Salvador es una ciudad brasileña, capital del Estado de Bahía. Fue la primera capital del Brasil Colonial. Es un lugar lleno de historias, escritas con música y alegría de carnaval. Tierra donde el arte parece haber sido el verdadero arquitecto.
Ubicada en la región Nordeste de Brasil, se encuentra a mil 531 kilómetros de Brasilia, se fundó con el nombre de Sao Salvador de Bahía de todos los Santos, el 29 de marzo de 1549.
Recibe los nombres de Capital de la Alegría, debido a los enormes festejos populares, y Roma Negra, por ser considerada la metrópoli con el mayor número de personas de la raza negra localizada fuera de África. Entre los monumentos más impresionantes de la ciudad figuran, la Iglesia San Sebastián, la Catedral de Salvador, la Iglesia NuestroSeñor de Bonfim y el Mercado Modelo, entre otras edificaciones levantadas durante los 250 años que duró siendo la capital del Brasil Colonial. Uno de sus mayores atractivos, lo representa el centro histórico, con sus monumentales construcciones coloniales. Es la zona más vibrante de su geografía. En un recorrido por sus calles, hacen la diferencia, las mujeres vestidas con sus trajes típicos y las vendedoras de bisutería y toda clase de accesorios artesanales. La venta de especias es común y el olor de las diferentes plantas y yerbas aromáticas convergen en la plaza, deleitando a turistas y vendedores. Algo característico de Salvador de Bahía es que cada nombre dado a los diferentes lugares, está inspirado en algún suceso o en alguna historia, es así como La Playa de Paciencia, debe su nombre a las largas horas que las esposas esperaban a que sus maridos, los pescadores, llegaran con las redes llenas de peces para el almuerzo.
Y el Río Rojo, bautizado con ese nombre, por las crueles batallas que libraban españoles y portugueses y que terminaban con las aguas teñidas por la sangre de los muertos. Salvador es conocida por sus grandes celebraciones de carnaval, lo que la ha convertido en un importante destino turístico. Uno de los puntos más visitados es el Pelourinho o ciudad vieja, por la historia que encierra y porque ese era el lugar donde en los tiempos de la colonia eran castigados los esclavos. En el Pelourinho de Salvador se encuentran las construcciones coloniales. Por su gran valor histórico y cultural, fue inscrito en el Registro Histórico Nacional y fue nombrado Centro Cultural Mundial por la Unesco, entidad que en 1985, lo declaró Patrimonio de la Humanidad, convirtiéndose en miembro de la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial. Algunos bahianos dicen con orgullo: “ esta es la tierra de Caetano”, refiriéndose al cantautor Caetano Velozo.
Riqueza gastronómica
La herencia culinaria de los bahianos proviene de los primeros habitantes indígenas. Es conocida como cocina bahiana y es muy elaborada y picante. El coco es uno de sus protagonistas y nunca falta el dendé o aceite de palma,(los hombres le atribuyen poderes afrodisíacos), lo utilizan tanto en la cocina como en la mesa. Entre sus platos típicos se encuentran el Abará, Aberém, Arroz de auçá, Acaçá y Acarajé, este último es una especie de bollo elaborado con una masa de judías y camarones. Otro plato muy recomendado por los bahianos es la Moqueca, un cocido realizado a base de cebollas, pimientos, tomates, hojas de cilantro, pimienta y malagueta. Se cocina con aceite de palma (azeite de dendê) y leche de coco. De este manjar existen diferentes versiones como moqueca de aratú, moqueca de peixe, moqueca de camarão, moqueca de maturi, moqueca de mapé y moqueca de petitinga. Completan la lista el xinxim de galinha, muganga, sarrabulho de vaca, mininico de carneiro y carne de sol assada, entre otros.
Pedir y desear en Salvador es un ritual
El viaje en avión a Salvador de Bahía, desde Sao Paulo, tiene una duración de dos horas y 30 minutos. En su mayoría es visitada por turistas, pero, frecuentemente, grupos procedentes de diferentes ciudades de Brasil se animan a visitarla. Un paseo por las calles del Centro Histórico, recrea la activa Ciudad Colonial dominicana, con sus amplios balcones, el agitado paso de los turistas y, sobre todo, la gran variedad de mercancías que se ofertan en plena vía pública. Tanto en las calles, como en centros turísticos, monumentos históricos y restaurantes, el ritual es el mismo: al llegar, el transeunte o visitante recibe una cinta y el anfitrión le indica que pida tres deseos, en su mayoría referentes a la salud, el dinero y el amor. Mientras el visitante hace sus peticiones en voz baja, el bahiano, ata tres nudos en su muñeca.