Somos estado republicano, democrático y representativo con una división institucional de poderes cuyos incumbentes son todos empleados del pueblo dominicano, que es la entelequia donde reside la soberanía nacional. En consecuencia, todos tienen la obligación de rendir cuentas al soberano y a mantenerlo informado de hechos, gestiones, proyectos, resultados y propósitos. Contrario a las expectaciones y consideraciones que tales obligaciones deberían generar, no ha sido la historia nacional una de humildad ni de rendiciones de cuentas que pudieren percibirse como hechas a un estatus superior, porque nuestros mandatarios desde que son electos se auto encumbran hasta la categoría de monarcas absolutistas dueños de las voluntades, recursos y destinos de la nación.
Así hacen apropiaciones de los fondos del Estado para satisfacer apetitos personales, para financiar la continuación de sus carreras políticas, y se oculta información en violación de la ley que los obliga a mantener ésta fluyendo hacia los electores, instituciones y organizaciones de la República Dominicana.
El derecho a ser mantenido informado debería obligar a las instituciones de poder político dominicanas a ser transparentes en todo momento. Pero solo en escasas ocasiones, alguna de tales instituciones ha sido obligada por decisiones judiciales a entregar información solicitada judicialmente.
Esta práctica arrogante y deshonesta no es característica particular del Gobierno dominicano. Es por el contrario un mal de las sociedades de hoy que tienen mecanismos para esconder fuera del alcance del público, como si fuesen secretos de Estado, documentos importantes. Ocasionalmente divulgados por rencillas personales, o por entidad nacional preocupada por las faltas de transparencia y de rendición de cuentas de los administradores públicos.
Los incumbentes de las instituciones de todos los poderes del Estado dominicano, y sus dependencias, harían bien en abandonar sus prácticas de auto encumbramiento y de ocultación de información, so pena de que, estimulados por el éxito de los héroes del fenómeno mundial de la divulgación, aquí también alguien encuentre, imbuido de valor patriótico, para sacar los trapitos al aire a gente no merecedora de actuar como representantes de nuestra nacionalidad, ni de que se les respete como administradores o gobernantes. También sería mejoría el cese de la manipulación de información para cambiarla por lo que no es. He leído docenas de escritos de falsos patriotas que rechazan el reconocimiento de la nacionalidad dominicana a los aquí nacidos de padres extranjeros la mayoría de los cuales desciende de gente que migró a la República Dominicana no con visa de tránsito sino importados como mercancía industrial por traficantes ilegales de personas o por empresas que no cumplieron con la ley de trabajo temporal.