Su infancia en Moca transcurrió feliz, a pesar de que a los siete años, sufrió el rudo golpe de la muerte de su padre. La ausencia de su papá, incrementó la carga de su madre, quien tuvo que trabajar muy duro para poder levantar los cinco hijos procreados con su difunto esposo. Recordar los sacrificios y esfuerzos de su madre, por sacarlos adelante, le causa una enorme tristeza, pero al mismo tiempo, representa la causa principal de la gran admiración y respeto que siente por ella. Desde muy chiquita, supo que quería ser médico y alcanzada la edad para ello, se matriculó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde obtuvo el título de doctora en Medicina. Había logrado su sueño.
A lo largo de su carrera se ha enfrentado a un sinúmero de situaciones difíciles, que han dejado al descubierto su gran sensibilidad humana.
La suya es sin duda, una historia llena de ejemplos de superación personal. Es la vida de una mujer que siempre fue más allá del deber, que ha ejercido su profesión apegada a la honestidad, la solidaridad y la empatía con los más necesitados.
1. Nació Tati
Nací el 26 de julio de 1946, en la clínica Guadalupe de la ciudad de Moca, provincia Espaillat. Soy hija de Claudina Marcelino viuda Guzmán y José Guzmán Tejada. Mi padre falleció siendo yo muy niña, cuando yo tenía siete años. Recuerdo que era un hombre de mucha visión de futuro, vivíamos, yo pequeñita, en la comunidad de Puerto Grande de Moca y él trabajó con Jacobito de Lara, que muchas personas no lo saben, en la construcción de la carretera Jamao al Norte y para continuar los trabajos él se mudó con su familia a esa comunidad. Mamá fue una mujer que se dedicó por completo a sus cinco hijos. Luego los cinco vinimos a la capital, porque ingresamos a la universidad, gracias a Dios y a mi madre.
2. Niñez Feliz
Mi niñez fue muy feliz, de los cinco hijos de mis padres, soy la mayor. Fui una hija, como mis otros hermanos, muy valorada por mi madre y por todo el entorno familiar. Un entorno familiar de gente trabajadora. Al fallecer papá, la ligazón de la familia por parte de mi padre no era mucha, pero sí por la familia de mi mamá. En ese campo donde vivíamos no había escuela y muy pequeña, a la edad de siete años, me internaron en el Colegio San José, de Puerto Plata. Mis años de primaria los hice en este colegio, recuerdo que jugaba volibol. Era la más alta del grupo. Viví una niñez muy feliz en la casa de mis abuelos. De mi abuela, Fidelina Cabrera, aprendí la bondad y de mi abuelo, Ramón Marcelino, aprendí la disciplina, aunque ya venía con mucha disciplina de parte de mi madre, pero ellos se encargaron de reforzarla, sobre todo, papá Ramón.
3. Lindos recuerdos
Uno de los momentos que más recuerdo de mi niñez es que mi abuelo cultivaba café. Él contrataba a muchos hombres para la época del café y entonces, todos los nietos íbamos a ayudarle a estos hombres, pero ¡ay de aquel nieto que le quitara un grano de café a la mata! Podíamos recoger el grano que caía de la mata. Entonces, luego mi abuelo les compraba a sus nietos ese café que recogíamos. Aprendí de mi abuelo, que en la vida hay que trabajar y que usted por una jornada debe de recibir un salario. Por otro lado, a mí me gusta mucho el baile, aunque ahora lo hago esporádicamente, mi hermano y yo éramos compañeros de baile, mientras todas la muchachas iban con sus padres a las fiestas yo lo hacía con mi hermano, él y yo ganábamos concursos de bailes.
4. La vida universitaria
Cuando terminé el bachillerato, ya yo sabía lo que iba a estudiar. Cuando falleció papá, un tío actuó como tutor. Si todavía hoy día hay patrones culturales de machismo, imagínate en esa época. Recuerdo que mi tío le decía a mi madre que las mujeres nada más podían ser maestras o se quedaban en sus casas, pero yo siempre tuve el apoyo de mi madre. Entonces, la universidad, que ya era autónoma, llamó a examen de admisión y yo apliqué y se nos dijo que se nos iba a informar por el periódico elCaribe. Yo buscaba elCaribe todos los días. Ese día, busque la página y vi mi nombre. Ingresamos a la universidad y a la semana estalló la Revolución de Abril. Yo vivía donde una tía en el ensanche Ozama y me fui para Moca. Pasó el tiempo y reiniciamos la universidad.
5. Una mujer activa
Ingresé como circulista al Partido de la Liberación Dominicana, duré siendo circulista seis años. A partir de los años 80, mi vida se desenvuelve entre el trabajo profesional, la familia, lo académico, la política y lo gremial y ya el deporte pasa a la historia. Ya ves que soy muy activa, no tolero la inactividad.
6. Lo más doloroso
Tengo recuerdos dolorosos, como el fallecimiento de mi padre, lo duro que trabajaba mi madre, que Juan Bosch no haya sido presidente en el año 1990 y que la UASD no haya dado el salto que debió haber dado mi alma mater. En lo personal, que mis hijos no vivan en el país, los tres viven fuera y nos vemos cada tres meses. Ellos están bien, pero el hecho de que ellos no vivan aquí me entristece un poco porque las madres quieren siempre tener a sus hijos cerca, Pero con toda la tecnología de ahora, nada es lejos. Tengo mi madre viva y a todos mis hermanos, pero sí, de niña me afectó la muerte de mi padre y los afectos que me faltaron son momentos que me marcaron.
7. Un regalo especial
Cuando dirigí el Departamento de Enfermedades Infecciosas del hospital San Lorenzo de Los Mina, hace muchos años, un niño que, si mal no recuerdo se llamaba Joel, hizo una meningitis, producida por la bacteria del Mophilus Influenzae, para la que en esa época no había vacuna y había cepas de esa bacteria que eran resistentes a los antibióticos comunes. Entonces, el único antibiótico eficiente, el hospital no lo tenía, ni lo podía comprar, porque era muy costoso. Entonces yo toqué las puertas de la casa que lo traía al país, la casa lo donó y el niño se salvó milagrosamente. Luego, la mamá me regaló una placa de reconocimiento a la pediatra infectóloga. El niño era un bebé en ese entonces, me gustaría tener noticias de él. Hoy debe tener 33 años.
8. Por ser mujer
Como mujer es duro, porque todavía el país tiene que romper patrones culturales muy fuertes. Para la mujer llegar a ocupar espacios relevantes o una posición, ésta tiene que trabajar y estudiar diez veces más que el hombre. Pero aparte de eso, tiene otras obligaciones que el hombre no tiene, y eso que yo tengo un esposo que es muy solidario, pero, ¿y las que no lo tienen? Para mí, ha sido muy duro. Nosotras las mujeres hemos tenido que esforzarnos demasiado y te puedo decir, que por el hecho de ser mujer mi labor en Senasa se me ha hecho más difícil.
9. La funcionaria
Aquí en Senasa he tenido una buena experiencia. Aquí la experiencia es grata, porque la generación nuestra siempre anheló un sistema de salud de alta calidad y con lo que estamos haciendo, vamos hacia ese objetivo. A ustedes les toca continuar para lograr lo que mi generación quiere.
10. Mas allá del deber
Recuerdo que yo veía cómo los niños y las niñas que yo recibía como pediatra, a los que les ponía la vacuna para el Mophilus Influenzae, esos niños no hacían meningitis a esa bacteria, que era la más frecuente. Sin embargo, en el Robert Reid y el hospital de Los Mina, eso era día a día llegando con meningitis al Mophilus Influenzae. Eran niños pobres que sus padres no tenían la posibilidad de comprar la vacuna. Entonces, les daba una meningitis, se morían o quedaban con alguna incapacidad. Por eso, cuando llegué a Salud Pública como secretaria, en el primer gobierno del presidente Leonel Fernández, sentí que era mi oportunidad y justamente se dio la oportunidad de hacer una investigación que sirvió de base para incluir la vacuna del Mophilus Influenzae en el programa creado por nosotros y así, cuando la Secretaría de Salud Pública en aquel entonces la incluyó en el plan, la Sociedad Dominicana de Infectología me entregó una placa de reconocimiento.
Entre el trabajo y la vida hogareña
Siendo estudiante de Medicina me uno en mi primer matrimonio a Pedro Mirito, con él tengo dos hijos, César y Mitir. Me hice especialista, pasada la mitad de los años 70. Luego, hice pediatría en el hospital Robert Reid Cabral, y me voy a México a estudiar Infectología. Permanecí un tiempo en México, donde me desarrollé en el aspecto profesional y ya en el 80 regreso e ingreso como encargada de Infectología del hospital San Lorenzo de Los Mina. Allí tuve la oportunidad de ser fundadora y cofundadora de la Residencia de Especialidad en Pediatría y Ginecobstetricia en el hospital San Lorenzo de Los Mina. Me inicié en la docencia de pediatría e infectología en la UASD. Después gané un concurso en el Robert Reid donde fui encargada de la emergencia en ese hospital. Después me casé con el doctor Fernando Sánchez Martínez, él tenía tres hijos, críamos los míos, los suyos y los nuestros. Tuvimos una hija, en total son seis. Esta es médico psiquiatra y vive en el extranjero. El resto eligió otras carreras. Entonces, mi vida transcurre criando los hijos, pasé a trabajar en la Sociedad Dominicana de Pediatría, en la docencia, participaba en actividades científicas en congresos e investigaciones hasta que ingreso al PLD.
Monitora
En la universidad yo era buena estudiante, incluso cuando era muy difícil ser monitora, yo impartía una de las materias básicas y clave”.
Activa
En mi época de estudiante de Medicina, yo era del equipo de vólibol de la UASD. Esa época transcurrió entre el estudio y los deportes”.
Ausencia
Mi padre falleció siendo yo muy niña y en mi infancia, me afectó mucho su muerte, pero tengo a mi madre viva y a todos mis hermanos”.