No puedo entender que a veces nos situemos tan ajenos e indiferentes al dolor o los problemas de los demás, que llegamos hasta a pensar que “eso nunca me pasará”.
¿Será que llega un momento en que la gente se siente tan cómoda, feliz y realizada que se olvida que la vida es un camino de altibajos? Una cualidad que parece desconocida por las personas es la empatía o la capacidad de ponerse en el lugar del otro.
Es casi imposible sentir el dolor, la tristeza, las preocupaciones, o celebrar los triunfos y las alegrías de los demás como si fuesen propias.
El egoísmo y la envidia imposibilitan a los seres humanos sentirse felices por la felicidad del otro o lamentar sinceramente la tristeza del prójimo. En la práctica sucede todo lo contrario, aunque no es en la mayoría de los casos, la gente se alegra de las desgracias ajenas y les duele ver el crecimiento, progreso o simplemente la felicidad y la tranquilidad de sus semejantes.
Es por eso, que aquellos que tienen a su cargo la misión de formar a los futuros hombres y mujeres inculquen valores, buenos ejemplos, que les enseñen a esos niños la igualdad de las personas, que todo cuanto afecta a un ser humano le puede afectar a él mañana, que cuando un amiguito se cae y llora, tanto por el dolor de la caída como por la vergüenza que le produce haber perdido el equilibrio, la actitud correcta es acudir en auxilio de ese amigo, consolarlo y ayudarlo a levantarse con más seguridad, porque mañana el que necesite esa ayuda podría ser el mismo que hoy ayudó a levantar a otro.
Es importante tener presente que nada humano le es ajeno a ninguna persona, que muchas veces lo que se ve más lejos es lo que tenemos más cerca, que mientras se permanezca en este mundo de los vivos, se está propenso a las enfermedades, las angustias, los problemas, la tristeza, las pérdidas, las necesidades. Pero también, entran en el escenario, las alegrías, los logros, las satisfacciones, las épocas de abundancia, de bienestar, de tranquilidad y los intensos espacios de felicidad que tanto deseamos.
Así como uno espera que le lleguen bendiciones y puras cosas buenas, así mismo lo desean nuestros semejantes, por eso tratemos de desear a los demás lo que tanto anhelamos para nosotros.