La mañana del 24 de abril de 1965, el día transcurría como cualquier otro. Los dominicanos parecían acostumbrados al régimen de facto, surgido a raíz de un golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático del profesor Juan Bosch, pese a que para esos días aún no se habían secado las lágrimas por el fusilamientos de Manolo Tavárez Justo, tras el fallido intento del Movimiento 14 de Junio de derrocar el gobierno encabezado por Emilio de los Santos.
Aunque para nadie era un secreto que en su interior, el espíritu revolucionario del pueblo se resistía y padecía el duro golpe que había recibido la democracia y con ella, la recién estrenada Constitución, que fue violentada, pisoteada y desconocida por un grupo de militares que de golpe y porrazo puso fin al primer gobierno electo libre y democráticamente por los dominicanos, después de Trujillo. Fue cerca del mediodía, cuando a través de Radio Televisión Dominicana, y motivados por un memorable discurso pronunciado por José Francisco Peña Gómez, que el pueblo se levantó y se lanzó a las calles a luchar por el respeto a la Constitución. 50 años han pasado desde aquel 24 de abril. Una fecha histórica que dejó una huella indeleble en el corazón del país. Un acontecimiento en el cual perdieron la vida cientos de dominicanos, que tenían puntos de vista diferentes.
Para algunos sobrevivientes de esta gesta, aunque no logró su objetivo de volver a ver a Juan Bosch ascender al solio presidencial, les queda el consuelo de que la misma sentó un precedente y puso de manifiesto el coraje y determinación de los dominicanos.
“La Revolución: la nueva Restauración”
Para el combatiente constitucionalista Fidelio Despradel, la Revolución de Abril es la nueva Restauración, no solo porque entre un hecho y otro existan 100 años de diferencia, sino por otros factores que a su juicio son importantes resaltar.
“En primer lugar, el pueblo y los militares constitucionalistas, derrotaron el gobierno golpista. Segundo, el Gobierno de Molina Ureña era constitucional, porque él era presidente de la Cámara de Diputados y como Juan Bosch no estaba aquí, a él era que le tocaba gobernar, y en tercer lugar, el pueblo dominicano derrotó el ala de derecha del Ejército”.
Como otros sobrevivientes, Despradel piensa que de no haber intervenido la fuerza norteamericana, los resultados habrían sido muy diferentes. “De no haber intervenido los norteamericanos, en este país habría habido una Revolución Democrática. Hablaron de comunismo y yo me pregunto ¿qué comunismo del diablo?, en un país donde no había instituciones marxistas. El comunismo no sale así de la nada, pero ellos tenían que parar eso, no podían permitir un ejemplo como ese, que les rompió el Ejército”.
A juicio de Luisa de Peña, directora del museo la Revolución de Abril del 1965 es la epopeya del siglo XX más importante después de la Restauración. “Es la manifestación concreta más importante sobre la decisión del pueblo dominicano a defender su derecho a la autodeterminación, que es su soberanía”. Difiere de quienes afirman que ese día se conquistó la libertad, pero valora lo que se logró. “La libertad se conquistó el 30 de mayo, el 24 de abril, es la gesta de la soberanía. El grito del dominicano de decir “somos soberanos y hay que respetarnos”.
Julio Montandón
“Los norteamericanos le salvaron la campana a los militares”
Julio Montandón, un hombre del pueblo, que para esos días se encontraba dispuesto a todo para restaurar el orden democrático, recuerda la fecha como un día inolvidable. “En ese momento, yo pertenecía al Comité del Distrito Nacional del Movimiento 14 de Junio y ese día, la Comisión de Organización tenía una reunión, y en medio de la reunión llamaron a uno de los que estaban ahí y le dijeron que sintonizaran a Radio Televisión Dominicana y eso hicimos”.
Luego de escuchar el discurso de Peña Gómez junto a otros compañeros, Julio salió a buscar armas y a buscar a la gente del Comité Central del 14 de Junio para recibir instrucciones. “En eso comenzamos, nos estuvimos moviendo por diferentes sectores de la ciudad y enterándonos de todo”.
Fue cuando les dieron instrucciones para conseguir armas en el Campamento 16 de Agosto, donde hoy está la UNPHU, “ahí había un cuartel militar y estaban repartiendo armas. En ese momento, lo más importante era conseguir un arma”.
Pero al igual que muchos otros compañeros, la guerra le arrebató a amigos muy queridos. “En esa guerra vi morir muchos compañeros y amigos. Uno de ellos fue Euclides Morillo, que era un gran amigo mío, habíamos estado presos en La Victoria, éramos sobrevivientes de la guerrilla de Manolo Tavárez. Vimos caer a muchos compañeros en todo el país”.
El mayor logro de esta contienda, a su juicio, es que con la Revolución se demostró que si un pueblo se une, es capaz de conseguir todo lo que se propone, aunque no contaban con la poderosa ayuda que llegó cuatro días más tarde. “Los norteamericanos les salvaron la campana a los militares, porque los constitucionalistas tenían dominada la situación, no había oposición. Si no desembarcan los norteamericanos, el Ejército y las fuerzas nacionales no hubieran podido hacernos frente a las fuerzas populares. Si hubiera sido enfrentarnos a las fuerzas nacionales, no habría sido nada, pero enfrentarnos a 42 mil marines con todo su armamento y todos los recursos a su disposición. Eso fue difícil, pero no creo que fue un fracaso total”. A su entender “bastante se logró”.
Aunque no se lograra el poder y hacer cambios sociales profundos, los hombres y mujeres de ese abril demostraron que en cualquier momento un levantamiento podría lograr éxito. “Lo que pasa es que oponerse a fuerzas tan poderosas y tan bien organizadas era muy difícil”, reconoce.
Julio Montandón no milita en ningún partido político, aunque en su juventud pertenecía al 14 de Junio. “El 14 de Junio se desintegró, se convirtió en varios grupos y algunos no queríamos participar del grupismo. No queríamos confrontaciones”. Después se integró con los comandos de la resistencia que crearon Amaury Germán y Virgilio Perdomo. Hasta el día que ellos murieron en el kilómetro 13 de Las Américas. “Nos hemos limitado a ser observadores de la vida nacional”.