Las pasadas dos últimas semanas coincidieron con que los días que escribo eran días festivos y este prestigioso diario no circulaba. Así que antes que nada quiero hoy desear a todos aquellos que dedican parte de su tiempo a leer lo que escribo cada miércoles muchas felicidades en este nuevo año.
Terminadas las fiestas debemos regresar al afán diario, unos por buscar qué comer, otros por rebajar las libras que ganaron en las navidades. Para mí siempre eso ha sido no solo de las cosas que más me perturban, sino que además creo que es una de las injusticias mayores del mundo, exceso en una parte de la población y carencia en otra mayor y lo peor es que las diferencias se hacen cada vez mayores por lo que espero que uno de los propósitos de este nuevo año sea que a los que nos sobra podamos hacer lo posible para compartir con aquellos que tienen muy poco o no tienen nada.
Hoy no voy a escribir sobre las proyecciones del Citi o del GP Morgan, eso lo dejaré para los próximos artículos. Hoy lo haré sobre algo diferente, pero sin duda de mucho más valor porque se trata de los mensajes que Don Luis Garcia Dubús y su esposa Doña Fanny nos hacen llegar cada semana a un grupo que llamaría de privilegiados que han titulado “Los Dos Minutos”.
Don Luis y Doña Fanny son de esos ángeles que se le han escapado a Dios para beneficio de todos aquellos que recibimos sus mensajes ricos en sabiduría que nos acercan a la palabra de Dios y que llevan paz a muchos hogares.
Cuanto tiempo de lectura y de preparación han tenido que invertir para hacer llegar mensajes que bien podrían convertirse en escuela para sacerdotes. En vez de acumular riquezas, poder, han logrado con el poder de esos “Dos Minutos” recomponer hogares, salvar matrimonios y dar lección de humildad que tanto nos falta a todos.
Cuando me lo encuentro en misa con el afecto de siempre me dice que reza por mí igual que lo hace todos los días por sus hijos, especialmente estoy seguro que sus oraciones llegaron cuando más las necesitaba para poder cargar con la responsabilidad que se me había encomendado frente al sector eléctrico.
El grupo que semanalmente recibimos ese mensaje exquisito no tenemos cómo agradecerle y es más, debíamos buscar la forma de que pueda llegar a muchas más personas que pueden aprovechar de la paz de sus mensajes.
Por qué no dedicar dos minutos para pensar cómo resolver la pobreza de nuestro país, cómo eliminamos el narcotráfico, el enriquecimiento ilícito. Dos minutos para llevar consuelo a quien lo necesita, no esperar a fin de año para repartir fundas y canastas a los que no comen cada día, dos minutos para visitar y consolar hogares de niños y de ancianos, dos minutos para trabajar en proyectos que beneficien las comunidades necesitadas, dos minutos para proteger el medio ambiente, dos minutos para dedicarlos a nuestros hijos y familiares, dos minutos para promulgar leyes que beneficien a todos y no a grupos, dos minutos para gastar menos, dos minutos para mentir menos, dos minutos para contribuir con aquellos que dedican sus vidas a servir a los demás, dos minutos para enseñar al que no sabe leer, dos minutos para ser mejores empresarios, dos minutos para ser mejores dirigentes, dos minutos para ser mejores políticos, dos minutos para ser más corteses, dos minutos para ser mejores comunicadores, dos minutos para dejar de ser chantajistas, dos minutos para ser mejores ciudadanos, dos minutos para repartir parte de lo que nos sobra, dos minutos para ser felices.
Para Don Luis y Doña Fanny miles de minutos más para que con su amor, su afecto, su espiritualidad sigan siendo a diferencia del farol de Diomedes que no pudo encontrar un hombre honesto, los DOS MINUTOS sean el vehículo para lograr que muchos ciudadanos sean ejemplos para así lograr mejorar nuestra nación.