El cuerpo humano es agua en un 70 por ciento. Y ese agua se encuentra dentro de las células o en los vasos que transportan el alimento celular. Cuando se acumula en la zona que se conoce como espacio intersticial (el espacio entre las células), se genera la retención de líquidos.
“Se produce cuando existe un desequilibrio entre las fuerzas que regulan el paso de los líquidos de la zona vascular al espacio intersticial”, señala Elena Soria, nutricionista y especialista en Medicina Estética de Clínica Menorca, quien apunta a factores orgánicos (inflamatorios, trastornos circulatorios) o constitucionales debidos al estilo de vida (sedentarismo, estrés, ingesta de medicamentos o por el calor) como causas principales.
Quitarse los líquidos acumulados tampoco es un mal menor. Supone vigilar la alimentación, ejercicio y, en definitiva, un estilo de vida saludable.
La retención de líquidos puede hacer acumular entre dos y cuatro kilos de más. En sí misma no es una enfermedad, pero puede ser un síntoma de determinadas patologías, dolencias renales, del tubo digestivo, cardíacas… Sin embargo, también se da en personas totalmente sanas, simplemente por un motivo fisiológico, y ante un determinado estilo de vida.
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