El tema eléctrico será siempre de mucho interés para los dominicanos. Ojalá llegue el día que al igual que los celulares, el cable y el internet, se conviertan en un tópico puramente de servicio, no de discusión nacional. Para unos, la electricidad es el camino del desarrollo del país, para otros, simplemente un tema que no entienden. Mientras algunos repiten lo que oyen sin saber, otros lo ven desde sus propios intereses.
En estos momentos de discute el Pacto Eléctrico con una participación importante de los diferentes sectores del país. Pero no es mi intención hablar del pacto. En los últimos días han surgido informaciones públicas que aparentan sugerir un enfrentamiento entre el Ministerio de Energía y Minas (MEM) y la Comisión Nacional de Energía (CNE).
La misión del recién creado Ministerio es la de formular, administrar y ejecutar la política energética y minera de la República Dominicana en beneficio de la sociedad.
Su visión es ser reconocido como la autoridad rectora de la formulación, administración e implementación de políticas de desarrollo que garanticen el aprovechamiento integral de los recursos energéticos y mineros, bajo criterios de eficiencia, eficacia, productividad, transparencia y sostenibilidad económica, social y ambiental, para beneficio de las presentes y futuras generaciones de dominicanos.
Hago este preámbulo porque realmente no puedo entender que públicamente se proyecte una suerte de enfrentamiento –con informaciones a todas luces filtradas con objetivos conflictivos- entre el Ministerio de Energía y Minas y la Comisión Nacional de Energía, cuando la segunda es una entidad subalterna de la primera.
No sé si habrá una confusión de roles, pues entre las entidades, un titular es ministro, y el otro, es presidente. La verdad es que los puntos de vista antagónicos que se airean no aportan solución alguna al problema eléctrico.
Sin entrar en detalles de quien tiene la razón, no creo que sea el momento ideal para sacar a flote el tema de la medición neta de energía, algo que debe ser un tema del pacto, mitigando el riesgo de politizarlo. Preocupa, sin embargo, que a partir de las críticas hechas por la CNE a la medición neta se ofrezca una señal de cambios constantes de las reglas de juego, que no dan seguridad al que invierte en proyectos, que como los de energía renovable toman tiempo para madurar.
Para que no exista equivocación y como siempre se quiera tergiversar lo que se dice, el proyecto de la medición neta no fue desarrollado por nosotros durante el tiempo que ejercimos la Vicepresidencia Ejecutiva de la CDEEE. Fue un proyecto de la Comisión Nacional de Energía, en momentos que no existía el Ministerio de Energía y Minas y que contó con el apoyo nuestro y de la Superintendencia de Electricidad
¿Qué es la medición neta? Es el resultado que se deriva de todo aquel que tiene generación renovable de hasta un mega y medio y decide vender el excedente a su distribuidora y lo vende al mismo precio que compra la energía a dicha distribuidora.
Lo que se pretende ahora es poner un precio menor a la energía vendida que a la comprada, bajo el argumento de que esto genera pérdidas a las EDES que compran energía más cara y deben pagar peaje a los municipios. Podría entender lo del peaje, pero en momentos de precios del petróleo como los actuales los precios de generación están a niveles por debajo de los 0.10 centavos de dólar el kilovatio.
El proyecto de generación solar era altamente costoso. Recuerdo que a nuestra llegada había proyectos para la firma a 0.53 centavos de dólar el kilovatio por veinte años, los cuales me negué firmar porque no podía embarcar al país en contratos de largo plazo con una tecnología que pronto se haría más barata.
El tiempo me dio la razón y a nuestra salida habíamos acordado proyectos a 0.17 que con seguridad ya hoy están mucho más baratos por el avance en la tecnología de los paneles solares.
Pero la energía solar que en sus momentos sólo permitía proyectos de gran inversión en capital se ha convertido en proyectos accesibles para la gran mayoría. Pero más importante, organismos internacionales financian paneles solares en viviendas de escasos recursos y estos pueden reducir sus facturas eléctricas considerablemente, vivir de forma confortable como debe ser para todos los seres humanos e incluso hasta tener pequeños ingresos si la cantidad de energía que consumen es menor que la que pueden comprar a las distribuidoras.
Este proyecto lejos de mutilarlo hay que promoverlo, es energía para los pobres, es competencia para las distribuidoras pero también una enorme competencia para la generación, contribuyendo a “democratizar la energía”.
El cambio que se pretende hacer no afectará a la gran industria, pues esta consume toda la energía renovable que es capaz de instalar, no afecta al gran consumidor residencial, que la utiliza en su totalidad.
Afecta a los proyectos pequeños, a esos usuarios que pueden mejorar su calidad de vida teniendo gracias a los paneles energía para estudiar, para usar el internet, para hacer las labores del hogar.
Pero más que nada, no cambiemos las leyes constantemente. Una de las preocupaciones de inversionistas en nuestro país no es la estabilidad económica, no es el crecimiento de nuestra economía, es precisamente los cambios en las legislaciones o peor aún de muchas que no requieren aprobación congresional.