Tolerancia: respeto a la ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Así está definida esta palabra en el diccionario de la Real Academia Española.
En la edición pasada publicamos una frase de la princesa Diana, que hacía referencia a que el mayor problema en el mundo es que somos intolerantes. Y así es. Particularmente, me di cuenta que me había vuelto más inflexible con mis amigos; que en las redes sociales las personas habían perdido el respeto a la propiedad ajena (porque, aunque formar parte de ellas te expone al mundo, siguen siendo una herramienta personal, con nombre y apellido, en la mayoría de los casos).
Por otro lado, también noté que personas de autoridad asumen el derecho de faltar el respeto a otros, simplemente por considerarse con poder.
La gente ya no repara en ofender al otro. ¿Dónde está el amor?
El bullying, dentro y fuera de las aulas, siendo niños, adolescentes o adultos, es una realidad que nos arropa cada vez más, y como se titula uno de los reportajes de esta edición, es “Una lucha que no se detiene”. Los comentarios atacantes de manera pública referentes a la orientación sexual, al color de la piel, al tipo de cabello; los que van al borde de la manipulación o la intimidación… hacen del que los genera, un practicante del acoso que se busca erradicar ahora más que nunca.
Sin embargo hay esperanza. Para ver el cambio en nuestros colegios y escuelas, en las universidades, en las comunidades, debemos empezar por analizar nuestros actos, y ver de qué forma estamos contribuyendo a esta propagación. Yo, a raíz de esta edición, me comprometo a ser más tolerante, a mirar la vida sin señalarla, a intentar pronunciar –e incluso escribir– únicamente comentarios constructivos; a hacer las pases con el mundo. Vivir y dejar vivir. Te invito a ti a hacer lo mismo.
@AiramToribio