Un día, en mi adolescencia, leí en un periódico una lista de las que eran consideradas las mejores películas de la historia del cine, en la cual se encontraba entre los primeros lugares la magnífica producción, Gone with the Wind, o Lo que el viento se llevó. Tan pronto la vi la amé y la convertí en mi favorita hasta el día de hoy. Tanto me gustó, que el primer día que la vi la repetí tres veces seguidas; y eso, que dura ¡dos horas y 24 minutos! La película con la que Hollywood hizo soñar a millones de personas por allá por el año 1939, llevando a la pantalla gigante uno de los clásicos por excelencia del séptimo arte, está basada en la famosa obra escrita por la ganadora del premio Pullitzer, Margaret Mitchell.
Los roles protagónicos están a cargo de la hermosa Vivien Leigh y el atractivo Clark Gable. Ambos reprodujeron de forma exacta a los personajes que interpretaron. Ella, caprichosa, impetuosa, orgullosa como pocas, altanera, incapaz de reconocer el gran amor que sentía por Rhett Butler, (así se llama el personaje de Clark) y prefería seguir creyendo que amaba a otro. Él era un aventurero, que solo pensaba en sí mismo, hombre simpático y muy inteligente, amó a Scarlett, (personaje de Vivien) desde que la conoció en una fiesta.
Este clásico muestra con lujo de detalles los estragos causados en el Sur por la llamada Guerra de Secesión de los Estados Unidos, explica el proceso vivido por los norteños y los sureños, pero a pesar de su contenido histórico, la atención queda centrada en sus personajes principales, Rhett y Scarlett. Y es que la trama nos muestra cómo a veces nos empeñamos en imponernos sentimientos, o cómo el orgullo nos impide reconocer que nos equivocamos al elegir a quien amar, porque ese alguien no nos considera la mejor opción para ser su pareja.
Solo al final de la historia Scarlett se da cuenta de que Rhett es el amor de su vida, pero demasiados desaires, humillaciones, desplantes y burlas ha aguantado él para venir a creerle ahora.
Sin embargo, esta vez ella decía la verdad. En la escena final, él abandona la casa para siempre. Ella le pregunta ¿qué haré?, ¿a dónde iré?, pero él solo le contesta: “Frankly, my dear, I don’t give a damn” o lo que en español sería más o menos “ Francamente, querida, me importa un bledo”.