El segundo gobierno del presidente Danilo Medina tiene menos de dos meses que se instaló, aunque da la impresión de que se trata de un gobierno viejo por ser reelecto. En ese tiempo, no ha tenido ni un día de tregua y menos se puede decir de que habrá espacio a los tradicionales 100 días de pausa que se le da a los gobiernos nuevos. De hecho, Medina ni siquiera tuvo pausa en el proceso de transición por la presión a lo interno de su partido y las protestas por los resultados de las elecciones del 15 de mayo.
La presión por un alza general de salarios y específicamente de los médicos y los empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) por mejores sueldos, el alza en los costos del peaje y el 50%, a los insumos para la manufactura y de las placas, el anuncio de la venta de las plantas de Punta Catalina, el alza en los precios de los combustibles y el cuestionamiento de diversos sectores a la inversión que se hace del 4% del PIB destinado a la educación, forman parte del rosario de quejas que han caracterizado los primeros días de la segunda gestión de Medina.
Sin embargo, la mayor presión que ha tenido el gobernante es por la composición de la Junta Central Electoral (JCE) que se debate en medio de un diálogo político que el propio gobernante y su partido auspiciaron con la mediación de monseñor Agripino Núñez Collado.
Sin embargo, el escenario se ha convertido en un mecanismo de presión por parte de la sociedad civil y los partidos de oposición que ahora solicitan la intervención del gobernante en la selección de los miembros de la JCE, pero el ministro José Ramón Peralta respondió que eso violaría la Constitución de la República.
Los partidos de oposición y la sociedad civil le salieron al frente a esas declaraciones del funcionario y negaron que la intervención de Medina viole la Constitución y lo calificaron como una “falta de respeto a la inteligencia de la ciudadanía”.
Un punto que no ha favorecido a Medina en su segunda gestión, es que la oposición luce más organizada y con más “tela por donde cortar” para ejercer presión sobre el gobierno, contrario a lo sucedido en el 2012, en su primera gestión. Nueve partidos de oposición, encabezados por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), han actuado en bloque junto a la sociedad civil y organizaciones empresariales bajo la denominada Iniciativa por la Institucionalidad Democrática.
A pesar de los aumentos y las dificultades que el gobernante ha tenido en sus primeros días de gobierno, una encuesta reciente sobre la valoración de los presidentes de América Latina lo coloca como el gobernante mejor valorado por su país con más de 83% de aprobación.
Tranquilidad en el PLD, un punto a favor de Medina
Desde que pasaron las elecciones, a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se generó una presión interna sobre supuestos actos de traición de un sector de esa organización contra candidatos en las pasadas elecciones.
También la elección de los bufetes directivos de las cámaras legislativas fue otro tema que mantuvo caliente al PLD en el proceso de transición, pero esos inconvenientes quedaron disipados antes de la toma de posesión, y en este momento la organización marcha sin mayores ruidos, con la excepción de las declaraciones recientes de Temístocles Montás de que ese partido ahora tiene una identidad “difusa” y de que el dinero lo habría corrompido todo.
A pesar de eso, Medina aún tiene que enfrentar cierto nivel de presión y descontento de su propio partido y de los aliados por cargos en el gobierno.
Medina ofrece la misma receta
El presidente Medina mantiene el mismo “librito” de su primera gestión en el manejo con las visitas sorpresa y con poco contacto con los medios de comunicación y la administración del silencio evitando al máximo dar declaraciones públicas por más que lo presionen.
Corrupción, otro punto debilidad de gestión
En la reunión del Consejo de Ministros ampliado que Medina realizó luego de juramentarse por segunda vez como presidente de la República, exigió honestidad a sus funcionarios en el manejo de los recursos públicos. En el informe sobre Ética y Corrupción anual del Foro Económico Mundial, República Dominicana aparece como el octavo país más corrupto del mundo y el quinto entre las naciones de América Latina, lo que ha sido caldo de cultivo para la oposición contra la gestión de Medina. Al inicio de su primer gobierno, el presidente Medina también exigió ética a sus funcionarios, pero algunos escándalos han estremecido su administración como el suicidio de un ingeniero en la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado y el procesamiento en la justicia del exdirector del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa), Alberto Holguín, pero hasta ahora no hay ningún condenado por corrupción.
Primer gobierno “estuvo de risitas”
En su primer gobierno, el presidente Medina navegó en un buen ambiente pues sus acciones solo recibían aplausos de todos los sectores, incluidos los partidos de la oposición. Un factor que contribuyó a eso fue el conflicto interno del PRD, pero ahora ocurre lo contrario, el PRM no luce con mayores dificultades internas y se ha mantenido coherente en sus exigencias. Un ejemplo es que ninguno de sus miembros se inscribió para ir a la JCE.