Casi cerrando sus maletas para emprender un viaje de negocios, Celso Marranzini nos recibió en sus oficinas de Multiquímica, allí comenzó a narrar los recuerdos más remotos de su existencia. Aunque a la edad de cuatro años fue afectado por el polio y debió ser llevado a un hospital a los Estados Unidos, lejos del entorno familiar, considera que su infancia fue muy buena, rodeado de buenos amigos y de una familia que le brindó todo su amor y apoyo para su recuperación. La vida lo ha llevado a ocupar importantes posiciones en el sector privado, y en el sector público estuvo por tres años al frente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales. Su firmeza de carácter y la determinación con que asume cada reto le han permitido lograr las metas que se ha propuesto. La parte más emotiva sale a flote cuando le toca hablar de su madre, doña Mary Pérez. Ella, más que la mujer que le dio la vida, es el ser humano a quien más admira.
1. Infancia feliz
Nací en Santo Domingo, hijo de Constantino Marranzini y María Altagracia (Mary) Pérez. Lo que más recuerdo de mi infancia es cuando me dio polio, yo tenía cuatro años. Recuerdo que yo iba caminando de un sillón a otro y me caí. Recuerdo el momento en que me llevaron a los Estados Unidos, desde el avión me subieron en una ambulancia. No olvido todos los gritos que di cuando me dejaron solo. Imagínate, un niño de cuatro años que lo dejan solo en un hospital, donde no entendía lo que le decían las enfermeras. Fuera de eso, mi infancia fue una infancia muy buena y feliz, con muchos amigos. Era la época en que uno podía jugar en la calle. Tenía mis amigos del barrio y luego los del colegio. Estuve en el Colegio del Apostolado, que estaba, primero en la misma calle de mi casa, yo nací en la calle César Nicolás Penson, y después se mudó a la avenida Bolívar. Yo estuve hasta el segundo de primaria en el Colegio del Apostolado y después pasé al colegio Calasanz, hasta el segundo del bachillerato, y terminé en el Colegio Carol Morgan los dos últimos años del bachillerato.
2. Trujillo
Hay que recordar que el dictador Trujillo, vivía en la César Nicolás Penson, donde ahora está la Biblioteca Naciona,l y nosotros jugábamos pelota en un solar que estaba al lado de la casa del Presidente Trujillo. Un día, desgraciadamente, la pelota se le pegó, nada más y nada menos que al carro de Trujillo. Todos los demás salieron corriendo y yo no pude. Entonces, Trujillo recogió la pelota, me la dio y me dijo: “A mí me gusta que los niños hagan deporte”. Cuando contamos eso en mi casa, no nos dejaron jugar más nunca en ese solar.
3. Familiares y amigos
Éramos tres hermanos, uno de ellos murió, a los 42 años, quedamos dos varones. Mis padres se dedicaron totalmente a mi recuperación, porque a mí hubo que enseñarme a caminar nuevamente. Me hacían ejercicios, aunque, indudablemente, siempre se me trató igual a que mis demás hermanos. Así mismo era con los amigos, hay uno de ellos, al que recuerdo con mucho cariño, que en el colegio, cuando todavía yo no caminaba y andaba en silla de ruedas, él salía antes de que terminara su clase e iba a buscarme. Mantenemos una gran amistad y un gran aprecio. En el colegio también, nunca hubo diferencia de ningún tipo. En la casa mis padres estuvieron pendientes de mi recuperación, hasta que yo empecé a caminar, ese fue un proceso, ya a los seis o siete años, caminaba con muletas y me desenvolvía perfectamente.
4. Travesuras
Yo hacía muchas travesuras. La madre de uno de mis amigos siempre me recuerda la pela que ella me dio cuando me encontró encaramado en el techo de la casa, y otra muy buena es la de un solar que daba al otro lado del Colegio del Apostolado, que quedaba más bajo y nosotros mirábamos por la verja, hasta que un día nos desesperamos y nos subimos, aunque volar la verja para mí, significaba que uno me tirara de un lado y que otro me aparara del otro lado, y salir por la misma verja era muy difícil, porque era muy alto. Llegó una de las monjas y nos ordenó que nos fuéramos de ahí y yo le dije que no podía salir y ella me dijo: “Pues usted se queda aquí”. Y le respondí: “eso era lo que yo quería”, y me dijo: “Mire sinvergüenza, salga por la puerta delantera”. No valió que le dijera que me dejara un ratito, que yo había estudiado hasta el segundo del bachillerato ahí.
5. Casado, con hijos y nietos
Me casé muy joven, a los 21 años, tengo seis hijos varones, de los cuales hay cinco casados. Tengo 11 nietos. Mi vida en lo personal ha sido muy exitosa al lado de mi esposa, comenzamos a ser novios cuando yo tenía 17 años y ella 16. Nos conocimos porque sus hermanos estaban en el Colegio Calasanz, igual que yo, y después coincidíamos en los veranos en Jarabacoa. Cuando nos casamos, ella tenía 20 años y yo 21. Tengo una familia muy unida, donde normalmente, cuando usted tiene varones, las esposas tienden a llevárselos a sus casas, en mi caso es diferente, viven todos en mi casa, incluso, dos de mis hijos están casados con dos hermanas venezolanas y ellas dicen que yo soy su papá dominicano, y con las otras, que son dominicanas, la relación es muy bonita, siempre están con nosotros, en la casa o en Jarabacoa. Siempre inventamos salir todos juntos. En las fiestas de cumpleaños no tenemos que invitar a nadie, con nosotros es suficiente. Jajaja…
6. Abuelos
Mi abuelo Constantino, murió estando yo muy niño. Mi abuelo Celso, tenía un carácter fuerte, decidido , y yo heredé parte de ese carácter. Era un hombre de poco hablar, pero cuando hablaba había que oírlo. En mi vida existió una persona que me marcó mucho, que fue el abuelo de mi esposa, don Fello Esteva, yo lo disfruté mucho como abuelo político. Era un hombre de una gran sabiduría y de una honestidad tremenda. Para mí, eran cátedras las que me daba. A él lo pude disfrutar como no pude disfrutar a mis abuelos. Mi abuelo Celso murió cuando yo tenía 13 años, pero entiendo que heredé mucho de él. Cuando yo estaba en la CDEEE, no tenía fotos de mi familia, porque yo estaba consciente de que ese era un puesto transitorio, solo tenía la foto de mi abuelo Celso, detrás de mí, y a veces cuando yo tenía que enfrentar alguna situación, me volteaba y le preguntaba, ¿qué tu opinas?, creo que siempre me dijo lo que yo tenía que hacer.
7. Mayor tristeza
Fue en el momento que murió mi hermano, que murió de un infarto, y el momento en que murió mi papá. Mi papá murió en el año 1993, después de una terrible enfermedad de cáncer, pero la muerte de mi hermano, que era el segundo de nosotros, fue algo terrible. Él murió de un infarto fulminante. Estaba viendo televisión con su esposa, el día anterior había sido el cumpleaños de uno de sus hijos, y él se levantó a buscar un pedazo de bizcocho a la cocina, y al ver que tardaba en llegar de la cocina, la esposa lo fue a buscar y lo encontró en el piso, muerto. Yo llegaba ese día de un viaje, y lo más difícil fue ir donde mi mamá a decirle que mi hermano había muerto. Mi mamá también estaba de viaje y cuando yo llegué a su casa, comenzó a preguntarme que cómo me había ido y se puso a contarme cómo le había ido a ella y entonces yo le dije que eran las tres de la mañana y ella me dijo: “Cómo, ¿y qué tú haces aquí a las tres de la mañana?”. Tuve que empezar a decirle que mi hermano estaba muy grave, aunque ya estaba muerto. Entonces, en el camino decirle eso y ella decirme, que por qué él y no ella, porque aceptar la muerte de un hijo es muy difícil, es tan difícil, que no existe una palabra para definirlo, uno es huérfano, viudo, pero no existe una palabra para cuando uno pierde un hijo, porque la ley natural es que uno muera primero que sus hijos. Primero se van los abuelos, después se van los padres y después se va uno. Por eso es tan dura la muerte de un hijo. Creo que ese fue uno de los momentos más duros de mi vida.
8. Credibilidad
El año 2003, también fue un año muy difícil por la crisis bancaria. Nosotros acabábamos de hacer una ampliación muy grande en dólares, y con eso la deuda más que se duplicó, pasamos de 14 por uno a 50 por un dólar. Si uno hace las cosas bien y no le falla ni al banco, ni a los suplidores, las cosas salen bien. Siempre hay que dar la cara. A mí me pasó en la CDEEE, en el 2012, que yo estaba ya saliendo, otro funcionario, el señor Jesús Polinaga, presidente de AES en ese momento, va a mi oficina y me dice que no había gas suficiente para terminar el año, el gas se compra con un año de anticipación, y él me dijo: “yo puedo conseguir un barco, pero tienes que buscarme 10 millones de dólares”. Yo no tenía un centavo, pero le dije que viniera al día siguiente que yo le daría ese dinero. Llamé al gerente financiero y le pedí el dinero y me dijo que no teníamos ni un chele. Entonces me fui a un banco, llamé a las autoridades de esa entidad y les dije que les estaba enviando un cheque sin fondo, y un ejecutivo me respondió: “a ti yo te doy lo que tú quieras, porque tú nunca has fallado en un pago de este banco”. Eso salvó el resto del año 2012. Es importante siempre dar la cara y cuando uno se equivoca buscar la manera de enmendar su error.
9. Cambios
Una de las decisiones más difíciles que he tomado en mi vida fue cuando me fui de Celso Pérez S.A. Yo tenía 17 años trabajando allá como empresario y salir de esa empresa que era una empresa grande, para una empresa pequeña, que prácticamente estaba naciendo con ciertos problemas financieros, porque hay que recordar que el año 84 fue el año de la crisis del Gobierno de Salvador Jorge Blanco, cuando buscar dinero para invertir era sumamente difícil. Ese fue un paso difícil, pero la vida me dio la razón de que fue el paso más acertado.
10. El futuro
No me pienso retirar por ahora. Les digo a mis hijos que pienso retirarme a los 95 años. Mi mamá tiene 87 y su gran preocupación es que los sábados y los domingos no puede ir a Rehabilitación. Aspiro a ser parte de un país mejor, ver un país que se encamine, que se reduzca la pobreza. Fui el presidente más joven del Conep.
Profesional y personal
En la parte empresarial, para ser exitoso, lo que usted tiene que hacer es levantarse primero que su competencia, trabaje todos los días, economice los centavos, porque los pesos se defienden solos. Es muy importante tener conciencia del ahorro, rodearse de gente competente, que sepa hacer el trabajo. En la parte familiar, entender que la familia es el núcleo fundamental, que usted tiene que dar el ejemplo en la familia. El hecho de tener seis hijos varones, que trabajan cinco de ellos conmigo, es importante tener muy claro lo que es la familia y lo que es el empleo. Ellos saben que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Siempre hago una anécdota de la esposa de uno de mis hijos, que un día, comiendo en mi casa, me dice: “Don Celso, yo quiero que usted le de tres días de vacaciones a Eduardo, la semana que viene”. Yo le dije que había un problema, y ella me preguntó que cuál, y le respondí que el jefe de Eduardo no estaba ahí, que ahí el que estaba era el papá. Le dije que a él que fuera el lunes donde su jefe y le preguntara. Si no se pone el corazón en lo que uno hace, no se puede alcanzar el éxito. Una de las grandes preocupaciones que se debe tener en las empresas familiares es el cambio generacional. Hemos visto grandes empresas que han quebrado, porque los hermanos se enfrentan. Hay un refrán que dice que el abuelo la crea, el hijo la crece y el nieto la quiebra.
Educación
“Los empresarios siempre nos hemos preocupado por la educación. Yo fui presidente de Educa en el año 2000, cuando terminó mi período en el Conep”.
Reflexión
“Si me arrepiento de algo, es de haberle dedicado mucho tiempo a las empresas y a las asociaciones y haberle robado ese tiempo a mi familia”.
Tema
“La falta de consistencia es lo que ha hecho tan difícil la solución al problema eléctrico. No se puede medir el sector eléctrico en períodos electorales”