¿Quién diría que esta ropa interior, necesaria para algunas, podría todavía conservar todo su poder de seducción y sabe reinventarse como nadie?, así lo demuestran firmas de lencería como Agent Provocateur, pero el sostén o el ceñidor, como lo llamaban nuestras abuelas, celebra este año su centenario, desde que fue patentado en 1914 por Mary Phelps Jacob, en Nueva York.
Como ocurre a menudo, las grandes ideas derivan de los grandes problemas y a principios del siglo pasado Mary debía asistir a una fiesta, cuando comprobó que su traje nuevo de cóctel dejaba ver partes del corsé. Con dos pañuelos de seda y unas cintas improvisó un artilugio que revolucionaría el mundo de la ropa interior. Claro que la invención de esta prenda se le atribuye a más de una persona, como cuenta Francesc Puertas en El sostén. Mitos y leyendas… y manual de uso (Arcopress, 2012), pero fue ella la primera en registrar la idea.
Ponerse algo en los pechos para sujetarlos, resaltarlos o aplastarlos, según la moda y los convencionalismos sociales y religiosos de la época, es una práctica tan antigua como la historia de la humanidad y parece que este concepto existió desde el año 4.500 a.c. Las griegas y las romanas usaban una faja que permitía sujetar los senos, lo mismo que las vikingas y otras pobladoras del norte. En la Edad Media y el Renacimiento, los corsés oprimían la cintura y aplastaban o subían los pechos a voluntad hasta límites insospechados. Desgraciadamente, el pecho femenino siempre ha estado regulado y normalizado, quizás porque, a diferencia de los hombres en los que su símbolo de virilidad coincide con el órgano genital, en las mujeres no ocurre lo mismo y reside en los (…) Continúa leyendo AQUI
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