Leonor de Ovando, entonces priora del Beaterio, lideró la huida de las religiosas hacia el interior de la isla. Cuando Drake se marchó, las religiosas tuvieron que vivir de la caridad de sus vecinos durante varios años.
Doña Elvira de Mendoza, nació aproximadamente en 1534. Fue contemporánea de Leonor de Ovando en el Beaterio, enviudó en 1571. Figura como madrina en muchos bautizos de la época, lo que representa un testimonio de su condición de persona de relieve y de vida holgada. Es reconocida como una de las primeras poetisas de América; de su producción artística se conoce muy poco y no queda ninguna obra, sino el título de uno de sus sonetos.
El trayecto
La historia es contada en las paredes del recinto, donde amplios carteles detallan los orígenes y la razón de ser de esta entidad”.