La solución no es tan simple

No debemos desentendernos de iniciativas legislativas y no legislativas que promueven actitudes y acciones que son contrarias a las que hasta ahora han sido las costumbres de nuestra sociedad. Me refiero en concreto a la exaltación que se ha hecho…

No debemos desentendernos de iniciativas legislativas y no legislativas que promueven actitudes y acciones que son contrarias a las que hasta ahora han sido las costumbres de nuestra sociedad. Me refiero en concreto a la exaltación que se ha hecho recientemente de los grupos LGBT y el Proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva, del diputado Cristian Paredes.

No es mi propósito emitir juicios de valor sobre las preferencias sexuales, pero entiendo que comprender y aceptar las diferencias en este aspecto es una cosa, pero promoverlas es otra muy diferente.

Tampoco intento desconocer los problemas y carencias a que hace referencia el referido proyecto de ley. Pero las soluciones que se presenten no pueden ser simplistas, sino muy bien ponderadas desde diferentes perspectivas, con el concurso de distintos sectores de la sociedad.

La gran cantidad de niñas y adolescentes embarazadas, la proliferación de las enfermedades de transmisión sexual no se resuelven repartiendo anticonceptivos ni endosándole a la escuela la educación sexual de niños y jóvenes.

La misma no se adquiere mediante contenidos teóricos adquiridos en un aula. Difícilmente estas “enseñanzas” puedan servir de mucho en niñas y adolescentes que crecen en familias hacinadas, que sobreviven muy precariamente. Sin una alimentación adecuada, sin acceso a servicios de salud general de calidad, con padres ausentes y madres que deben trabajar todo el día lejos del hogar.

Por otra parte, un sistema educativo todavía muy deficiente, que no alcanza a promover competencias básicas en el área del lenguaje y del razonamiento matemático ¿podrá además promover una sexualidad sana en sus estudiantes?
El problema no es tan sencillo de solucionar. Sólo tendría relevancia un programa así dentro de iniciativas contundentes y sistemáticas para eliminar la pobreza en nuestro país, para apoyar el bienestar de las familias y la promoción de una paternidad responsable. La educación sexual se adquiere en gran medida a través del ejemplo de unos padres sanos que viven dignamente.

Por otra parte, entiendo que no se puede imponer a través de una ley una manera de pensar que va en contra de los valores y principios religiosos tradicionales. No por esto descarto que las iglesias adecuen algunas posturas frente a temas de la sociedad actual, sin apartarse por eso de su fe. En mi opinión, nada se consigue juzgando y discriminando a grupos determinados.

En definitiva, en la agenda de desarrollo del país deben estar contemplados los problemas del embarazo de niñas y adolescentes, el crecimiento poblacional, pero deben ser discutidos dentro de programas de perspectiva más amplia que aborden la educación y la salud general de nuestra población, especialmente la de sectores más desfavorecidos.

Poco aporta legislar sobre aspectos que implican posturas morales y religiosas de algunos sectores, sin considerarlos ni involucrarlos en la búsqueda de soluciones.

Señor diputado, tenemos muchos ejemplos de sociedades que se han desarrollado de espaldas a sus valores esenciales, mirémonos en ese espejo de esas sociedades y contemple si un mundo así es el que quiere para los niños y jóvenes de nuestro país.

Nosotros como ciudadanos, como padres y abuelos mantengámonos al tanto de los temas de la agenda nacional. Dejemos oír nuestra voz y aportemos en lo que podamos a sus problemas principales.

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