A pesar de que como la vivieron nuestros padres y abuelos no se parecía en nada a la que vivimos hoy, aún conserva algunas tradiciones que la siguen haciendo parecer realmente santa. Hoy se hace imposible creer que desde que el reloj marcaba las 12 del mediodía del Jueves Santo, nadie podía levantar la voz y poner música era un sacrilegio; nadie podía bañarse en un río y mucho menos intentar sostener relaciones sexuales. Se trataba de un duelo total por el calvario, crucifixión y muerte de Jesucristo. La familia asistía a las actividades religiosas y las señoras mayores mantenían a los más pequeños lo más tranquilo posible. A la hora de comer el menú era totalmente diferente a otros meses del año.
En la actualidad, la mayoría espera esos días para tomar vacaciones, irse a la playa, al campo y a la montaña. Quienes tenemos que trabajar y estudiar, nos sentimos emocionados de poder contar con cuatro días libres de obligaciones para hacer lo que nos plazca, sea salir de la ciudad o disfrutar de la tranquilidad del hogar en la dulce compañía de nuestros seres queridos. Durante la Semana Santa, la dieta de los dominicanos cambia, se incrementa el consumo de pescado y mariscos y se reduce la ingesta de carne, difícilmente una persona se quede sin probar un poco de habichuela con dulce. En este período, también preocupa la seguridad, tanto de las personas como de las propiedades, porque en las carreteras, en los ríos y balnearios se corren riesgos. Así mismo, aquellos que toman en exceso ponen en peligro sus vidas y la de las demás personas. Los que salen de la ciudad y dejan su casa deshabitada, resultan víctimas de los ladrones, que aprovechan su ausencia para penetrar a sus residencias y cargar con todo lo que puedan. Por eso, tenemos que tomar todas las previsiones para disfrutar tranquilos, retornar sanos y salvos y no encontrarnos con sorpresas desagradables al volver a nuestros hogares.
No debemos olvidar que todo tiempo y momento para pasarlo en familia, cerca de quienes nos quieren y a quienes queremos, lejos del ruido y de situaciones incómodas, debe ser vivido a plenitud, conscientes de que es una experiencia irrepetible.