Cada día, bajo el ardiente sol, cientos de vendedores ambulantes aprovechan el cambio del semáforo y el flujo de vehículos y peatones para ofertar los más diversos productos.La lista de mercancías es amplia; va desde los aguacates, mangos, auyama, cargadores de celulares, botellas de agua, dulces, jugos, refrescos y tarjetas de llamada hasta un abanico de opciones. Vendedores entrevistados por periodistas de elCaribe dijeron que esto es su sustento de vida y que realizan esa actividad desde hace varios años porque no tienen otra cosa que hacer.
Eduardo Báez, de 45 años, quien vende aguacates y mangos en la intersección de las avenidas 27 de Febrero y Abraham Lincoln, afirmó que desde el año 1989 se dedica a vender dichos productos en plena vía, con lo que mantiene su familia.
“El tamaño de mis tres hijos se lo he dado vendiendo en la calle”, sostiene.
Dijo que un día “bueno” puede vender entre 2,500 y 3,000 pesos, y un día “malo” de 1,000 a 1,500 pesos. Eso es variable.
Así como él hay cientos de vendedores que concurren a las principales avenidas del Gran Santo Domingo en busca del “sustento de cada día”.
Los vendedores alegan que se dedicaron a eso porque no tenían trabajo, y tenían que buscar “el pan de sus familias”.
A esto se suma la falta de estudios, otro aspecto que influye es la poca oportunidad de empleos que tienen estas personas que se lanzan a las calles en busca del “chelito” para dar de comer a sus familiares.
Virgilio de la Cruz, vendedor de guineos en la avenida 27 de Febrero con Isabel Aguiar, en la esquina mejor conocida como “Pintura”, dijo que se dedicó a esa actividad por la falta de un empleo formal. Para él un día de venta normal oscila entre 1,000 y 1,300, lo que le deja un margen de ganancia entre 300 y 400 pesos. “Yo estoy aquí desde la 6:00 de la mañana y a veces me dan la 7:00 y 8:00 de la noche y estoy aquí vendiendo; tengo que hacerlo porque debo mantener a mis dos hijos”.
A pocos metros, más de una decena de vendedores deben caminar en medio de la vía junto con los carros, las guaguas, los motores, los camiones y hasta los caballos que ponen en peligro sus vidas al comercializar sus productos.
Los vendedores entrevistados están conscientes del peligro que esto significa, “pero hay que hacerlo porque de esto es que vivimos, no hay otra cosa que hacer”, dijo Virgilio.
“Mon”, vendedor de cargadores, baterías y tarjetas para celulares, dijo que con este negocio mantiene a su familia. Trabaja como vendedor en la calle hace diez años y no está capacitado para generar dinero desde otra actividad.
Pero el hecho es que gran cantidad de ellos, los cuales no tienen empleos fijos o fueron despedidos de sus trabajos y no cuentan con ningún grado de estudios, en medio de una de las dificultades económicas que atraviesan, no ven otra opción que la de “tirarse a las calles” a buscar el sustento de sus familias.
Con la esperanza de llevar ayudas a sus hogares hombres, mujeres y hasta niños ofrecen productos a los que transitan, en vehículo o a pie.
Una de las principales razones que influye en este tipo de negocio en las vías públicas es la falta de preparación, que le permita a las personas realizar otras labores, a partir de las opciones que presenta el mercado laboral en la República Dominicana.