El siglo XXI llega desde su inicio con increíble avance de las ciencias y sus aplicaciones derivadas especialmente para ancianos que cuando infantes transitamos los túneles construidos durante la época colonial por los españoles de la conquista y esclavización de los pueblos nativos que halló el falso profeta de mérito no ganado como descubridor pues encontró asentamientos humanos en todas las islas y la tierra firme que visitó, de gente que había arribado y se había establecido en esos destinos antes que él. Eran algo diferentes en fisionomías y culturas de la prevalente en la Europa de esa época. Aun así, Colón reclamó como “descubridor” en favor de sus empleadores–las coronas de Castilla y Aragón–en nombre de su dios y de su religión,en ofrenda absurda a deidad ignorada por los habitantes de lo “descubierto”.
Todo, tierras y cuerpos y almas, costumbres y cultura, creencias y tradiciones, conceptos, conocimientos y obras, muy distintos a los de la Europa histórica y a la de la época,inclusive el de la Divinidad Creadora, investigados por la Justicia y Ciencia de Dominicos y Jesuitas, en sus crónicas al Poder Monárquico y a la Roma católica infalible,usaron epítetos descalificadores de la condición humana de los habitantes del Nuevo Mundo para definirlos con el uso de una semántica que los calificaba como infrahumanos, a pesar del edicto de igualdad ciudadana emitido por la Reina Isabel de Castilla que los definió como súbditos de la Corona de Castilla. Las crónicas de “grandes” estudiantes e investigadores de las artes, la cultura, la ciencia y las tecnologías indigenistas están llenad de escritos y reportes de religiosos de grandes méritos científicos y pseudo objetivos, cuyas opiniones sobre la sociedad del Nuevo Mundo que Roma no era capaz de entender por su sesgo de considerar como verdad absoluta los textos del Antiguo Testamento, viejo e incapaz de explicar el mundo de entonces, y de negar causalidades objetivas a los textos indigenistas que, con conceptos desconocidos por la religión del europeo, prefirió incinerar públicamente en plaza abierta, como obra del demonio, a mayoría de los textos de los sabios de América, mediante el uso de una incineración pública que desapareció de la investigación objetiva para siempre el contenido documental de los logros de la civilización precolombina en América. Quedaron muy pocos textos de la cultura precolombina, como había en nombre del Dios vengador de esa época que aplicar un borrón absoluto, solo quedan en nuestro mundo nativo del siglo XV y XVI lo que la piratería de esa y posterior época se llevó como botín de guerra.
Queda también de la consideración de esa época y de las anteriores en términos cronológicos, expresados por historiadores y cronistas de todas las consideraciones geográficas, históricas, nacionales, imperiales, y hasta de las élites del conocimiento y la sabiduría. La eterna propuesta de la división de la especie humana como expresión de superioridad de color epidérmico, de una génesis humana sobre otra.