Estamos frente a una reducción de los precios del petróleo que los mercados no esperaban y que solo es comparable con la ocurrida a finales del 2008. Recordemos que en el mes de junio el precio del barril estaba por encima de los 100 USD y ahora está por debajo de los 70 USD.
Este cambio drástico trae como resultado variaciones significativas en los presupuestos de los países productores y por supuesto en aquellos que dependen de las importaciones de petróleo para la producción y el consumo.
La actual reducción de precios no obedece, como fue el caso en el 2009, a una crisis internacional. En esta oportunidad la reducción de precios no obedece a una crisis, sino a las leyes de la oferta y de la demanda y a conflictos de geopolítica. El cartel petrolero se ha negado a disminuir la producción del crudo a pesar del declive de los precios, con el expreso propósito de evitar que Estados Unidos se convierta en un gran exportador de shale gas.
Tal y como dice Tim Mullaney, reconocido analista de mercados, opina que “la Opec está equivocada si piensa que puede sobrevivir a los precios del petróleo de EUA”, esto porque el petróleo norteamericano ya no es tan caro de producir, nuevas tecnologías han variado los costos que años atrás eran más elevados. Como ejemplo, En Dakota del Norte el costo promedio de producir un barril de petróleo es de US$42.00 y en el condado de Mckenzie es de apenas US$30.00.
Esto origina un escenario interesante para los próximos años, en el que se podría gozar de una estabilidad de precios y se reducirían los costos de la economía mundial. Esta situación beneficiaría en gran medida a los Estados Unidos, quienes no dudarán en aprovechar la coyuntura para aumentar su influencia política.
Otros países, como Venezuela y Arabia Saudita, no serán tan afortunados. A diferencia de los Estados Unidos, no han invertido en desarrollar nuevas técnicas de explotación de crudos, sino que se han limitado a dedicar sus recursos para apoyar las economías de países no productores, en asistencia social, generación de empleos y aumento de salarios mínimos. Desafortunadamente, les será imposible mantener el gasto social con ingresos muchos menores.
¿Cuál es la perspectiva para la República Dominicana? Las principales dificultades serán la reducción de los ingresos por concepto del Ad-valorem a los hidrocarburos y el financiamiento de Petrocaribe. No obstante, la balanza se inclina a nuestro favor. La disminución de los precios impactará positivamente el subsidio eléctrico porque por cada dólar menos en el precio del fuel oil, se ahorran veinte millones de dólares en la factura anual que los generadores cobran a las empresas distribuidoras.
Igualmente debíamos tener precios más favorables en el transporte, tanto marítimo como terrestre, aun cuando todos sabemos que ambos sectores responden a prácticas monopólicas que atentan contra las bajas en los precios. Aún las materias primas todavía no han reflejado una disminución significativa en sus precios, pero es de esperarse que a partir de enero ocurran reducciones significativas.
El cuadro luce muy alentador para nuestro país y muchos otros de la región. Habrá una gran estabilidad económica y una reducción en el déficit fiscal. De todas formas, lo más sensato es seguir de cerca los movimientos del mercado petrolero y sus derivados, el cual, sabemos por experiencia que puede llegar a ser muy voluble y lleno de sorpresas.