Recuerdo haber conocido a Hugo Chávez cuando era candidato a la presidencia de su país por primera vez. Durante una visita a la República Dominicana fue invitado al Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) para sostener un intercambio de opiniones y conocer sus posiciones sobre economía y política.
Poco tiempo antes había participado en un intento de golpe de estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, por lo cual fue llevado a prisión y posteriormente liberado.
Uno de los asistentes le cuestionaba sus ideales democráticos, cuando por la fuerza había intentado derrocar un gobierno electo por las mayorías. Se justificó diciendo que en Venezuela se requerían cambios a toda costa debido a la pobreza en que el gobierno tenía sumida a gran parte de la población. En esa ocasión mostró una enorme capacidad de comunicación y persuasión las cuales son parte del motivo de que poco tiempo después fuera elegido por las mayorías y logrado mantenerse en el poder por catorce años casi ininterrumpidos.
En sus periodos de gobierno logró reducir la pobreza en su país, tal y como lo confirman los organismos internacionales, pero al mismo tiempo destruyó todo el aparato productivo, provocó un desabastecimiento de productos básicos y una inflación inexplicable en un país de tantos recursos.
Al mismo tiempo, fue solidario con los países no productores de petróleo del área del Caribe y Latinoamérica, incluyendo al nuestro, con el evidente propósito de establecer un liderazgo regional, basado en las ideas bolivarianas, que lo respaldara para enfrentar a los Estados Unidos y sus propósitos denominados por él mismo como imperialistas. Este liderazgo queda ahora vacío y se presenta la interrogante de quién se prestará a ocuparlo.
El petróleo representa el 95 por ciento de las exportaciones de Venezuela. Mediante el acuerdo de Petrocaribe, Chávez concedía financiamientos a los gobiernos aliados y condiciones preferenciales de pago, por lo que los ingresos por concepto de estas exportaciones se ven mermados en detrimento de la economía venezolana.
Sufrió una inesperada enfermedad, cuyos detalles no han sido aclarados hasta la fecha, contra la cual luchó hasta el final. Chávez y su peculiar estilo de liderazgo, el cual quiere continuar desde la tumba, apoyado por unos y criticado por muchos, son todo un caso de estudio.
Lo cierto es que su partida se da en un momento en que la sociedad venezolana se encuentra altamente dividida, sufre de uno de los niveles de criminalidad más altos, además de los problemas económicos ya mencionados.
Se viven en Venezuela unos días difíciles en los que el proceso electoral ya ha provocado enfrentamientos y acusaciones constantes entre el oficialismo y la oposición, encabezada esta por Henrique Capriles, quien llegó a ganar las elecciones del Estado de Miranda a Diosdado Cabello, una de las personas más cercanas al extinto presidente. Los organismos internacionales dan como ganador al oficialista candidato Nicolás Maduro, quien a su vez enfrenta una oposición unificada. Abogamos por un clima de armonía y entendimiento en Venezuela.
De lo que no se tiene certeza es del futuro del acuerdo de Petrocaribe y del impacto que posibles y hasta necesarios cambios en el mismo representarían para los países aliados. Por otra parte, la producción petrolera en Venezuela y otros países se ha reducido, lo que podría redundar en cambios importantes en los precios del petróleo.
Como país, agradecemos la solidaridad venezolana, pero en estos momentos debemos mantenernos vigilantes y empezar a tomar medidas preventivas frente a una situación que traería inflación, grandes presiones sobre el presupuesto, graves problemas en el área industrial en detrimento de la población en general.
En sus períodos de gobierno logró reducir la pobreza en su país, tal y como lo confirman los organismos internacionales, pero al mismo tiempo destruyó todo el aparato productivo, provocó un desabastecimiento de productos básicos y una inflación inexplicable en un país de tantos recursos.
