Debido a su cercanía, nuestro intercambio comercial y el turismo, nuestra relación con Puerto Rico ha sido siempre de mucho interés. A principios del siglo pasado la situación económica de nuestro país era mejor que la de ellos y un grupo de su población migró buscando mejores condiciones.
Este fue el caso, por ejemplo, de mi abuelo materno que había emigrado desde España y se había establecido en Puerto Rico, donde conoció y se casó con mi abuela; cuando sobrevino un tiempo de crisis económica, y, movidos siempre por el interés de buscar mejores condiciones de vida, migraron a nuestro país, llegando por San Pedro de Macorís y estableciéndose en Santo Domingo.
La situación de la Isla del Encanto cambió para bien desde mediados del siglo pasado y se produjo el efecto contrario: grupos de dominicanos empezaron a trasladarse a Puerto Rico. En muchos casos se trató de una migración ilegal que no era recibida con mucho agrado y en general, el dominicano no era bien visto.
Algunos recordarán el maltrato con que las autoridades de migración nos recibían cuando visitábamos la isla vecina. Paradójicamente, los puertorriqueños ansiaban pasar sus vacaciones en República Dominicana y disfrutar de nuestros festivales del merengue. Les resultaban atractivos nuestros bajos costos y las ventajas del todo incluido.
La economía de Puerto Rico tuvo sus momentos mejores cuando la Sección 936 del Código-de Rentas Internas, que procuraba la instalación de nuevas empresas en la isla, eximió del pago de impuestos a las corporaciones estadounidenses. La industria farmacéutica y la electrónica gozaron de gran presencia en la isla, a la vez que generaron miles de empleos. Esto, sumado al efecto multiplicador en la economía de la base de Vieques, permitió que se produjera una época de bonanza económica. Los puertorriqueños se acostumbraron a consumir y a pagar muy bajos niveles de impuestos.
El caso de Plaza las Américas se volvió emblemático, llegó a ser el centro comercial de mayores ventas por metro cuadrado entre todos los estados de la unión americana. El consumo de calzado per cápita en Puerto Rico se situó dentro de los mayores del mundo.
Toda esta situación se ha revertido, la población puertorriqueña se siente hoy inconforme y pesimista. Los incentivos fiscales han llegado a su fin y el cierre de las bases y de las empresas farmacéuticas ha sumido a la isla en una enorme crisis.
Los gobiernos han manejado la situación con poca coherencia. El tamaño del estado y los niveles de endeudamiento no han hecho otra cosa que ir en aumento en los últimos años. Actualmente, la deuda asciende a 73 mil millones de dólares y se calcula que cada niño, mujer y hombre es responsable de 16,000 dólares de deuda, contra un ingreso per cápita de 19,000 dólares. Las agencias crediticias han calificado los bonos como bonos basura.
El costo de la electricidad en Puerto Rico es el doble que el de la Florida y más cara que en nuestro país, ya que el petróleo es la fuente de su generación y para complicar la situación, los tenedores de bonos de la compañía eléctrica, a quienes se adeuda un monto superior a los 9,000 millones de dólares, enfrentan la realidad de una suspensión de pago de no poder reestructurar la deuda y hacer frente al pago de 416 millones que vencen en julio.
Para mejorar la crisis del sector eléctrico se contrató a la experta Lisa Donahue, quien según noticias, cobra un salario de un millón de dólares mensuales.
Frente a esta situación tan poco prometedora y mal manejada, en los últimos cuatro años el 23% de la población de la isla ha migrado a otros destinos.
A sabiendas de los riesgos y peligros a que como país se enfrentan, no han faltado opiniones y propuestas de soluciones. El gobernador Luis Fortuño ha pedido un rescate financiero por 164 mil millones al Congreso de Estados Unidos. Esto ha encontrado una enorme oposición por parte de los pensionados norteamericanos, que se resisten a que la ley de quiebra del capítulo 9 le sea aplicada a la isla, utilizando sus fondos de retiro para que Puerto Rico pueda salir fácilmente de sus deudas sin ningún sacrificio ni ordenamiento de sus fianzas.
En Santurce se ha formado un grupo llamado Colaboratorio que pretende crear un centro de estudio y acción, en colaboración con los millones de emigrantes puertorriqueños, en el que se elaboren propuestas sociales y económicas tendentes a buscar soluciones a la situación presente.
Por otra parte, los tenedores de bonos de la Autoridad Eléctrica de Puerto Rico (PREPA), han propuesto hacer grandes inversiones para modernizar el sistema eléctrico. Laura Cantero, directora ejecutiva del grupo de inversionistas Guayacán, entiende que en Puerto Rico hay capital financiero suficiente y cada vez se manifiesta más el interés por invertir en proyectos de innovación.
En el área turística, pretenden, a pesar de la enorme competencia del área, crear una especie de Vegas, Orlando o Macao aprovechando las infraestructuras de la isla.
El problema en Puerto Rico no es único, lo vemos por doquier, muchos se olvidan de que las fiestas se pagan y no es recargando de impuestos a la población que se resuelven las crisis. Debe haber equilibrio entre la reducción de gastos y el aumento de las recaudaciones para que el exceso de impuestos no disminuya la capacidad de compra de la población y se frene la recuperación. Todos deben buscar soluciones que no presionen al consumidor y que el gobierno dé el ejemplo de reducción de gastos.