Siempre he sido un ávido seguidor de los debates de los precandidatos a las elecciones de los Estados Unidos y por supuesto a la de los candidatos finales.Es un sistema que permite al electorado enterarse como piensa cada uno, cuál ha sido su récord de votaciones en los diferentes tópicos, si es un congresista.
Si es gobernador, cual ha sido su capacidad en desarrollar en su estado temas sensibles como la educación, el balance del presupuesto, reducción de la criminalidad, valores familiares, política migratoria, actitud frente a latinos, afroamericanos, temas religiosos, GLBT, etc.
Nosotros nos circunscribimos a mensajes vacíos en vallas con las que afectamos el medio ambiente y con mensajes cortos que realmente no dan la oportunidad al electorado de conocer profundamente al candidato.
Logramos conocerlo luego de que ya es presidente, senador, diputado, alcalde y debemos dejarlo a la suerte.
Son de los temas que una ley de partidos, la cual no queremos aprobar, debía contemplar.
Recuerdo que siendo presidente del Conep solicité a los partidos que hicieran públicos los currículos de los candidatos a puestos electivos, con la idea posterior de un debate; en este caso sólo de los aspirantes a la presidencia.
Recibí del Partido de la Liberación una bella carta felicitando la propuesta, firmada por su entonces secretario general, Lidio Cadet, pero los currículos nunca llegaron.
Del Partido Reformista nunca recibí respuesta. Del Partido Revolucionario Dominicano, a pesar de que inicialmente al doctor José Francisco Peña Gomez (EPD) no le gustó la idea, fue el único que luego envió una comisión encabezada por Rafael Gamundi Cordero con todos los currículos de todos los candidatos.
La semana pasada pude observar el debate demócrata con sus tres candidatos. Hillary Clinton necesita poca presentación, esposa del pasado presidente Clinton, trabajó incansablemente por mejorar el alcance de la seguridad social y Secretaria de Estado durante el presente gobierno del presidente Obama.
El senador Berni Sanders, del estado de Vermont, crítico feroz de la corrupción, y Martin O’Malley, gobernador de Maryland hasta el 2015, firmó la ley que prohibía escolaridad a niños inmigrantes ilegales y la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin duda, O’Malley ocupa un lejano tercer lugar al punto que en los debates era prácticamente ignorado, teniendo prácticamente que suplicar que lo dejaran participar.
Me llamó mucho la atención las posturas del senador Sanders, quien a pesar de su avanzada edad, es favorito entre la juventud estadunidense, precisamente por sus posturas frente a la corrupción política, a que las campañas estén financiadas por las grandes corporaciones, la gran discusión sobre la seguridad social donde los envejecientes se encuentran desprotegidos, mientras el 1% de los norteamericanos tiene más recursos que el resto de la población.
Cuando criticaba los aportes a las campañas, me hacía recordar la falta que hace en nuestro país la ley de partidos que limite los aportes y gastos en las campañas en un país como el nuestro con tantas limitaciones donde falta de todo en los hospitales, los asilos dan lástima y las condiciones sanitarias de nuestros barrios son alarmantes.
Pero lo peor es que se endeudan los candidatos que luego deben pactar con cualquier sector para poder cubrir sus deudas. Una campaña a regidor muchas veces parece la de alcalde y la de diputado o senador compite en vallas y despliegue de recursos con las presidenciales.
La señora Clinton tiene una gran experiencia de Estado pero no logra concitar confianza en muchos sectores, especialmente entre los jóvenes y las mujeres que le achacan complicidad en la carrera sexual del presidente Clinton.
Pero más que eso, tiene pendiente lo que pueda hacer el FBI sobre el problema de los correos personales cuando era secretaria de Estado. Sin embargo, sigue siendo una gran candidata con una experiencia tremenda.
El mensaje socialista de Sanders sin duda le va ganando simpatías. Podría ser el inicio de un nuevo sistema dentro del mismo capitalismo, poniendo limitaciones a los excesos que han llevado al mundo al borde de la quiebra.
Sus críticas feroces a Wall Street, donde afirma que a pesar de haber multado a ejecutivos por más de cinco billones de dólares por malas prácticas, ninguno está en la cárcel. Sin embargo, a un joven que lo sorprenden con un cigarrillo de marihuana, cuando ya muchos estados la han legalizado, debe cumplir el castigo carcelario.
Sanders pone a pensar no sólo a los norteamericanos, sino que debe poner a pensar a muchos de nuestros países donde la política ha dejado de ser un servicio, donde los gastos excesivos reprimen el crecimiento de una clase media más activa y la eliminación de la pobreza.
También he visto con interés los debates republicanos. Dios libre al mundo que el candidato que actualmente está puntero en las encuestas logre la presidencia del país más grande del planeta.
Por la importancia global de nuestro vecino del norte, hay que seguir con interés el curso de las elecciones. Pero, ojalá que en nuestra media isla podamos también oír las posiciones de nuestros candidatos y más aún, que se limite el exceso de gastos con sus consecuencias funestas para el presupuesto.