José Miguel Soto Jiménez, exministro de las Fuerzas Armadas dominicanas, confiesa que desde que puso los pies en la academia militar sabía que algún día llegaría a la posición más elevada a la que puede aspirar un soldado. Sin embargo, consciente de que no bastaba el deseo de alcanzarlo, se preparó, estudió y se convirtió, relativamente en corto tiempo, en uno de los oficiales mejor preparados en los cuerpos castrenses. Fue así como logró su sueño.
De su infancia, recuerda, sobre todo, a su abuelo, de quien dice fue su maestro, la persona de la que más aprendió en la vida, un gran amigo y el único que le dio su apoyo, cuando en contra de toda su familia eligió la carrera militar.
La rectitud y severidad de sus padres, combinada con la dulzura del abuelo, le permitieron el equilibrio para desarrollar su personalidad.
1. Cibaeño
Nací en Santiago de los Caballeros, el día dos de marzo de 1956, ya tengo 57 años. Mi padre se llama Freddy Soto Peña y mi madre, ya fallecida, Miriam Josefina Jiménez. Ella fue declamadora, fue de las primeras bailarinas del país. Era una mujer de mucho carácter. Tengo una memoria temprana muy viva, es decir que recuerdo cosas desde que tenía cuatro años de edad. Esos recuerdos recrean un aspecto muy importante de mis orígenes. Provengo de una familia, de parte paterna, de comerciantes, que no son cibaeños, porque mi apellido no es cibaeño, mi apellido es ocoeño, y por el lado de mi madre, es una familia muy santiaguera. Mi abuelo materno nació en La Joya de Santiago y ahí hay un aspecto intelectual, por la cercanía que yo tuve con mi abuelo materno. Puedo decir que prácticamente me crié con él. Mi abuelo influyó mucho en mi formación, él, además de literato, escritor y político, era fundamentalmente maestro, entonces encontré las líneas en las que me he desarrollado en la vida, en la pasión por la literatura, por la poesía y fundamentalmente por las cosas de la patria.
2. El Himno Nacional
El momento más emocionante y que yo recuerdo perfectamente, fue cuando yo aprendí de mi abuelo, de boca de mi abuelo, cantado por él, el Himno Nacional dominicano. Esa gestión, más que de abuelo, de maestro, me hizo muy apegado a las cosas de la patria y de ahí nacieron el historiador y el militar, de forma vocacional. Yo diría que borracho de las glorias de la República y de las glorias de la independencia contadas por mi abuelo, de forma oral, me hizo considerar que lo mejor, envuelto en ese licor del heroísmo, era la ciudadanía y el uniforme. Ahí se desarrolló el escritor, el historiador y el militar. Recuerdo, primero las cosas de la patria, pero también vienen los caminos de la política, porque yo conocí la historia contada por mi abuelo, y hay que verlo no desde mi edad, sino de la de él. Mi abuelo nació con el siglo, Miguel Ángel Jiménez, nació en 1900 y vivió toda esa época de la política vernácula, como se entendía la política. Todo eso hizo una poción en mí que alimentó mi emoción. Mi abuelo decía que yo vivía imbuido de los paisajes cibaeños y ese es un recuerdo que tengo. De ese Santiago de los años 50 que realmente estaba lleno de cosas pintorescas y que fueron el aderezo, por eso yo sigo diciendo que soy irrenunciablemente cibaeño.
3. El escritor
Desde muy temprano comenzó a bullir en mí el amor por la literatura. Te puedo decir que yo escribí mi primer poema antes de saber leer y escribir, se lo dicté a un amigo, que era mayor que yo. Una de las cosas que yo agradezco es que a pesar de esos aprestos que yo tenía y que pudieron aislarme, yo tuve una niñez normal, nunca me aislé, ni me afecté por cuestiones de la literatura, ni por esas cosas adelantadas que yo vivía como parte de ese proceso. Yo me crié a la sombra de la biblioteca de mi abuelo, no inducido por él, sino porque me gustaba. Él tenía una gran biblioteca.
4. Un padre severo
Mi papá era muy severo, en todos los aspectos. Era severo y formal, creía en el estudio, la formalidad y en las buenas notas. Creo que eso jugó un papel muy importante en mi formación. Mi papá me levantaba a las cinco y media de la mañana, cuando él se levantaba para irse a su trabajo, por eso no fue traumático para mí el inicio de la carrera militar. Si tuviera que definir a mi padre con una palabra, esa palabra sería trabajo. Él me enseñó la vocación por el trabajo. Mi papá no admitía que te fueras al colegio sin correa o con los zapatos sucios o sin medias. Era una especie de milicia temprana. Siempre pensaba que si entrábamos a las siete y media u ocho de la mañana a la escuela, ¿por qué teníamos que levantarnos a las cinco de la mañana? Pero él se levantaba a esa hora y nos levantaba a mí y a mis hermanos. Eso creó un hábito que he preservado hasta el día de hoy.
5. Contra viento y marea
Mi familia no aprobó que yo ingresara al ejército, inclusive llegaron a sacarme en varias ocasiones. Yo llegué, siempre apoyado por mi abuelo, hasta a irme de mi casa para poder estar en el ejército, para defender esa vocación. Mis padres me veían dedicado a otra profesión, porque en mi familia no había antecedentes de militares. Soy el primer militar en mi familia y tuve que luchar contra la voluntad de mi familia.
6. Llegar a la academia
El primer día que llegué a la academia es inolvidable. Yo tenía muchas referencias, ese fue un paso muy sopesado por el dilema familiar generado por mi elección y además de que venía de una clase media a una realidad totalmente inexplicable, porque por más que lo expliques, ese tránsito hay que vivirlo para poder entenderlo. La academia militar es una fragua para convertir a un joven, en un corto plazo, de civil a oficial. Se requiere de mucho esfuerzo físico, pero tampoco nada extraordinario que un joven sano no pueda aguantar, pero se logra mucho más que un cambio físico, se adecúa a la disciplina y a la obediencia.
7. Sería ministro
Siempre supe que sería ministro de las Fuerzas Armadas. Yo miré siempre hacia arriba, sin desperdiciar las etapas. Fíjate, por un asunto que hay que señalar y que quizás es la causante de que yo me sobrecapacitara en las Fuerzas Armadas, como una decisión propia, tiene que ver con la posición de mi familia, una familia de clase media que llegó a alcanzar la clase media alta, yo quería entrar como cadete, pero fui privilegiado y me hicieron oficial antes de tiempo y eso causó problemas; entonces mi lucha, hasta que yo fui quizás capitán, fue tratar de anular ese privilegio sobrecapacitándome, y me convertí en uno de los oficiales que más cursos de capacitación había hecho. Esa sobrecapacitacion y el ejercicio de la carrera como tal, siempre me llevó a pensar, como debe ser y no es un pecado, en llegar a la superioridad. Llegó un momento en que yo sabía que tenía condiciones para ello, entonces obré en son de esa meta, una meta cargada de éxitos. Para mí esa fue la experiencia vivencial más importante de mi vida, porque la materia prima de un comandante son sus hombres, conocer toda esa diversidad de temperamentos.
8. Guardar el uniforme
No es difícil cuando estás preparado. Por ejemplo, te diré que en el mismo momento que me hicieron ministro de las Fuerzas Armadas, en el mismo momento en que tomé posesión del cargo, la prensa inmediatamente me abordó y yo agradecía en esa ocasión al Presidente Mejía, porque había coronado mi carrera, pero que también le había puesto fin, porque tenía la determinación de que después de haber sido ministro, no podía ocupar un puesto de subalterno. Entonces yo te puedo decir que comencé mi ejercicio habiéndome preparado ya, y como debe ser, para el retiro y más que para el retiro, para retomar a plenitud la ciudadanía.
9. El rol de padre
Tengo dos matrimonios, gozo ahora de una soltería ejemplar y entonces, de esos dos matrimonios tengo siete hijos, seis del primero y uno del segundo. Los seis primeros hijos ya son adultos, el más pequeño de mi primer matrimonio ya tiene 22 años y el hijo que tengo de mi segundo matrimonio, apenas va a cumplir cuatro años. La paternidad es una experiencia fascinante, cada hijo es una experiencia humana, cada uno tiene rasgos de sus padres y sus abuelos y yo pienso que lo más interesante son las diferencias y lo que los une más que la consanguineidad es la formación. A mí me apasiona ver esas semejanzas propias de la genética, pero también esas diferencias. Con el más pequeño, Miguel Ángel, por la vida militar, no pude disfrutar a mis primeros hijos a plenitud, no pude participar en el proceso, pero con él, yo digo, que más que una experiencia paternal, es de abuelo. Me veo reflejado en él, recuerda que te hablé de mi memoria temprana, me veía así como él. Creo que la gran inversión que uno hace en la vida, son los hijos.
10. La vida civil
Antes del retiro, siempre me preguntaban si me dedicaría a la política y yo les decía que primero tendría que purgar las cosas de la milicia, porque ser militar es una forma de vida, que en mi caso fue de tres décadas, y el mundo de la política es el mundo de la articulación de ideas, de las discusiones, mientras que el militar ordena y obedece sin cuestionamientos. Entonces me tomé mi tiempo y comencé con la Fundación V República. Yo entendí la milicia como una forma de servicio incondicional a la sociedad. Las actividades de la fundación me llevaron a la política.
Para ofrecer un servicio a la patria
Yo estoy en la política fundamentalmente en pos de los grandes cambios que requiere la sociedad dominicana y al servicio de los intereses nacionales. En mí no hay otra motivación, sobre todo en lo profesional, que he llegado a la realización de una forma señera. Quizás lo más importante es ser gestor e instrumento de los grandes cambios que requiere la sociedad, ya que el fin último de la democracia es la felicidad colectiva, para eso estoy en la política. Yo he sido muy exitoso en todo lo que me he desarrollado, además del objeto de los grandes cambios, el servicio al interés nacional es un gran reto también. En la retoma de la ciudadanía plena, la parte más importante es la de gestor político, como decía Solón, uno de los padres de la democracia, hace dos mil años: ´el pecado por excelencia es no participar en el debate´. Ya en el retiro, uno asume esos derechos.
Aventajado
Cuando ingresé a la escuela ya sabía no solo leer y escribir, sino todas las reglas básicas, porque me las había enseñado mi abuelo”.
Exitoso
Yo he sido muy exitoso en todo lo que me he desarrollado, sobre todo en lo profesional, que he llegado a la realización de una forma señera”.
Política
La verdadera política es otra cosa totalmente diferente, ésta procura el bien de la sociedad y el bien de los demás”.