Pero comprendí que cada inicio guardaba una nueva teoría de conspiración. Esa que lejos de ser malintencionada, te refuerza en la perseverancia, el optimismo, la paciencia, y sobretodo, en la sapiencia de que existen los finales felices.
Este año se espera sea uno de renovación, de estabilidad, de cosechar lo sembrado… Por ello, lejos de elaborar una larga lista de “objetivos para cumplir en 2013”, he decidido que este año me dedicaré a romper mis propias reglas y a dejar que todo fluya orgánicamente (cómo me ha gustado ese término). Se trata de forjarme una nueva actitud, un nuevo bienestar que podemos decidir asumir cada día de nuestras vidas, hasta que por fin le hayamos tomado el piso.
Yo conspiraré contra mí misma, cuando mi ánimo no esté al máximo, cuando el “es imposible” ronde mi cabeza; cuando, por no querer fracasar, me retraiga de tomar grandes retos que no son más que excitantes aventuras; cuando por alguna tontería piense que por mostrar mis sentimientos, me haré una persona más débil.
Es mi forma de hacer frente a mis temores, los que día a día -arduamente-, libran una batalla interna en mí. He aprendido que todo cuanto nos frena en nuestro crecimiento, se traduce en miedo, y el miedo es nuestra elección. Yo, he elegido ser feliz y conspirar junto al universo para conseguirlo. ¿Te unes?