Las muchas obligaciones nos hacen acelerar el paso. Siempre andamos corriendo para todo y por todo. Un día no alcanza para todas las tareas. Esa debe ser una frase común, que muy posiblemente todos hemos pronunciado en algún momento o en muchas ocasiones hemos escuchado decir a otros con igual o mayor frecuencia. A veces es verdad, asumimos muchos retos, contraemos múltiples obligaciones, que a la larga no podremos cumplir y luego le echamos la culpa al tiempo.
En el afán por aprovechar los años productivos para alcanzar las metas económicas que nos garanticen un futuro más o menos seguro, vamos dejando de lado el mejor tiempo, las mejores cosas y a veces a las mejores personas. Algunos no se dan cuenta hasta que es demasiado tarde, cuando ya no pueden remediarlo del todo. Sin embargo, otros tienen la dicha de despertar antes, con más tiempo, y corregir los errores que le impiden disfrutar de horas más placenteras y mejores compañías.
Es cierto que para tener una vida más tranquila y sumarle momentos de felicidad, muchas veces, debemos renunciar a ciertas comodidades, beneficios, posiciones influyentes y hasta a una sustanciosa remuneración; pero con ello, también dejamos atrás múltiples compromisos y complicaciones que en nuestro afán por “quedar bien” nos exigimos más allá de nuestras fuerzas y al darnos cuenta de que no podremos llenar las expectativas que nos hemos creado y que les hemos creado a otros, terminamos estresados, frustrados y eso afecta seriamente nuestra salud.
Para muchos, es sinónimo de fracaso tener una vida sencilla, con ingresos modestos, con los cuales satisfacer las necesidades básicas suyas y de sus hijos, un trabajo con un horario que le permita coordinar y realizar actividades con los hijos, amigos y sus seres queridos, aunque a fin de mes no quede dinerito para guardar, pero sí muchos momentos que atesorar. Para otros, el éxito significa contar con el amor y apoyo de las personas que ama, realizar su trabajo, cualquiera que este sea, de manera honesta, correcta y responsable, estar calificado para la labor que realiza y poder cumplir con el rol personal y profesional que se ha comprometido a realizar, sin envolverse y comprometer su responsabilidad más allá de lo que sus fuerzas le permitan.