Mis deseos para 2016

Es casi un ritual entre muchos dominicanos –y entre personas de otras latitudes- expresar de distintas formas sus deseos y expectativas al iniciar el nuevo año.

Es casi un ritual entre muchos dominicanos –y entre personas de otras latitudes- expresar de distintas formas sus deseos y expectativas al iniciar el nuevo año.Algunos apelan a la antigua práctica de comerse doce uvas a las doce de la medianoche al tiempo que meditan sus aspiraciones para los próximos doce meses. Otros simplemente escriben su lista secreta y la guardan para repasarla conforme pasan los días.

También hay quienes elevan oraciones al Altísimo en la Iglesia, exponiendo sus deseos y pidiendo bendiciones para sí y los que le rodean. En síntesis, el inicio del nuevo año es tiempo de meditación.

Al margen de cualquier creencia, práctica religiosa o tradición popular, yo quiero compartir con los lectores de elCaribe mis aspiraciones para 2016, focalizadas en el interés colectivo, no individual.

En otras palabras, todos mis mejores deseos se circunscriben al bienestar del país en su conjunto, pues si la República Dominicana marcha bien, todos nos beneficiamos.

Aspiro a que la actividad económica medida por el Producto Interno Bruto (PIB) crezca sobre el 5% y que se trate de un indicador sostenible y sano.

Para eso es necesario que sigan repuntando los sectores terciarios en los que se ha sustentado el dinamismo económico, pero es también preciso dar un impulso sustancial a la industria como una base sólida de la producción nacional.

En concreto, aspiro a que se pongan en marcha políticas industriales que permitan –al igual como ocurre en las zonas francas- generar empleos estables y de calidad.

Deseo que la estabilidad macroeconómica no se siga sustentando en una política monetaria rígida u obsesiva con la tasa de cambio, sin dejar de velar porque no se produzcan devaluaciones exorbitantes o incrementos desmedidos en las tasas de interés.

Es importante emular la parte buena de países de la región que desde la política cambiaria no aplican retrancas, sino que contribuyen con la generación de valor a las exportaciones, como México, Colombia y Brasil.

Ese crecimiento sano de la economía al que aspiramos también supone un ejercicio conservador y prudente respecto al endeudamiento externo, que ha vuelto a escalar peldaños de riesgos según las tendencias.

Resulta además imprescindible fortalecer las finanzas públicas con un manejo del gasto público basado en la transparencia y la racionalidad, aunque nos encontremos en un período electoral.

Igualmente, es mi esperanza para 2016 que se abran los caminos para hacer realidad el Pacto Fiscal, contemplado en la Estrategia Nacional de Desarrollo.
Lamentablemente aquí –después de la reforma fiscal de Balaguer al inicio de la década del 90 del siglo pasado- los demás intentos en ese orden han caído en el descrédito y sólo han dado frutos en el corto plazo, debido a que –como parches fiscales- se desgastan rápidamente.

Invoco entonces el deseo de que, fruto de un gran consenso, establezcamos un pacto fiscal que permita contar con un sistema tributario fluido, justo, eficaz, facilitador de las inversiones y altamente capacitado para controlar la evasión en todas sus expresiones.

Ha llegado la hora de cambiar el chip para entender que reforma fiscal no equivale necesariamente a creación o incremento de impuestos, sino a eficacia y a la gestión responsable de los recursos que entran a las arcas del Estado desde los contribuyentes.

Otros deseos relevantes que tengo para este año es que continúen los esfuerzos por mejorar la educación, con un mayor énfasis en la calidad de la enseñanza sin dejar atrás la construcción de infraestructuras escolares, como lo ha estado haciendo el Gobierno.

Cabe resaltar que sin profesores capacitados, en condiciones de vida digna y salario adecuado, las escuelas serían simples habitáculos de block y cemento que no cambian vida, no transforman, ni son fuentes de conocimiento.

Es preciso recordar que necesitamos redoblar los esfuerzos por la generación de empleos, la calidad de los servicios de salud, transporte y vivienda digna de bajo costo, pues mientras menos vulnerables sean los agentes económicos más calidad y capacidad redistributiva tendrá el crecimiento de la economía.

Finalmente, aspiro que el proceso electoral de este año –en que retornamos a las elecciones unificadas para escoger más de 4,000 cargos- sea un espacio de paz y de armonía y que queden atrás todas las manifestaciones de agresividad y violencia en las convenciones internas.

Un desorden en las elecciones de mayo implicaría una baja para la confianza en la democracia, las instituciones, y una muy lamentable señal a la inversión.
Feliz año nuevo a todos. 

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