Este martes sufrió mi hogar del terror cavernario impuesto para el goce del dinero de los que venden y compran almas, los villanos del orden social y sus socios de la televisión amarilla. Curioso de nuestra historia social, mis opiniones y expresiones han merecido calificaciones y descalificaciones de amigos y desconocidos que aceptan o rechazan mis interpretaciones.
Mi formación me obligó a estudiar las leyes dominicanas, mexicanas y las norteamericanas, las inglesas, las holandesas, las belgas… y las de la mayoría de las naciones de la entelequia que llamamos occidente.
Repito. Este martes llegó a mi hogar una legación interventora que me sorprendió con toques en mi espalda, mientras preparaba mi sueño, de uno de tres gorilas disfrazados con exhibición de signos DNCD, en una parodia de los procesos a los que sometía al esclavo africano productor de riquezas el esclavista, mientras vivía vida desgraciada, quienes llegaron a mi hogar con la formal pretensión de encontrar evidencias de narcotráfico o de negocios de tráfico de armas ilegales, en un hogar absolutamente desnudo de cosas.
Soy tocado por cuidadoso simio que pregunta ¿es usted Marcos Taveras?
Respondí como autómata: “usted no tiene derecho de estar aquí sin que se me haya presentado decisión judicial para su presencia, o algo similar de la Procuraduría o la Fiscalía”. Me dijo que la orden judicial la tenía la fiscal que llegaba en ese momento. Sugerí que fuera a recibir a la fiscal y volviera a mi escritorio detrás de ella para hablar conmigo. Me moví de inmediato hacia la entrada de mi casa, encontrando en el primer piso a mi hijo de 18 años esposado y zarandeado por los gorilas invasores, y todavía en la calle a la fiscal que se suponía dirigir el operativo.
Tuve conversación algo áspera con la fiscal, pero creí en su disposición de respeto. Así ayudé que la investigación a su cargo se hiciera debidamente y que se produjera el episodio sin el arresto de ninguno de los miembros de la familia.
Debo reconocer en la fiscal que nos tocó, a persona consciente de sus responsabilidades y de los derechos ciudadanos. Y por su respeto a mi hogar y mis hijos, me siento obligado.
La investigación produjo absolutamente nada comprometedor y la fiscal me invitó a ir al día siguiente a la Fiscalía para recibir un informe en tal sentido. Lo recibí, y allí confieso haber sido bien recibido y tratado. Pero durante la tarde del maldito día, mientras dormía con mi esposa el sueño que busqué desde temprano, llegaron otros gorilas. Nos sacaron de la cama, nos empujaron y nos pusieron frente a una cámara de TV, unos comerciantes de lo ilegal de trato áspero, que llegaron en camioneta de la PN acompañados de camioneta y camarógrafos de Telemicro.
Al final, mi negativa a aceptar su autoridad los hicieron abandonar mi casa, pero con la amenaza de su retorno.
Cómo es posible esa connivencia en contra de la ciudadanía entre sinvergüenzas que se hacen pasar por autoridad y empresarios bandidos de la TV.