Nadie discute ya la importancia de la educación como agente de desarrollo de las naciones. Lamentablemente en nuestro país hemos perdido muchos años en esta materia. Por años, este tema estuvo prácticamente fuera de la agenda de los gobiernos. Cuando por fin lo estuvo, se trató de buscar soluciones en base al modelo empleado en otros países. Nunca se trazaron políticas y planes coherentes pensados a largo plazo.
En la campaña política del 2012 el tema de la educación ocupó con sus camisetas, sombrillas y botones amarillos la atención de los candidatos y ambos prometieron cumplir con la ley que establece que el 4 % del presupuesto debe estar destinado a la educación.
Al llegar al poder el presidente Medina cumplió con la promesa de campaña y en estos casi cuatro años se han construido más aulas escolares que en toda la historia del país. Además se estableció la tanda extendida y el desayuno, merienda y almuerzo para los escolares, como una forma de incentivarlos a ir a clases y además como una forma de apoyar el presupuesto familiar.
Pero esto no puede quedarse ahí. Por años no existió coherencia en las políticas del Ministerio de Educación, hasta el punto que planes decenales apenas duraban dos años.
La profesión de magisterio fue relegada a un segundo plano y en algunos de los gobiernos se llegó a pensar que era por vocación que se asumía la difícil tarea de educar a nuestros hijos y que los profesores no eran dignos de salarios que les permitieran llevar una vida digna.
Por años nos resistimos a participar en pruebas tan importantes como la PISA, (por sus siglas en inglés) “Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes”, porque teníamos la seguridad de quedar en el último lugar de los países encuestados.
Entendimos que todo era consecuencia de la baja inversión en educación, lo cual teníamos hasta cierto punto razón. Sin embargo, no está escrito en piedra. España invierte mucho más que Finlandia, sin embargo en las evaluaciones de lectura y matemática queda por debajo de este país.
Las tareas de cambiar el rumbo de la educación es tarea primaria del gobierno, pero también las empresas y las ONG que deben apoyar los esfuerzos para insertarnos en el siglo XXI.
La forma de educar estudiantes de esta época y poder insertarlos en un mundo competitivo demanda que los individuos estén aptos para desarrollarse en diferentes ambientes.
Hablamos siempre de las diferencias económicas, cómo unos concentran todas las riquezas y a otros apenas les alcanza para comer. Esto sólo se cambia con políticas educativas inclusivas, la utilización de las tecnologías de la información y comunicación que sin dudas contribuyen al acceso universal de la educación, lo que es muy importante, ya que contribuyen a ser un factor de igualdad en la calidad de la educación y apoyan el aprendizaje de calidad de los maestros así como a un mejor manejo administrativo de los planteles.
Muchos entienden que la educación es un trabajo exclusivo de las escuelas y sin una integración de la familia y la comunidad no podrá haber verdaderos avances. La educación es responsabilidad de todos; no sólo del maestro, en su deber de orientar y transmitir contenidos de calidad. Para esto es necesario maestros de calidad insertados en las necesidades de sociedades cambiantes y competitivas.
Hace unos días leía una interesante entrevista que le hacían a Jeffrey Puryear, un enamorado de la educación de calidad, precursor del Programa para la Reforma Educativa en América Latina (PREAL), a quien tuve el honor de tratar cuando presidía Educa y quiero citar algunas frases que deben servir para todo aquel que tenga interés en que la educación dominicana alcance niveles de calidad.
Dice el gran amigo Puryear, que el éxito de todo sistema educativo es llamar la atención sobre la baja calidad del mismo; colocar la reforma educativa como tema central de las agendas nacionales, como función del PREAL ayudar a las ONG a mejorar y proveer conocimientos, monitorear el comportamiento de los gobiernos en la promoción de educación de calidad y lo más importante es el papel que puede jugar la sociedad civil como agente de cambio.
Finalmente, cuando le piden dar algunos consejos generales y aquí me permito copiar textualmente los consejos por su importancia, ya que los mismo vienen de una persona que ha dedicado su vida para el bien y que estos consejos no sólo se aplican para la educación, pueden perfectamente ser parte de la visión y misión de gobiernos, de los empresarios, de las familias, de las escuelas y de la sociedad civil.
Dice Puryear cuando le preguntan qué consejo daría a los jóvenes para influenciar en la educación: “reconocer las posiciones ideológicas propias y respetar las de nuestros interlocutores, acercarse y aprender de los más capaces, tomar en cuenta la intuición, dar prioridad a lo ético y lo moral, preferir trabajar bien que sacar ventaja, dar sin esperar nada a cambio, escribir sobre lo que observas, piensas, y sientes y no descuidar la vida personal.
Qué diferente sería nuestro sistema educativo y nuestro país si todos aplicamos estos consejos de vida de Jeffrey Puryear.