En la portada del libro “El precio de la desigualdad”, de Joseph E. Stiglitz, dice como subtítulo “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”.La situación en la República Dominicana no escapa a esta realidad. Muy a pesar de lo que arrojan los índices de crecimiento del PBI, muchos dominicanos aun se acuestan sin cenar, viven en hogares poco dignos, en deplorables condiciones de salubridad y muestran muy bajos niveles educativos.
La desigualdad provoca aumentos en los niveles de criminalidad, violencia, resentimientos sociales y no permite la cohesión social necesaria para emprender el camino hacia un crecimiento verdadero y sostenible.
El ejemplo de muchos países comprueba que solo mediante la educación se puede promover el desarrollo y la justicia social.
En su reciente discurso del Estado de la Unión, Barack Obama, presidente de uno de los países más poderosos del mundo, en el que pudiéramos pensar que no hay nada que se pueda mejorar, propuso una reforma en el sistema educativo que aumente la calidad del nivel preescolar y enfatice y mejore la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y la tecnología. Propuso por igual que en las universidades se promueva la carrera de ingeniería y que los financiamientos otorgados a la educación superior aseguren el valor y la calidad de lo que se ofrece. Estados Unidos teme perder terreno frente a las crecientes economías de los países asiáticos y sus autoridades han determinado que mejorando la enseñanza de las asignaturas mencionadas se incrementarán la investigación y la innovación, necesarias para mantener su competitividad.
En nuestro país, se ha aumentado el por ciento del presupuesto nacional otorgado al Ministerio de Educación. Empecemos por determinar y priorizar las necesidades educativas de nuestra población, en el contexto de las características del siglo XXI y trabajemos en consecuencia, desde el establecimiento de políticas, revisión de los currículos, procedimientos metodológicos, recursos didácticos y tecnológicos, entrenamiento de docentes, entre otras muchas tareas.
La noticia que hemos tenido es que en los últimos dos meses se ha invertido una suma igual a la invertida en todo el año recién pasado. Establezcamos y mantengamos una cultura de rendición de cuentas que asegure la transparencia en el uso de esos recursos. No nos vaya a suceder igual que en Jamaica donde, según el informe del PREAL, se mantienen la desigualdad y bajos niveles de crecimiento, a pesar de los altos recursos invertidos.
Es un asunto a tomar muy en serio, no podemos darnos el lujo como nación de seguir tergiversando y postergando la solución al problema de nuestra vergonzante e injusta desigualdad.
Un 99% de la población espera respuestas y oportunidades. En este 27 de febrero, honremos la memoria de Duarte y nuestros patriotas independentistas y pensemos en nuestra cuota de compromiso y de responsabilidad que nos corresponde a cada uno en la lucha contra la pobreza.
Honremos la memoria de Duarte dando respuesta a esa parte importante de la sociedad que espera soluciones reales.