Nuevo rector en la PUCMM

Años atrás, en mi época de estudiante universitario, conocí al hoy monseñor Agripino Núñez Collado, quien fungía como vicerrector de la entonces Universidad Católica Madre y Maestra. Nunca imagine que a lo largo de los años, siendo él ya…

Años atrás, en mi época de estudiante universitario, conocí al hoy monseñor Agripino Núñez Collado, quien fungía como vicerrector de la entonces Universidad Católica Madre y Maestra. Nunca imagine que a lo largo de los años, siendo él ya una figura de gran incidencia en el devenir nacional, llegaría a tener con él una relación de amistad cálida y sincera.

Es de todos conocido como, al convertirse en rector, gracias a su esmero y dedicación, aquella pequeña universidad se convirtió en una institución de altos estándares, con una infraestructura envidiable, especialmente en su campus de Santiago, y una amplia oferta de carreras y programas de postgrado y maestrías y relaciones internacionales que hacen posible obtener titulaciones dobles.
Siempre con la determinación de formar profesionales íntegros, muchos de los cuales los reconocemos por su alto sentido del deber y su interés y compromiso por hacer aportes valiosos a nuestra sociedad.

Monseñor es también conocido por sus grandes dotes como conciliador. Son incontables sus participaciones en reuniones sobre temas salariales, discusiones sobre proyectos de ley, en las sesiones del Diálogo Nacional, ocasiones en que siempre escuchó con paciencia y sopesó con justicia y con mesura los reclamos y opiniones de los diferentes sectores. En las elecciones del 2004 presidió la comisión de observadores de las elecciones y su intervención televisiva el mismo día de las votaciones, en la noche, fue clave para que se mantuviera la paz, luego de que se produjeran problemas con el conteo de los votos.

Fue en medio de los menesteres arriba mencionados en los que tuve la oportunidad de compartir de cerca muchas veces con él. Además, en el 2008 fui invitado por la Conferencia del Episcopado Dominicano a formar parte del Consejo de Directores de la PUCMM, que me ha permitido estar más de cerca con una de mis pasiones: la educación.

Luego de cuarenta y cuatro años de servicio, monseñor Agripino deja sus funciones como rector en una ceremonia a la que asistieron el nuncio de Su Santidad, todo el obispado dominicano, representantes de la curia de Santiago, el Consejo de Directores y autoridades y estudiantes de la universidad, políticos y empresarios.

Durante la misma hubo una misa celebrada por el reverendo monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Arzobispo Metropolitano de Santiago y Gran Canciller de la Universidad. En las palabras que dirigió a los presentes resaltó cualidades y virtudes comunes del rector saliente y del entrante: inspiración del Espíritu Santo, sabiduría, carisma, liderazgo y capacidad para llevar a cabo la misión de la Iglesia de mantener la continuidad de la universidad.

El nuevo rector, juramentado por el presidente de Episcopado Dominicano reverendo monseñor Gregorio Nicanor Peña y obispo de La Altagracia, el padre Ramón Alfredo de la Cruz Baldera es un intelectual de amplia experiencia en el campo educativo, ha publicado varios libros y tiene una fe profunda lo que demostró al decir: “donde coloco mis manos, coloco mi corazón y mi mente”. Me impresionó su sencillez y su sonrisa cálida. El mismo se define como “un sacerdote vinculado a la educación, no un gerente dedicado a la educación”. Fue claro al expresar que necesita el apoyo de todos y, por supuesto, el de monseñor Agripino. Estamos seguros de su capacidad para llevar a cabo su gestión con éxito, a la cual, como dijo monseñor de la Rosa, imprimirá su propio sello.

Monseñor Núñez permanecerá como presidente de la Fundación Universitaria, desde donde ayudará a impulsar los planes de la universidad procurando los recursos necesarios. A nivel nacional continuará haciendo sus aportes al frente del Consejo Económico y Social.

Somos afortunados de contar con cada uno de ellos porque, como hombres de iglesia y mediante la posición que les corresponde, contribuirán a impartir una educación cimentada en valores, que propicie una sociedad en la que prevalezca la justicia, el trabajo honrado y la búsqueda del bien y la verdad.

A ambos mi admiración, respeto y apoyo incondicional.

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