Hace unas semanas estuvieron en el país Gloria Álvarez y Rodrigo Arenas, de Guatemala. Hicieron varias presentaciones a diferentes grupos empresariales sobre el Movimiento Cívico Nacional de Guatemala.Desgraciadamente no pude participar en ninguna de las oportunidades donde explicaron sus experiencias y su visión, debido a las secuelas de un accidente que a principios de años limitó mi movilidad y del cual ya, gracias a Dios, estoy bastante recuperado.
Ya había leído y conversado con amigos guatemaltecos sobre el movimiento que logró la renuncia y el sometimiento a la justicia del presidente y de la vicepresidenta de ese país centroamericano.
Guatemala no tiene partidos políticos fuertes; muchas veces se crean sólo para participar en las elecciones, generando una enorme dispersión del congreso.
La situación de muchos de los países de América Latina fue siempre diferente a la de República Dominicana, donde las ideologías de izquierda no lograron ser determinantes y la existencia de partidos fuertes con liderazgos también sólido, como los de Balaguer, Bosch y Peña Gómez, evitó de alguna manera que a principios de la década de los noventa influyeran en la política nacional los resultados del Foro de Sao Paulo.
Se trata de un foro que estuvo matizado por la influencia de Fidel Castro y de Luis Ignacio (Lula) Da Silva, donde discutieron el indigenismo, el ecologismo radical y la teología de la liberación. Nuestra condición insular y el fuerte liderazgo en esos momentos de Joaquín Balaguer y de una Iglesia católica muy influyente nos mantuvieron ajenos a estos movimientos.
Ahora surgen movimientos diferentes. Está el de Mario Vargas Llosa, la Fundación Internacional para la Libertad y su Consejo Empresarial, que aglutina un número importante de empresarios de diferentes países con el fin de intercambiar ideas que puedan afectar los valores de la libertad y la tolerancia, que deben ser el sustento de nuestras democracias.
Por otro lado, está el Movimiento Cívico Nacional, que trabaja basado en la experiencia de Guatemala en impulsar “El Consejo de Ciudadanos para el Progreso de las Américas”, posiblemente con ideas más claras de la realidad de Latinoamérica.
Decía Marisol Vicens, quien sí pudo participar en las exposiciones de Gloria Álvarez, que los modelos populistas financiados por las irracionales condiciones del petróleo Venezolano impulsaron un socialismo del siglo XXI que sin duda amenaza la estabilidad de la región y, como muchas veces hemos dicho, parecería que no creemos que puede sucedernos a nosotros.
Sin embargo, no estamos exentos de que con nosotros la experiencia se repita, más en estos momentos que luego de aquel acuerdo, ya hace unos años, de las corbatas azules es difícil saber qué político pertenece a un determinado partido, ya que las posiciones y los salarios han sustituido a las ideologías de izquierda y de derecha.
El Consejo de Ciudadanos para el Progreso de las Américas (CCPA) tiene como misión “ser una red que aglutine, fortalezca y conecte a las diferentes organizaciones y líderes ciudadanos y políticos que crean y luchen para proteger la vida, la libertad y propiedad de sus países”.
Es una misión interesante porque muchas veces algunas organizaciones caen en el peligro de querer sustituir la clase política y eso nunca debe ser el objetivo. Todo lo contrario, debe y tiene que ser el crear partidos cuyos dirigentes tengan claro el objetivo de mejorar las condiciones de sus países, elevando la calidad de vida de sus ciudadanos.
Los ciudadanos agrupados en CCPA deberán compartir ideas, discutir sobre cuáles modelos han resultado exitosos en sus países y, como bien dicen, no es suficiente llegar a posiciones de liderazgo si no se desarrollan ideas claras sobre temas como educación, servicios, seguridad, protección a la vida, etc.
Siempre he dicho que la participación del empresario es importante. Que tenemos un deber más allá de la responsabilidad social empresarial y no es necesariamente participando en política que sin duda como ciudadanos tienen todo el derecho. Es impulsando las mejores prácticas, que no se le vincule como la pareja de la corrupción y que sea aliado de los gobiernos para crear una sociedad más justa, preparada para competir y donde el dinero de los impuestos sea invertido para crear empleos, equilibrio y no desigualdades.
Nuestros países tienen problemas y sueños comunes. Si logramos desterrar las malas prácticas que evitan desarrollarnos más rápido, lograremos insertarnos no sólo en el camino de la verdadera libertad que es la que no necesita del auxilio del gobierno para sobrevivir, sino que cada cual con el esfuerzo de su trabajo podrá llevar una vida digna para su familia y para los que de alguna forma incide.
Felicito la idea de impulsar el Consejo de Ciudadanos para el Progreso de las Américas y sin duda los empresarios. Los ciudadanos que tengan preocupación por su país deben dar el apoyo necesario para intercambiar las mejores prácticas que nos ayuden a salir del subdesarrollo social, político, económico y de valores.