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En una anterior entrega recalqué la importancia, la organización y el orden con que se desenvolvió esta importante graduación en la que entregamos al país 390 nuevos profesionales con los que llevamos alrededor de 6,000 en sus 26 años de existencia. Un interesante discurso tuvo el Orador Invitado, el licenciado Roberto Marcallé Abreu, Premio Nacional de Literatura del año 2015 y valioso egresado de esta misma universidad.
En la referida entrega destaqué las interesantes y profundas palabras de la Lic. Martha Jacqueline Pérez Aquino, quien habló en nombre de todos(as) sus compañeros por haber obtenido el mayor índice académico.
Quiero agradecer muy profundamente el honor que nos concedió nuestra gran amiga y valiosa egresada, también, en el área de ciencias Políticas del Seminario que nos impartió la Universidad de Salamanca, Doña Margarita Cedeño de Fernández, quien escribió un enjundioso artículo en su cuenta Twitter @margarita cdf, del cual extraemos algunos de sus interesantes párrafos:
A todos nos alegró la buena noticia que resaltó este Listín Diario de la graduación de 390 adultos mayores en distintas carreras, destacando el ejemplo de mi querida Alejandrina Lantigua, quien a sus 72 años fue investida como Licenciada en Derecho por la Universidad de la Tercera Edad.
Hace 4 años que invité a doña Alejandrina a visitar lo que era entonces el Despacho de la Primera Dama y “de la Familia Dominicana”, donde compartimos un almuerzo con ella y sus hijos Carlos Francisco, Hamlet Adonni, Alberto Alejandro y Ubaldo Enríquez. En aquella ocasión, festejábamos el ejemplo de superación de doña Alejandrina, quien a sus 68 años se había graduado del bachillerato y había formado una hermosa familia de jóvenes emprendedores, ciudadanos responsables y de bien vivir.
En aquel entonces me emocionó el entusiasmo de doña Alejandrina y la determinación con la que había asumido el compromiso de “ayudar a transformar” la sociedad, como ella misma me planteó. Me dijo que terminó sus estudios de bachillerato motivada con la idea de ser alguien en la vida porque, según su convicción, “los caminos malos no conducen a nada agradable y la educación es fundamental en el hogar y en la escuela, ya que ningún país se desarrolla sin recibir el pan de la enseñanza”. Que gran motivación nos impregnó a todos, renovando nuestro compromiso, convencidos de que con mujeres y madres como ella nuestra semilla de esperanza no caía en el desierto.
Con emoción, me manifestó su deseo de estudiar Derecho. Le dije que contaba con todo mi apoyo. A 4 años de esa conversación, y luego de ver el esfuerzo de esta bella mujer coronado con su título de abogada, ya se imaginan ustedes la felicidad y el sano orgullo que me embargaron y el gran privilegio que sentí por haber conocido el ejemplo de doña Alejandrina.
Hace unos años se publicó un interesante estudio que planteaba que estudiar después de los 60 era beneficioso para la salud. El desarrollo de nuevas habilidades en edad adulta, ayuda a ejercitar la mente y el cuerpo, mejora las relaciones sociales y eleva la autoestima.
El reto de estudiar no es solo de actitud; hay serias limitaciones físicas a vencer.
A los 60 años el cerebro humano ha perdido, en promedio, unas 5 millones de neuronas y el cerebro es más pequeño. Por ello, el estudio en la tercera edad es necesario para someter al cerebro a estímulos continuos que desarrollen nuevas conexiones neuronales y aumento de ciertas áreas del mismo. Asimismo, investigaciones científicas más recientes han determinado que las personas pueden retener cerca del 98% de sus capacidades mentales hasta los 80 años, siempre y cuando en ellas no existan deterioros físicos.
Ha quedado demostrado que el ser humano conserva casi intacta la facultad de adquirir nuevos conocimientos, es decir, el ser humano puede aprender, emprender y rehabilitarse en cualquier etapa de su vida, debido a la maravillosa “plasticidad del cerebro”, descubierta recientemente en la última década.
En un mundo que envejece -el planeta registra un descenso en las tasas de natalidad debido a los avances de la medicina- debemos reflexionar sobre las políticas públicas para la protección de los derechos de los envejecientes y, a la vez, para su inclusión en la sociedad como entes productivos.
En un interesante estudio titulado “Factores asociados a la calidad de vida de los adultos mayores”, se plantea que si a los adultos mayores se les capacita y se les favorece al generar sus propios ingresos económicos, se podría esperar una mejor calidad de vida de los envejecientes.
El Artículo 57 de la Constitución dominicana consigna la protección de las personas de tercera edad, haciendo un llamado a la familia, a la sociedad y al Estado a promover la integración de los adultos mayores en la vida activa y comunitaria.
Para tener los datos en perspectiva, los datos del Censo de la ONE arrojan que entre 2002 y 2010, el grupo de edad que más creció en el país fue el de adultos mayores (un 22.5%), proyectándose que para el 2020 las personas de 65 años o más correspondan a alrededor de un 8% de la población total.
En nuestro país, el ambicioso plan de alfabetización que ha impulsado el actual Gobierno que encabeza el presidente Danilo Medina, ha puesto en relevancia la importancia de seguir definiendo políticas públicas integrales que incidan en la calidad de vida de las personas en tercera edad.
Por primera vez en sus vidas, cientos de miles de personas que no estaban alfabetizadas, ven como se abren ante sus ojos las puertas del conocimiento, lo que resulta en la necesidad de proveer de oportunidades de formación a ese sector de la población.
Gracias a la tecnología, el cuidado y la atención al adulto mayor permite su participación activa en la sociedad, mediante el aprendizaje y la enseñanza a su ritmo y desde sus propios espacios.
Es preciso promover en nuestra sociedad una cultura de promoción y respeto de los derechos del adulto mayor, lo que se conoce como la “cultura del envejecimiento”, en la cual nuestra sociedad respeta y atesora el valor y la experiencia del adulto mayor, a la vez que se provee de un espacio de envejecimiento activo, saludable y participativo.