De nuevo la Cámara de Diputados ha aprobado la penalización del aborto. Un tema que sin duda enciende el debate entre los que tenemos claro que abortar es suspender la posibilidad de una vida y los que entienden como un derecho decidir entre la vida y la muerte de un bebé. Nadie nos pide permiso para traernos al mundo, de la misma forma nadie debe evitar que podamos nacer, crecer, desarrollarnos y en su momento multiplicarnos.
Para legalizar el aborto se pueden desarrollar miles de teorías. La primera es que cada mujer es dueña de su cuerpo. Lo cual es muy cierto, pero deja de ser dueña de esa vida desde el momento que concibió.
En este mismo diario una persona, a la que admiro por su talento, escribía sobre los riegos del embarazo ectópico, aquel que se desarrolla fuera del útero de la mujer y advertía sobre los riesgos para la salud de la madre.
Para sustentar su teoría se basaba en las estadísticas del Ayud Medical College donde afirman que una de las mayores causas de muerte de la madre era precisamente el embarazo ectópico.
Olvidaba la amiga Leyla Mejía, que dicha institución es de Pakistán, donde los protocolos de salubridad son muy inferiores a los nuestros. Esta condición, de acuerdo a profesionales serios de la medicina, es fácilmente diagnosticada y los protocolos claramente establecidos por el Ministerio de Salud.
Es posible que en Pakistán no se realicen a las embarazadas sonografías y esa sea la razón por la que este instituto determina esta consecuencia médica como una de las mayores razones de muerte de embarazadas.
A un gran amigo abogado, que también escribía en contra de la penalización del aborto, porque decía que esta ley no daba opciones para salvar la vida de la madre, le respondí en mi cuenta de Twitter, que el artículo 110 de la referida ley, en una de sus partes dice “la interrupción del embarazo practicado por personal médico especializado en establecimientos de salud, públicos o privados, no es punible si se agotan todos los medios científicos disponibles para salvar las dos vidas, hasta donde sea posible”.
¿Cuántas veces no se ha recomendado interrumpir el embarazo por sospechas de que dolencias de la madre podrían afectar al niño por nacer? Tengo un caso que me llega muy cerca. Mi suegra, cuando estaba embarazada de mi esposa, sufrió de apendicitis. Debió ser sometida a cirugía con anestesia, los médicos recomendaron un aborto, sin embargo, mujer de gran fe se negó y tuvo toda la razón.
Es mucho lo que se habla del efecto psicológico en la embarazada cuando decide abortar. Se habla del vacío que siente la madre, de la depresión y la culpa que por años sufre, atormentada por haber evitado el nacimiento del ser vivo que llevaba en sus entrañas.
Historias tremendas de cómo las madres sienten los movimientos bruscos del bebé, cuando se inyecta solución salina para interrumpir un embarazo.
Nuestro país tiene problemas serios causados básicamente por la pobreza, el hacinamiento, la falta de educación, el machismo y son comunes los sentimientos de culpa luego de un aborto: sentimientos de explotación, pesadillas, incapacidad de perdonarse a sí misma, pérdida de interés en el sexo, rechazo a todos los que animaron el aborto, incluso pensamientos suicidas.
En Estados Unidos, luego de haber sido legalizado el aborto en 1973, se creó la organización Mujeres Explotadas por el Aborto, sus siglas en inglés WEBA. Está formada por mujeres que sufrieron abortos y quieren, por su experiencia, educar sobre los efectos traumáticos del mismo. Esto sin entrar en el tema religioso de la suspensión de una vida. Afirman que pretenden evitar que “bebé muerto mujer atormentada”.
Organizaciones como WEBA hacen un gran esfuerzo para evitar que instituciones abortistas como Planned Parenthood (Paternidad Planificada) confundan a jóvenes con teorías de que un feto es un hijo no nacido, que el aborto no tiene consecuencias. WEBA también se ocupa de la parte psicológica de madres que optaron por el aborto y terminan en jóvenes atormentadas.
En el país hay muchas experiencias exitosas. La Asociación de Industrias de Haina (AIEHAINA) tiene un programa maravilloso donde en vez de entusiasmar a jóvenes abortar, da charlas de acompañamiento durante el periodo de gestación, charlas de autoestima, seguimiento médico antes y después del parto y se entregan canastillas. Luego se trabaja en su inserción laboral y que terminen el bachillerato y las que deseen ir a la universidad. También se imparten talleres de joyería, moldeo por inyección, auxiliar de almacén, secretarias, etc.
Dircia Paulino, directora ejecutiva de la Asociación de Industrias de Haina, dice “este es uno de los programas que me hace amar mi trabajo. Ya no sólo sembramos árboles sino que sembramos vidas”.
Tenemos la confianza de que el proyecto aprobado por la Cámara de Diputados será pronto convertido en ley, el presidente Medina ha demostrado tener un enorme sentido social y humano y como hombre de familia, convertirá en ley el hoy proyecto que evitará el crimen de que una nueva vida pueda ver la luz del sol.
La solución no es, ni nunca será, el aborto y está claro que la propia ley en su artículo 110 establece que luego de hacer todo el esfuerzo serio por salvar ambas vidas un aborto no tiene consecuencias penales.