El presidente de la Sociedad de Diarios, Persio Maldonado, abrió una caja de pandora al advertir que el presidente Danilo Medina sólo habla a los medios, y a través de ellos al país, lo que le interesa.
Que el gobierno no se abre el diálogo que debe sostener una administración democrática con la sociedad, más cuando vivimos en la Era del Conocimiento, cuando la palabra tiene mayor eficacia que nunca.
Generalmente el gobierno habla al país a través de partes “informativos”, elaborados por gacetilleros con datos envueltos en frases mercadológicas.
Despachan informerciales servidos como si fueran noticias, y no versiones acomodadas al interés electoral del presidente-candidato.
Ante la avalancha de cuestionamientos, el presidente dice que es una persona a la que le gusta más hacer que hablar. Una imitación infeliz de una célebre frase de un Joaquín Balaguer candidato, no presidente de la República.
Como individuo el presidente puede hablar cuando le plazca, pero como jefe de estado de un supuesto país democrático, está obligado a ser el primer interlocutor con la sociedad, de la nación.
Y ahí queda al descubierto un problema más serio que si el presidente habla o no habla.
La República Dominicana de hoy no necesita a un mudo en Palacio. O a un presidente que hable cuando y como le convenga. Necesita a un mandatario capaz de mantener un diálogo fecundo, sincero, que permita al país conocer y dilucidar, para buscarle la vuelta, a las tantas dificultades que tenemos por delante.
El problema es que Danilo no sólo no habla sino que no interactúa con los sectores organizados de la sociedad, y menos pacta las grandes decisiones con la oposición, como se hace en todos los países democráticos.
Prometió concertar los pactos fiscal, educativo y eléctrico. El primero fue una imposición que no cumplió la aspiración de la sociedad de una reforma integral que eliminara los déficits de las cuentas nacionales arrastrados; que diera calidad al gasto público; transformara de regresiva en progresiva nuestra estructura tributaria, estimulara las inversiones y empleos y diera sostenibilidad a la economía.
El pacto educativo cumplió algunas formalidades, aunque despreció olímpicamente propuestas tan importantes como las hechas por el entonces opositor PRD para incluir la educación preescolar; enseñanza del inglés como segundo idioma y un efectivo sistema de evaluación que garantizara un desempeño educativo de calidad.
En el eléctrico, el gobierno emprendió unilateralmente la construcción de las plantas de carbón de Punta Catalina, en base a una cuestionada licitación. Ayer se informaba que faltando sólo el 30% del tiempo previsto para ejecutar el Plan Estratégico 2013-2016 de la CDEEE, las metas están 62.5% por debajo de los objetivos a cumplir.
Tan renuente ha sido el presidente al diálogo, que en dos ocasiones dejó sin respuesta dos propuestas hechas por el entonces opositor light PRD para articular un Pacto por la Seguridad Ciudadana, pese a que el de la inseguridad es el padre de todos los fracasos de Danilo.