En Venezuela la oposición registró sus candidatos pero los ocultó y calló a sus dirigentes. Era obvia esta estrategia electoral para que la fuerza del debate se diera entre el Polo Patriótico (alianza de organizaciones gobernantes encabezadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela -PSUD-) y la fuerte crisis económica, expresada en una alta inflación, prima del dólar dislocada y desabastecimiento de las mercancías demandadas por la población. La oposición organizada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) centró su estrategia en el voto castigo y evidentemente resultó.
Esta estrategia constituyó una lección aprendida por el ejercicio de control que requiere.
Se eligieron 167 congresistas; los nombres de los candidatos de la oposición figuraban en la boleta electoral, pero ocultos para el electorado y al preguntársele en forma individual a uno que otro de los que sufragaron dijeron no importarle porque su voto era de castigo. Así la oposición obtuvo 112 curules, con el 57% de la votación, y el Polo Patriótico gobernante 55 diputados, con el 43% de la votación.
La segunda lección es que el sistema electoral venezolano está “blindado”, tal y como lo calificó el Dr. Leonel Fernández. Se aplican 19 auditorías previas y terminada la votación y la remisión de resultados en cada recinto, se sortean las mesas para seleccionar el 54% de las mesas para auditarlas. Como se sabe, el voto es electrónico capturando las huellas digitales del elector y su identificación documental; los resultados, la transmisión y adjudicación a cada candidato es igualmente electrónico.
El Dr. Fernández fue solicitado por los doce países que integran la Unión de Naciones Suramericanas (@UNASUR) para encabezar como “Representante Especial” la Misión Electoral de esa organización internacional regional. Él, a su vez, requirió que se me designará como asesor.
Esta Misión Electoral estuvo integrada por 40 personas, predominantemente técnicos electorales de los Consejos Electorales de cada uno de los países que forman UNASUR. Lógicamente, nosotros dos éramos los únicos ajenos a la organización regional suramericana.
La tercera lección de buena práctica política lo constituyó el hecho conocido de que la prensa internacional difundió profusamente que iba a haber fraude y de que en Venezuela existía un estado de violencia. No hubo tal situación y el gobierno y su partido, en los hechos, desmintieron a la oposición y a la derecha internacional, así como a la prensa mundial propiedad de esa derecha, cuando reconoció sin pérdida de tiempo el triunfo de la opositora.
Era imposible el fraude, no sólo porque el sistema electoral estaba “blindado”, o por las seguridades absolutas que a nombre de la alianza dio personalmente el presidente Maduro a la prensa y a la delegación de UNASUR, sino por un factor político que caracteriza a los chavistas. Se trata de que ellos afirman que el lenguaje colectivo de los pueblos es expresado en procesos electorales y de consultas como los referéndum.
Que por respeto a esa expresión blindan y honran esos proceso aceptando plenamente sus resultados. Sobre este comportamiento, alegan que ya Hugo Chávez había procedido así y que se trata de una regla de oro de ellos, como fuerza progresista. Este criterio descansa en la premisa necesaria de que la expresión popular sea participativa y transparente.
El espacio lo he agotado, debo seguir en próxima entrega. l