Si retrocedemos en el tiempo, tenemos que admitir que las mujeres han logrado alcanzar muchos de los derechos que le corresponden para lograr la necesaria igualdad de géneros.
Siempre recuerdo a mi mamá decirme que quería estudiar derecho, pero tanto mi abuelo, como su novio, luego esposo, se opusieron rotundamente porque decían que el puesto de la mujer era en la casa, cuidando los hijos.
Recordaba eso durante la presentación y acuerdo que hicieron la semana pasada el Banco Mundial, representado por el buen amigo McDonald Benjamin y el presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, el empresario Campos de Moya; que el país perdió una gran abogada, pero sin embargo, sin saberlo mi abuelo y mi papá, años más tarde, fruto del destino, esa mujer de hablar pausado y recio carácter, dedicaría su vida a los que de alguna forma habían sido afectados por algún tipo de incapacidad.
En nuestra sociedad aún persiste ese sentimiento machista y, sin que tenga elementos científicos para probarlo, siempre he dicho que el aumento de los feminicidios se debe al excelente desarrollo de nuestras mujeres, que el hombre no sólo no acepta, sino que rechaza que tengan un mayor grado de independencia económica y más aún, si sus posiciones laborales son mayores que la del marido o compañero.
Referí durante el desarrollo del evento mi propia experiencia, donde prefiero mil veces trabajar con mujeres que con hombres, son más eficientes, más leales y son capaces de hacer cinco cosas a la vez, cuando los hombres apenas podemos concentrarnos en una.
En una de nuestras empresas, hace unos años, luego de un taller de planificación, logramos llegar a la conclusión que cuando se trata de ventas al público no puede ser que las ventas estén a cargo de hombres. ¿Por qué? Nunca podemos olvidar que el 80% del consumo está en manos de mujeres.
Están más a la moda, pero más que eso, son las que no sólo compran para ellas, sino que determinan qué comprar para los hijos y en muchos casos para el hombre también. El cambio a mujeres representó un crecimiento del 300%, se redujo el inventario obsoleto y pudimos emplear en corto tiempo a jóvenes que tenían la oportunidad de ir a la universidad, de aportar al presupuesto del hogar y muchas veces, en el caso de madres solteras, poder correr con los gastos de la familia.
Uno de los éxitos de zona franca es el elevado porcentaje de mano de obra femenina. El salario de las mujeres se invierte mucho mejor en el hogar. El hombre malgasta parte de su salario en juegos, bebidas y muchas veces en mujeres.
Pensaríamos que debido a las exigencias del presupuesto familiar la participación de la mujer en el trabajo remunerado ha crecido sustancialmente, pero desgraciadamente no es así. Incluso varía por región y tipo de trabajo.
De acuerdo la publicación de la Organización de las Naciones Unidas, “El Progreso de las Mujeres en el Mundo”, con variaciones regionales, el promedio mundial de participación femenina en el mercado activo era en 1990 de apenas el 52%. Sin embargo, un dato preocupante es que para el 2013, no sólo se había estancado, sino que había caído a un 50%.
En nuestro país, la desigualdad es manifiesta. En los cargos públicos ha sido necesario obligar por ley a una cuota del 33% para las mujeres. Es odioso, no debía existir cuota y tengo la seguridad que el día que tengamos más mujeres dirigiendo los destinos del país la eficiencia, la capacidad y la honestidad será mucho mayor.
Aún se piensa en las mujeres como apoyo en los trabajos administrativos y no para los puestos gerenciales. Las primeras son el 63% de la fuerza laboral, mientras que como parte de la gerencia, apenas ocupan el 33% de los empleos.
Hay importantes ejemplos de cambios, como lo ha sido Brasil y por supuesto, las economías desarrolladas, especialmente las europeas, donde la situación de la mujer es totalmente diferente. Han entendido que la mujer debe y tiene que jugar un rol importante en el desarrollo de las economías y por eso su nivel de desarrollo.
El avance de las mujeres en nuestro país lo vemos en las universidades, donde ya son el 65% de la matrícula total, más sin embargo, el 80% de los honores se los llevan ellas. ¿Será por eso que les tememos?
En el país hay esfuerzos importantes para lograr la igualdad de la mujer. Trataremos los mismos en otro artículo. Pero debemos tener claro: si no logramos la igualdad, tampoco lograremos salir de la pobreza.