Coordinación Sarah Carrasco
Texto Nazaret Espinal
Fotografía Karla Sanabia
Manejo Digital Glennys Crisóstomo
Maquillaje Mónica Mendoza
Vestuario María Reyes
Placa Mánnelik ortega
Le dijo “Chaito pues” a la televisión por un buen tiempo. Cuando se dio cuenta que se estaba estancando y de algún modo, arriesgando su estabilidad física y emocional, decidió poner las cartas sobre la mesa y hacer la jugada que le cambiaría la vida. El anonimato le sirvió, pero no tanto como ser padre. Eso sí que le puso los pies en su lugar y le abrió los ojos. ¿La actuación? El amor de su vida. Cuenta que cuando fue por vez primera al Teatro Nacional en el rol de actor, se dijo: “Tantas veces vine aquí a entrevistar gente y hoy estoy yo aquí, sobre el escenario”. Asegura que se sintió fenomenal. ¿Y saben que más? Mario canta, es barítono. Esa y otras sorpresas descubrimos en esta entrevista, al regreso del “talentico” a la televisión.
P ¿Cómo te cambió la vida ser papá? Me aterrizó. Me di cuenta de muchas cosas que estaban pasando y que no quería ver, y me hizo enfrentar ciertas situaciones de mi vida. Cuando uno tiene un hijo ya no piensa en uno mismo, sino en otra persona. Incluso me dio ganas de vivir, de llegar a viejo, que era algo en lo que nunca había pensado. Siento a veces que nací para ser papá y no lo supe hasta el momento en que llegó Sebastián.
P ¿Por qué el break en la TV? Tenía muchas responsabilidades. La mañana era para todo lo de producción (Loteka, un proyecto deportivo), en la noche Chévere Nights, luego el programa de radio. Llegaba a mi casa en la madrugada y si tenía energía, me ponía a trabajar. Por supuesto, sacaba tiempo para mi hijo. Estaba engordando muchísimo; exhausto mental, física y hasta espiritualmente. Y llegó un punto en que debía evaluar todos los trabajos que tenía y salir de algo. En realidad, el que menos veía dónde crecer era en Chévere Nights; tenía cinco años haciendo lo mismo. Por eso renuncié. Decidí enfocarme en la actuación. En medio de mucho estrés, fue algo que me dio satisfacción. No me había negado a la TV, estaba esperando una oportunidad… no quería entrar al primer programa que apareciera. Hubo muchas ofertas pero ninguna que me hiciera sentir confiado, como es el caso de lo que estoy haciendo ahora.
P ¿Te arrepientes? Nunca me he arrepentido de la decisión que tomé, porque los años fuera de la televisión fueron fenomenales, hasta del punto de vista artístico: me dediqué a tomar clases de actuación, hice teatro, películas. Muchas marcas se mantuvieron conmigo… Sufrí más por mis padres. A mi madre le dio más fuerte que a mí. Ella se sentía muy triste porque le encantaba verme todas las noches. Mi papá entendió que fue una estupidez también. Pero al final pienso que si me hubiera quedado ahí, todavía estuviera haciendo lo mismo y fueran casi 10 años en eso.
P Por lo que escucho, le estás dando mucha importancia a la actuación… ¿Recuerdas lo que te pregunté al principio, sobre cuál es tu sueño (off the record)? Yo duré mucho tiempo sin un norte. Claro, me encantaba lo que hacía, pero si me preguntaban qué quería ser de aquí a ‘X’ tiempo, yo no pensaba en eso, estaba disfrutando mi vida, el dinero me daba para mí y ayudar a los míos, estaba súper bien. Pero hubo muchas cosas que entendí en el camino. No tenía una pasión definida. La TV me encanta, pero decir que es mi pasión y que es lo que quiero hacer por el resto de mi vida, sería mentir. Entonces con la actuación, que era algo con lo que soñaba pero que veía tan lejos, yo encontré una pasión. Y cuando lo haces, tú te levantas de otra manera.
P ¿Por qué lo veías lejos? No sé. Por mi crianza. Mi papá era antitrujillista. Le mataron un hermano durante la dictatura de Trujillo. Él estuvo exiliado, todavía tiene complejo de persecución. Y para él, “la vida es dura”. De niño me cuidaba mucho, no podía hacer nada. Mi madre también es medio cerradita. Recuerdo que la primera vez que abrí mi mente fue con un libro (que cuando te diga cuál es, vas a decir, ¡wao!, qué disparate), El Alquimista de Paulo Coehlo, que es muy cliché. Pero hay una frase de ese libro que dice: Cuando tú quieres algo con el corazón, el Universo conspira para que suceda. Para mí fue tan chocante, y comencé a tratar de vivir con ese estilo y rompí con cierta manera de pensar. También hubo un momento que sentí que la vida se me estaba pasando. Que si no lograba hacer todo lo que me proponía antes de los 30, iba a ser un fracasado. Sentía esa presión. Y pasaban los años. Y ahora tengo 30. Acercándome a esa edad me di cuenta que ahora es que uno empieza a vivir. En este momento es que de verdad uno tiene todavía juventud y sabiduría; cuando tenía 20, no sabía absolutamente nada de la vida. Ahora es la combinación perfecta. Ahora siento que tengo todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera. ¡Te digo que a los 50 quiero empezar a escribir libros!
P Pero también a esa edad quisieras seguir actuando… No, quisiera actuar para el resto de mi vida. Aunque sea en un teatrito chiquitico, lo que sea. He encontrado en la actuación una cosa increíble. Es como una adicción. No te puedo comparar estar en el escenario con nada. El aplauso de la gente se me metió por los pies, me llenó y esa energía se apoderó de mi actuación. Es como un vicio, actuar.
P ¿La TV ayuda de alguna manera a que te tomen en cuenta para papeles? Claro que sí, ayuda muchísimo, porque al final, aunque no lo queramos decir de esa manera, el cine es un negocio. Un arte pero al fin, un negocio. El hecho de que escojas figuras conocidas te ayuda a despertar el interés de los que va a ver la “peli” y a promocionarla. Lo que no creo es que sea exclusivo que para ser estrella de cine haya que estar en la TV.
P ¿Qué quieres que la gente perciba ahora de ti como profesional? He aprendido que el actor tiene que ser tan disciplinado como un soldado. El respeto que le tengo a la actuación se tradujo en otras áreas de mi vida. Se ha convertido en un estilo. Estoy aplicando lo que aprendí de la actuación en la TV. Antes me iba a andar, llegaba a la casa, duraba tres horas durmiendo, me iba a trabajar y puede que me saliera bien, pero mucho de eso era cuestión de suerte. Ahora no le dejo espacio a la suerte. Me preocupo mucho por lo que sale de mi trabajo. Quiero que la gente sienta el respeto que le tengo al proyecto. El profesionalismo que está imperando en el trabajo que hago. Y tratar de hacerlo lo mejor que pueda. En cuanto a la actuación, me falta mucho por aprender. Quiero llegar a ese nivel de actores que da gusto verlos, disfrutarlos actuar. El deseo, la disposición y las ganas de seguirme preparando están. Tarde o temprano, me tome el tiempo que me tome, llegaré a convertirme en el actor que quiero ser, porque ya tomé la decisión. Quiero ser un buen actor. No quiero sonar engreído, porque no lo soy, pero eventualmente, lo voy a lograr.
P ¿Ser conocido te cambia? Claro que sí. Pero yo siempre he sido muy agradecido con el televidente. Estoy consciente de que quien te quita o te pone es el televidente. En el caso mío, me quité yo. Cuando una gente se acerca a ti, te saluda, eso es lo mejor, te llena. Para mí eso vale más que el dinero. Pero también te afecta. Hay momentos en los que cansa, eres un ser humano. Hay gente que llega a tu vida no por lo que tú eres sino por lo que representas. Vienen muchas cosas fáciles a ti, entras a cualquier lugar y tienes de todo. ¡Claro que te cambia!
P Y ese tatuaje… Tú vas a tratar ese tema.
P No sé, ¿se puede? Es un recordatorio. Yo siempre he sido muy positivo, pero hubo un momento en mi vida en que caí profundamente en una depresión. Me ha pasado dos veces, pero la última vez, duré mucho tiempo sintiéndome muy mal, y nada… quise tener un recordatorio de cómo es que funciona la vida. Quería tener algo que me recordara que si me siento triste en algún momento (es un imán con un signo positivo dentro) siempre hay que pensar positivo. Las alitas significan algo que prefiero no comentar.