La publicidad como arma política en la República Dominicana comienza a utilizarse para las elecciones del 16 de mayo de 1930, cuando el 24 de abril, al aceptar la candidatura presidencial, Trujillo dirigió un manifiesto al país en el que se presentaba como un ente de paz: “No hay peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de Mayo, servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir”.
El sociólogo José Dorín Cabrera recuerda que durante sus primeros años de gobierno, Trujillo utilizó de forma efectiva la llamada “Revista Cívica”, la que define como una especie de “Visita sorpresa” con la que recorrió el país resolviendo problemas puntuales, dejando propaganda impresa resaltando su figura.
Después de la muerte de Trujillo, el gobierno de Juan Bosch, la revolución de 1965 y hasta 1970, la publicidad política se hacía partiendo de la radio, siendo la voz el vehículo más idóneo para llevar mensajes a la población y a los electores, mientras que en los medios impresos se limitaba a un recuadro, un mensaje y alguna fotografía.
En 1966 el país entero fue bombardeado con el eslogan “La revolución sin sangre”, promoviendo la candidatura de Joaquín Balaguer y contraponiéndola a la de Juan Bosch, señalado como el responsable del enfrentamiento bélico que desangró el país. Asimismo, en 1970 el eslogan “Balaguer es la paz” tuvo el mismo efecto. Igualmente, en la campaña electoral 1978 la nación oyó de forma permanente la voz del líder reformista advertir ante los vientos de cambio que “No es bueno cambiar de caballo cuando se está vadeando un río”.
Irrumpe la televisión
La televisión irrumpió a partir de la campaña electoral de 1982 de la mano de Dorín Cabrera con la campaña “El presidente que el pueblo quiere”, de Salvador Jorge Blanco, que ganó las elecciones de ese año. Luego, la publicidad se centró en vender a Jorge Blanco como “El presidente que invierte en la gente” y “el ciudadano presidente”.
En 1986, en su campaña de retorno, la campaña reformista vendió el eslogan “Esto lo hizo Balaguer”, “Balaguer lo hace bien”, en la que se mostraban las grandes obras de sus 12 años de gobierno, a la vez que otra publicidad contraponía la mala gestión de Jorge Blanco, con la explosión social de 1984 como fondo y denuncias de corrupción.
El salto en lo estético y en la realización de buena publicidad política sucedió en la campaña de 1986, con el personaje Don Chencho, creado por Ramoncito Díaz para la campaña de Balaguer, de quien decía que “Ofreció y dio”, así como a Don Bartolo, que favorecía a Jacobo Majluta, y resaltaba la ceguera del líder reformista: “Yo lo vi a él, pero él a mí no me vio”.
Durante las campañas de los años 90 y 94 la publicidad política entró básicamente en la radio, prensa escrita (con el despliegue de grandes mítines y caravanas) y sobre todo la televisión, que tuvo preeminencia sobre los demás medios de comunicación. Dentro de este salto en la publicidad política se recuerda el anuncio del extinto José Francisco Peña Gómez para la campaña por la sindicatura del Distrito Nacional de 1998 “Yo los perdono”, en el que decía que sus enemigos políticos podían contar con él, a pesar de la feroz campaña racista de la que fue víctima.
En la campaña del año 2004 se destacaron dos anuncios del PLD que llamaron la atención: “Vuelve el Presidente”, pronosticando la victoria de Leonel Fernández, y “Me apagaron el jacho, compañero”, dirigido a desmoralizar a la militancia del PRD.
Las nuevas tecnologías
Actualmente, las campañas basan su publicidad en las herramientas que les proporcionan las nuevas tecnologías.
Publicidad virtual, montaje de voz, fotomontajes, redes sociales, canales Youtube, telefonía celular, y la web se han convertido en el campo de batalla de los candidatos. Es así como vemos que al accesar a cualquier sitio de la Internet lo primero que salta a la vista es un cintillo de un candidato con un mensaje, y al pasar el ratón sobre éste se redimensiona a una web en la cual se presentan otros anuncios en web y videos.
Las empresas publicitarias a cargo de las campañas recopilan, desglosan y clasifican las informaciones sobre los individuos para que los estrategas de la campaña de los políticos las usen para enviar mensajes que obedecen específicamente a las características personales de cada votante. Desde ese punto de vista, del candidato, lo que éste conoce sobre la vida del votante es casi más importante que lo que el votante puede saber sobre él.
Ejemplo de ello son las campañas que por la presidencia de la República usan los candidatos Danilo Medina y Luis Abinader, que utilizan mensajes dirigidos a determinados segmentos de la población.
Medina, por ejemplo, comenzó a implementar las llamadas telefónicas a través de una red de “call centers” en las cuales una grabación de su voz pide a los electores, sobre todo a los usuarios de telefonía móvil, que voten por él.
La publicidad negativa viene desde el año 1844
La publicidad negativa o sucia siempre ha estado presente en las campañas electorales del país. En las elecciones de 1844, el arzobispo Tomás Portes e Infante se sumó a una campaña de desprestigio contra Juan Pablo Duarte para favorecer al sector conservador que encabezaba Pedro Santana, y para ello emitió una Carta Pastoral en la que amenazó con excomulgar a todo el que apoyara a Los Trinitarios. De 1966 a la fecha, las campañas negativas contra candidatos políticos han sido armas utilizadas para desprestigiar a los candidatos adversarios. A Juan Bosch, por ejemplo, lo pusieron a decir que no creía en Dios, mientras que con Hipólito Mejía y Leonel Fernández ocurrió lo mismo. En la actual campaña se puso a circular el rumor de que Luis Abinader iba a renunciar debido a su baja aceptación, mientras que el PLD denunció que el PRM trataba de desprestigiar al candidato Danilo Medina.