La novela de Howard

Los negocios están para hacerse y no necesariamente para comprenderse por quienes se hacen tantas preguntas desde lejos.

Los negocios están para hacerse y no necesariamente para comprenderse por quienes se hacen tantas preguntas desde lejos. Son momentos de pensar con la razón y no con el corazón. Solo así entiendo la suplica gigante de los Lakers a Dwight Howard.

Hace unos años que el muchacho grande de Atlanta tiene un relajito desagradable con su posible destino en la NBA. Se le dio mucha candela a LeBron James por “La Decisión”, pero la verdad es que Howard  no tiene nada que envidiarle al show de James.

Me choca ver a una franquicia tan laureada como los Lakers dar unos pasos con tono desesperante en aras de conquistar al que probablemente sea el más impredecible de los talentos que existen en el mejor baloncesto del mundo.

Las 16 coronas están en los Lakers. El club de inmortales que ha vestido esa franela es copioso. No se puede hablar de la historia de la NBA sin mencionar a los Laguneros de Los Ángeles.

Todo esto para cortejar a un personaje que fácilmente se va con otra organización o como decimos en buen dominicano “le da par de tres” tirar por la borda el colosal esfuerzo angelino para que acepte la mayor cantidad de dinero que puede recibir de cualquier conjunto en la agencia libre.

El tema no es que se vaya para otro lado. El asunto es el comportamiento de un mastodonte que se ríe cuando falla un tiro libre o hace más chistes que un comediante de poca monta.

Pero Howard, en el entendido de la plana mayor de los Lakers, es el futuro. Por más que quiera, Kobe Bryant está más cerca del diciembre de su carrera que de cualquier otro mes. Ese núcleo con Pau Gasol y el hoy Metta World Peace va de más a menos.

Puede que les quede un tiro en la recámara, pero de cara al porvenir hay que estructurar todo con Howard como pieza central del engranaje. Hay que acomodarlo una vez más y no dudo que si decide quedarse, la cabeza de Mike D´Antoni ruede o tenga una versión de Espada de Damocles a la espera de cualquier falla.

A ver cómo termina este asunto con el gran Howard.

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