Hace un año pensábamos que la crisis del país suramericano había tocado fondo. Se veía con claridad que la oposición ganaría con ventaja las elecciones al parlamento, porque la crisis no sólo tocaba a los que más tenían y a los que de una forma u otra se les había confiscado ilegalmente sus negocios, sino que la crisis afectaba a todos por igual.
La inflación, el desabastecimiento de productos básicos y medicamentos hace que los venezolanos tengan que hacer enormes colas para adquirir bienes básicos. La semana pasada la colonia venezolana radicada en nuestro país hacía una colecta de medicamentos para enviar a su país. Así de grave es la escasez.
La crisis de suministro y las largas colas son de tal magnitud que ahora el Gobierno ha implementado un nuevo sistema llamado CLAP, que son los Comités Locales de Alimentación y Producción. Otro intento de crear la impresión que la carestía de productos es consecuencia del acaparamiento. Inscriben a los más pobres y mediante un censo, por medio de los consejos comunales, entregan fundas con productos a precios populares.
El mecanismo ya ha generado protestas y lo que se entiende es que es un nuevo método de controlar a todo el que no esté de acuerdo con el régimen. Ya veremos en los próximos días si esto controla las colas y el tremendo desabastecimiento.
El disgusto con las políticas económicas de Maduro tocan a todos los venezolanos. Muchos se han visto en la necesidad de emigrar de este bello y rico país sumido en una crisis de gobernabilidad, fruto de la incompetencia del sucesor de Chávez.
Este, con un discurso que ya se aparta de los populistas de Chávez, entiende que con insultos atemorizará a la población y a organismos internacionales como la OEA. Sus improperios y groserías no son más que una muestra de su incapacidad para gobernar y el sentirse arrinconado por la oposición y la mayoría de los venezolanos que reclaman productos básicos y seguridad.
Venezuela se ha convertido en uno de los países más inseguros del mundo, el temor de salir a las calles ha llegado a tales extremos que las familias al salir a trabajar se despiden porque no saben si regresarán vivos a sus hogares en la noche.
A pesar de la oposición tener mayoría en la Asamblea, Maduro termina haciendo lo que le parece, ya ni al pajarito parece hacerle caso y de un intento de revolución bolivariana iniciada por Chávez, el Gobierno ha caído en un desprestigio local e internacional.
Sólo imaginarse que como resultado de la crisis energética las oficinas públicas sólo trabajan de lunes a miércoles y la inflación se come los salarios que no alcanzan a comprar lo poco que aparece en supermercados y farmacias. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha iniciado el proceso ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) para recoger las firmas necesarias para iniciar el proceso revocatorio del mandato de Maduro.
Este, sin dudas, con la falta de escrúpulos que gobierna hará todo lo posible para evitar que esto suceda durante este año. Controla las autoridades del CNE y a pesar de que la oposición ha recolectado las firmas necesarias y las mismas han sido validadas en un 94%, es de esperarse que Maduro haga todo lo posible para que la asamblea no pueda revocar su mandato durante el presente año.
Esto es así porque, según lo establece la constitución, si el referendo revocatorio no se hace antes de finalizar este año, que es la mitad del periodo, no sería posible convocar unas nuevas elecciones y de salir Maduro del poder, sería reemplazado por el vicepresidente Aristóbulo Isturiz y tal como ha declarado la oposición no tendría sentido el revocatorio, ya que sería más de lo mismo.
Maduro, por su parte, descarta su salida y como siempre la atribuye a la oligarquía o los norteamericanos todos los males de la nación, no a su incompetencia, que ha llevado a la nación de Bolívar a una crisis de ingobernabilidad sin precedentes.
Esto sin duda aumentará las tensiones entre una oposición cada vez mayor, el disgusto generalizado que ya no escapa a las fuerzas armadas y podría repetirse lo que en su momento intentó el propio Chávez o el empresariado. Acciones que sólo llevan a derramamientos de sangre. De esto somos testigos los dominicanos, aunque en un caso diferente, porque no hay comparación entre el gobierno nuestro de 1963 y ésta pantomima de gobierno que tienen los venezolanos.
La OEA ha sido descartada como mediadora por el propio Maduro con sus acostumbrados insultos y vulgaridades y sólo falta que los expresidentes que tratan de mediar lo convenzan que la única salida es la constitucional, respetar las firmas que ya completan los requisitos del revocatorio y convocar a nuevas elecciones.
Aún con un nuevo gobierno que enderece la economía, serán muchos los años que tomará retomar el camino del desarrollo. Es mucho el daño que se ha infligido al aparato productivo, son muchos los talentos y los capitales que han emigrado de Venezuela.
Ojalá que la oposición sepa conducir esta crisis con cordura, algo de lo que sin duda es incapaz el actual gobernante.