Las mascotas son verdaderos amigos, son fieles, leales, incapaces de lastimarnos o causarnos decepciones. Muchas veces he escrito acerca del amor que llegamos a sentir las personas por nuestros animales.
Quizás por eso, me gustó tanto lo expresado por el señor Bob Satawake, esposo del embajador de los Estados Unidos en el país, sobre sus amados perros, en una entrevista que concediera a la periodista Norys Sánchez, para la sección 10 Momentos Inolvidables.
En sus palabras a la comunicadora, Satawake, expresó: “Las mascotas nos ofrecen tantas bendiciones, y nunca piden nada a cambio. Te quieren de manera incondicional. Nunca se molestan con uno, siempre se ponen felices cuando te ven, aún te hayas ido por cinco minutos o cinco días. Tal vez nunca entendamos lo que nos enseñan, pero es maravilloso compartir con ellos el diario vivir”.
Total y plenamente de acuerdo con sus palabras. Cómo él lo expresa, ciertamente nos enseñan algo cada día. Su amor incondicional, su paciencia, su ternura, la manera en que responden hasta a nuestros malos ratos, cuando no le dispensamos el buen trato que acostumbramos y aún así, mueven su colita cuando ven que nos acercamos.
A pesar de que uno siempre piensa en los perros cuando de mascotas leales se habla, yo, que he tenido muchos amigos del reino animal, puedo decir que todos responden de la misma manera, aunque no todos sean tan listos como los perros. Los gatos, por ejemplo, suelen convertirse en buenos amigos, a ellos les encantan los mimos, tanto darlos como recibirlos.
A veces nos sentimos superiores y no se nos ocurre que la actitud de los animales nos deja múltiples lecciones, que si abriéramos nuestros ojos y oídos, sin dudas, seríamos mejores personas, gracias a sus constantes pruebas de bondad y a sus demostraciones de afecto, a la alegría con la que nos esperan cada día.
Su humildad y lealtad incondicional son el más palpable ejemplo de su eterno agradecimiento por dejarlos vivir a nuestro lado y ser parte esencial de nuestra familia. Quizás pocos lo noten o no quieren darse cuenta, pero es tanto lo que ellos nos dan, que somos nosotros, y no ellos, quienes deberíamos estar agradecidos. l