Hace unos días escribí sobre el tope de los salarios de los maestros y mi querido amigo Hamlet, con el afecto y el respeto que ambos nos hemos profesado siempre, dijo al referirse al artículo: “Más que enredarse en rebatir o apoyar sus (los míos) criterios, el tema conduce a cuestionar ¿por qué no exigir a los empresarios y a los funcionarios del Gobierno que cumplan con requisitos semejantes a los que algunos demandan para los maestros? Celso dice haber sospechado, desde que se anunció el aumento al presupuesto del Ministerio de Educación, que una de las consecuencias del mismo iba a ser, como de hecho ha sucedido, que se desatara el reclamo del gremio magisterial de aumentos salariales para los maestros. Algo parecido sospecharon otros cuando el Gobierno anunció en noviembre pasado el ‘paquetazo fiscal’ al vaticinar que los empresarios especularían con los precios de todos los productos, tal cual ha sucedido”.
Lo que Hamlet olvida es que ya no vivimos en el país de los años setenta. Aun cuando muchos empresarios carecen aun de sensibilidad social, en el país se ha ido desarrollando una cultura de la responsabilidad social empresarial. Ya no solo nos limitamos a generar empleos y pagar impuestos.
Ahora somos conscientes del respeto al medio ambiente, de promover la mejora de la calidad de vida de los sectores menos favorecidos ubicados dentro del área de influencia de nuestras empresas o en otros sectores que necesiten apoyo especial. Creamos condiciones para renovar las viviendas de nuestros empleados y tenemos una genuina preocupación por la educación.
Igualmente, el empresario de hoy enfrenta retos diferentes, la apertura de mercados significa competir con el resto del mundo, una competencia que no permite especular con los precios. Los dominicanos son hoy consumidores mucho más informados y conocen los precios de los productos y buscan las ofertas más convenientes para sus bolsillos. Incluso realizan compras por Internet en las cuales se permite importar hasta doscientos dólares de mercancía sin pagar impuestos, sin que muchos reparen que esto representa una especie de competencia desleal, los empresarios debemos pagar un veinte por ciento de arancel y un dieciocho por ciento de ITBIS por cada artículo importado.
Hamlet no admite el aumento de sueldo de la ministra de Educación en vista de la mala calidad de este servicio en nuestro país. En principio no concuerdo con él. Una persona de su capacidad y experiencia y con el deseo de hacer mejoras en un servicio que acarrea males desde hace muchos años, merece un salario de acuerdo a su preparación, es ese el motivo por el cual muchas personas preparadas y honestas prefieren permanecer en el sector privado. Sin embargo, opino que constituyó una falta de tacto gerencial por parte de la funcionaria aumentar su salario antes que el de los maestros y sin haber realizado previamente un estudio de salarios.
Concuerdo plenamente con que el sector público debe tener topes salariales. Los niveles de algunos salarios, pensiones y beneficios son exorbitantes y definitivamente es algo que debe reglamentarse. Ocupé una posición oficial y no sólo mantuve el mismo nivel salarial que encontré, sino que al presidir los consejos de las distribuidoras de electricidad nunca cobré ni un centavo adicional por esta función. Pienso que debemos mejorar las condiciones de los menos favorecidos primero, y no sólo por un asunto de justicia social, que es lo primordial, sino también porque en la medida en que más dominicanos se desarrollen y progresen, mejor será su poder adquisitivo y tendremos una economía más activa y productiva, en beneficio de todos, no solo de los empresarios.
Apreciado Hamlet, el embudo lo visualizamos ahora de un modo diferente, vemos a nuestros clientes como aliados, evitamos que su capacidad de compra sea mermada, no solo porque afecte nuestras ventas, sino porque la mayoría procuramos que exista una sociedad equilibrada y justa.
En la medida en que más dominicanos se desarrollen y progresen, mejor será su poder adquisitivo y tendremos una economía más activa y productiva, en beneficio de todos, no solo de los empresarios.