El presidente Medina gana la reelección con más del 60% de los votos emitidos. Tiene que sentirse satisfecho del apoyo recibido de su partido y los aliados.Están ahora pendientes las ofertas de campaña. Una campaña que no concitó mucho entusiasmo porque faltó la competencia habitual entre las dos fuerzas políticas tradicionales, incluso la decisión del PLD de que ninguno de sus candidatos participara en debates redujo pasión en el electorado que debió conformarse con la nueva modalidad de caravanas y no de los mítines políticos que Gobierno y oposición tenían acostumbrados a los electores.
Fue una campaña de encuestas, que eran criticadas o aprobadas de acuerdo a quien favorecían los resultados, pero en la mayoría de los casos estuvieron muy cerca de los cómputos finales.
El presidente Medina llama a la unidad y la prudencia en la victoria y convoca a la oposición a gobernar juntos, para resolver nuestros ancestrales problemas.
Muchas lecturas deben sacarse de esta campaña. La primera es que la población empieza a utilizar el fraccionamiento, castigando a aquellos que entiende no han respondido a las expectativas para las cuales fueron electos. Es el caso de muchos alcaldes, en especial el del Distrito Nacional, que a pesar del fallo de la Junta que inhabilitó a David Collado como candidato del PRM, ganó las elecciones como candidato del PRSC.
Igual sucedió con senadores y diputados donde también se fraccionó el voto, pero con la debilidad de que el diputado arrastra al senador, lo cual obligaba en muchos casos a elegir por uno que no era el favorito del elector.
La elección de David Collado puede representar un cambio al desorden municipal de la ciudad; no sólo cuenta con el apoyo de un grupo económico importante, sino que el empresariado será su aliado y la población tiene en él la esperanza de que se resuelvan los problemas que hacen cada vez más difícil convivir en esta ciudad, donde nada se respeta.
Los partidos minoritarios como siempre no aprenden la lección, en vez de concurrir unidos prefieren ser cabeza de ratón y no cola de león y de nuevo se demostró que el dominicano vota a favor de uno y en contra de otro y considera que sufragar por una organización minoritaria es perder el voto por mejores que sean sus mensajes.
La Junta Central Electoral tiene por tarea responder muchos cuestionamientos. Ya Participación Ciudadana ha exigido respuestas de por qué se empezó a dar datos antes de terminar el proceso de votación, ampliado por la misma Junta, fruto de los atrasos para iniciar el proceso. Los escáneres no funcionaron como debieron, en múltiples mesas no estaban presentes y aún esperamos una respuesta clara del porqué de la renuncia de tres mil técnicos horas antes de iniciar el proceso de votación.
El presidente Medina prometió la ley de partidos. Esa promesa puede ser como lo ha sido el 4% de la educación, parte importante de su legado. No importa si el presidente opta por la reelección o no, siempre el partido en el poder utilizará los recursos para mantenerse en el gobierno.
La compra de votos es cada vez mayor. El lunes Alicia Ortega presentaba fílmicas de cómo sin tapujos dirigentes de los diferentes partidos pagaban por las cédulas. Esto no se resolverá hasta que el voto deje de ser un deber y se convierta en una obligación con consecuencias para aquellos que no voten.
Comprar votos no sólo es antidemocrático, es una burla a la pobreza de nuestra gente y muchas veces me he cuestionado si el nivel de abstención en cada certamen es real o es una consecuencia directa de la compra de conciencias.
La ley de partidos tiene que limitar los gastos de campaña, ya que de la forma actual se limita que muchas personas puedan participar en política por carecer de los recursos necesarios. Otros se endeudan para cubrir los gastos y ninguna de estas situaciones es lógica ni conveniente para la democracia.
La ley debe contemplar reducir la duración de la campaña, no es posible que terminada unas elecciones inmediatamente entremos de nuevo en actividades proselitistas, no es sólo el costo, peor es que los funcionarios invierten parte de su tiempo en política y no en resolver los problemas puestos a su cargo. Otro punto importante que debe contemplar la ley es la renuncia del funcionario que desee optar por una posición electiva y por eso es la importancia de reducir el tiempo de la campaña.
Por último, hay que destacar la participación de Luis Abinader. Le tocó formar un partido desde cero, ganarle la convención a un líder carismático como Hipólito Mejía, conciliar cuatro mil candidaturas y sólo recibir cerca del 1.5% de los recursos que recibieron el PLD y el PRD juntos. Lo que demuestra que no es necesario gastar tanto en campañas y sin dudas lo convierte en el líder de la oposición.
El país es de todos, empecemos por limpiar de afiches nuestras calles y carreteras, para inmediatamente trabajar por los cambios que necesitamos para crecer como nación y lograr mejorar las condiciones de los que menos tienen.