Semblanza de Emilia Jimenes Pereyra

En un país como República Dominicana donde hay tantos hombres y mujeres valiosos en el olvido, tienen un valor histórico agregado ensayos como el publicado por la investigadora montecristeña Olga Lobetty Gómez de Morel con el título Emilia Jimenes&#

En un país como República Dominicana donde hay tantos hombres y mujeres valiosos en el olvido, tienen un valor histórico agregado ensayos como el publicado por la investigadora montecristeña Olga Lobetty Gómez de Morel con el título Emilia Jimenes Pereyra: una mujer extraordinaria, con el que rescata para las nuevas generaciones una figura que, a juzgar por las revelaciones, dejó una impronta de filantropía en la sociedad dominicana entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Gómez de Morel se refiere a Jimenes Pereyra, quien fuera hermana del presidente Juan Isidro Jimenes, como una de esas personas que pasan por la vida dejando huellas profundas en la sociedad que les tocó vivir “y en la posteridad que le recuerda, porque sembraron en terreno fructífero”.

Los relatos con matices humanísticos que sirven de ilustración al trabajo investigativo dejan en el lector la idea de que Doña Emilia, fallecida el 22 de enero de 1945 a la edad de 91 años, sabía administrarse en disciplinas tan versátiles como la medicina, veterinaria, negocios, agricultura y ganadería, además de compartir tareas políticas como dirigente del Partido Bolo, del que fuera líder principal su hermano Juan Isidro.

Pero según la autora, la biografiada supo sobre todo ser mujer. Casó a los 22 años con un joven empresario dominicano de nombre Rafael Rodríguez Camargo, de su misma edad, “a quien cautivó con sus encantos femeninos, por ser solidaria, saludable y dinámica, en una época donde la mujer, generalmente era solo ama de casa”.

Personajes trascendentales de la historia dominicana y caribeña aparecen como relacionados de la dama montecristeña, como José Martí, Máximo Gómez, Ulises Heureaux y Eugenio María de Hostos, quienes hicieron acto de presencia en las tertulias de los Jimenes

Pereyra, con tazas de café en sus confortables casas victorianas. Rescatar del olvido figuras como Doña Emilia es una contribución al fomento de valores humanísticamente imperecederos.

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