Tan prácticas son que nos hemos acostumbrado a utilizarlas incluso cuando no las necesitamos: para limpiarnos las manos después de comer una manzana o para sacarnos el maquillaje.
Y una vez usadas, acabamos tirándolas -casi siempre- al inodoro.
Pero lo que quizá la mayoría nosotros no sabe es que, al hacerlo, estamos causando un daño grave en los sistemas de desagües y en el medio ambiente.
Un informe reciente de una ONG británica afirma que la presencia de toallitas húmedas usadas en las playas británicas aumentó en 50% en el último año.
Según reporta el New York Times, la ciudad de Nueva York ha gastado más de US$18 millones para resolver problemas en sus plantas de tratamiento de aguas a causa de estas toallitas.
Y en Ecuador, por ejemplo, hace ya dos años, una empresa de agua pública pidió a los ciudadanos que no arrojasen las toallas húmedas al inodoro por los problemas que estaban generando en las estaciones depuradoras.
¿Por qué son tan nocivas? Porque, a diferencia del papel higiénico, estos paños no se desintegran con facilidad.
Los paños húmedos están diseñados para durar.
En contraste con el papel común, cuando están húmedas mantienen su estructura y no se deshacen cuando las restregamos.
Esto quiere decir que no se rompen dentro del sistema de cloacas.
En 2012, la empresa británica de aguas Thames Water, reportó que las tres cuartas partes de las obstrucciones en sus cañerías fueron causadas por estas toallitas.
Si el producto de las cloacas termina en el mar, las toallitas aparecen en las playas. Y, cuando eventualmente se rompen, se suman a la cantidad de partículas de plástico que flotan en los océanos, explica Phillip Broadwith, editor de negocios de la revista Chemistry World.
Están hechas de una fibra natural como algodón o una sustancia sintética como poliéster. “Tienen que ser robustas”, dice Broadwith. Cualquier padre que se haya ensuciado las manos mientras limpiaba a su bebé puede afirmarlo.
Y como se venden como húmedas, las hojas tienen que mantenerse separadas y no pegarse entre sí como las hojas de un libro mojado.
Advertencia
El paquete lleva una advertencia que reza “no tirar al inodoro” o una imagen de un retrete con una X encima. Pero esta información aparece generalmente en la parte de atrás y en letra muy pequeña. “Las advertencias están allí pero no en un lugar prominente”, añade.
Cuando tiramos una toallita húmeda en un bote de basura va a parar normalmente a un vertedero -son difíciles de reciclar. Pero esto es preferible a que acaben en el mar, señala Broadwith.
Sali Hughes, autora de artículos sobre belleza, cree que aunque son indispensables para los padres con niños en edad de pañales y útiles para lavarnos las manos o la cara cuando no disponemos de agua, la gente está abusando de ellas, así como de las toallitas húmedas antibacterianas.
Para Hughes es mejor evitarlas porque, además, “no sacan el maquillaje correctamente y tienden a quitarnos los aceites”. Lo bueno es que hay alternativas. Algunos padres usan algodón o toallitas de bambú que pueden lavarse y reutilizarse.También hay toallitas hechas mayormente de fibras naturales.
No obstante, hay que recordar que productos como estos sólo pueden tirarse al retrete en cantidades pequeñas y no son tan resistentes como las otras.