Liriano: “Lo mejor que hice fue volver al Señor”

Francisco Liriano ha ido de lágrimas y desconsuelo a disfrutar de una paz que le tiene disfrutando del mejor momento de su carrera en las Mayores.

Francisco Liriano ha ido de lágrimas y desconsuelo a disfrutar de una paz que le tiene disfrutando del mejor momento de su carrera en las Mayores. Las dudas son escasas. La confianza ha regresado. Y la respuesta de su éxito proviene de un cambio que decidió hacer a lo interno y que le ha brindado frutos hacia lo externo.

“Lo mejor que hice fue volver al Señor”, dice Liriano a elCaribe desde su residencia en Pittsburgh, Pennsylvania. “Mi éxito este año fue que gracias a Dios volví a aceptar a Dios en mí. Vivo en paz y eso me permite dedicarme a mi familia primero y luego a jugar pelota. Luego no tengo más nada a que prestarle atención”, comenta.

El zurdo revela que desde febrero no consume alcohol ni tampoco le dedica tiempo a las actividades nocturnas que antes le quitaban tiempo y concentración. “Gracias a Dios no tomo. El alcohol fue motivo de conflictos en mi vida. Reconozco que estuve alejado del Señor. No que andaba por el mundo haciendo daño ni mucho menos, pero me afectaba yo mismo y no escuchaba el llamado de Dios, aunque algo me decía que lo aceptara, pero no daba el paso final”, dice.

Todo era sonrisas por un breve momento de la pasada temporada muerta, cuando firmó por dos temporadas y 12.75 millones de dólares con los Piratas en la temporada muerta pasada. Pocos días después, antes de partir a Estados Unidos a realizarse el examen médico que certifica un contrato en las Grandes Ligas, tuvo un accidente doméstico en su natal Palenque, San Cristóbal, y su brazo derecho estaba destrozado.

“Ha sido el momento más terrible de mi vida. Sentí que mi carrera se había terminado en ese mismo instante. No quería hablar con nadie. Me trancaba por horas solo. Lloré mucho. Me sentía derrotado y no pensé que volvería a lanzar”, recuerda con un rostro sobrio y unos ojos que se abren como si intentaran ser un proyector que recrea la escena de ese duro día de diciembre pasado.

El diagnóstico original, cuenta Liriano, era de cinco meses para volver a lanzar. Logró un pacto de una temporada por un monto base de un millón de dólares,  beneficios adicionales por actuación de 3.75 millones de dólares, y una opción de ocho millones de dólares para 2014.

“Llegué al entrenamiento (en Bradenton, Florida) con pocas esperanzas y muchas dudas. Tenía el brazo derecho roto como en cinco partes. Un día sentí que tenía que dar el paso, llamé a mi primo Santiago (Casillas, relevista de los Gigantes), y a mi esposa y les dije que me convertía de nuevo, que me alejaba de todo lo mundano”, dice.

Liriano se deshizo de muchas cosas en lo inmediato. “Tenía muchos carros y vendí unos cuantos. Los que tengo ahora es porque los necesito. Y así comencé por quitarme de encima lo que me alejaba de Dios”.

Al paso de poco tiempo, Liriano sentía cómo la lesión en su brazo derecho iba cediendo y su recuperación era asombrosa. “Poco a poco fue llegando la mejoría en mi brazo derecho como si fuese un milagro del Señor. Volví a lanzar en mayo en Grandes Ligas, cuando inicialmente era después de junio o julio, y no he tenido ningún inconveniente con lesiones. Nada. Eso es obra de Dios”, añade.

Gran temporada

El resultado de su decisión es una campaña de 16 victorias, cifra tope de su carrera, con un buen promedio de carreras limpias de 3.02, números sorprendentes, máxime para un lanzador que empezó a trabajar en mayo con los Piratas.

Francisco, que debutó en las Grandes Ligas en 2005 con Minnesota, ha sido el mejor abridor de Pittsburgh en la contienda. Líder en ganados y en promedio de carreras limpias para una escuadra que clasificó a la postemporada por primera ocasión desde 1992.

Su paso por el negocio ha estado marcado por la inconsistencia y las lesiones. En 2013 no se ha visto nada de eso.

“Cualquiera no lo cree que no he estado en la lista de lesionados ni que se puede decir que he tenido un mes muy malo. Gracias a Dios he podido mantenerme en la rotación, ayudando al equipo a ganar. Nosotros estamos bien confiados de lo que podemos hacer y me siento orgulloso de poder cooperar”, dice.

Un elemento importante en su éxito ha sido no tratar de hacer más de la cuenta. “Si perdí, tranquilo. Si gané, tranquilo. No me desespero ni dejo que eso me afecte. Todo se queda en el terreno y luego a la casa con Dios y la familia”.

El dominicano pierde ante los Cachorros

Las esperanzas de los Piratas de ganar la División Central de la Liga Nacional recibieron ayer un fuerte golpe cuando Darnell McDonald dio un cuadrangular de tres carreras para guiar a los Cachorros a una victoria por 4-2.  Cuando restan tres encuentros de temporada regular para cada equipo, los Piratas están tres juegos de los Cardenales de San Luis, líderes de la división.

Perdió Francisco Liriano (16-8), quien recibió cuatro anotaciones y ocho hits en cinco episodios; otorgó un pasaporte y registró ocho ponches. AP

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