Una tradición que data de los años de 1940 consagra el 30 de junio de cada año como “Día del Maestro”, cuya sagrada misión es formar hombres útiles para la patria y servir de consejeros y orientadores de la sociedad. Esto es suficiente para otorgar a los apóstoles de la enseñanza el reconocimiento público de las instituciones educativas donde ellos han sembrado la semilla de la educación y han cumplido una lucha intensa por el bien común, tanto de las personas como de los pueblos donde con gran desprendimiento les ha tocado servir.
La Universidad de la Tercera Edad (UTE) desea reconocer y felicitar en tan significativo día a todos los educadores del país que siguiendo el ejemplo de Jesús, el Divino Maestro, se dedican a la noble y enaltecedora tarea de “enseñar al que no sabe”, sin esperar honores ni compensaciones, pero manteniendo su frente en alto ante la satisfacción del deber cumplido.
Siendo el maestro “el hombre que consagra su vida a la tarea educativa”, y ante su tesonera labor y eficiente apostolado, cobran significación las palabras de la Encíclica de Su Santidad, el papa Pío XI cuando afirma: “Las buenas escuelas son fruto no tanto de las buenas ordenaciones cuanto de los buenos maestros”.
Como la intangible labor del maestro es modelar espíritu y conciencias, los hombres y las instituciones podremos otorgarle títulos, condecoraciones y muchos homenajes y con ello no conseguimos más que una simple demostración, pues si la mente humana no tiene espacio ni tiempo para rendirle el justo y bien ganado homenaje a ese apóstol de la educación, es probable que en esa búsqueda choquemos con lo infinito buscando ante Dios lo que verdaderamente merece el maestro, y tal vez lo encontremos.
Ser maestro es sinónimo de sacrificio, pero también de distinción y satisfacción, y los que enseñan, olvidando la tesis utilitarista de quienes enseñan solamente por el pago a recibir, se alegran y se enorgullecen cuando en el caminar de la vida se encuentran con niños, jóvenes, adolescentes o adultos, que les presentan su respeto y su cariño porque en algún nivel educativo de su vida fueron sus buenos y sacrificados maestros.
Como Día del Maestro recordemos a Martí en su significativo pensamiento de “Honrar, honra”, y dediquémosles como un regalo espiritual la bella poesía del Dr. Carlos González Núñez (EPD) que tiene como título: “Bendición al Maestro”.
MAESTRO: Te bendigo por tu vida modesta, porque pones las almas infantiles de fiesta, porque infiltras al mundo sentimientos más puros, porque inundas en llamas los recintos oscuros.
Porque incubas los altos ideales patricios, porque tienes tu vida llena de sacrificios, porque en tu senda amarga son escasas las flores, porque eres el hermano de todos los dolores.
MAESTRO, te bendigo, por la inquietud tremenda, que te agobia el espíritu cuando trillas tu senda; y por la burla insana que destruye o mutila la justa recompensa en una noche tranquila.
MAESTRO, te bendigo, por todos tus desvelos, que, de por sí, merecen la gloria de los cielos, por el amor sin límites que da tu pensamiento.
MAESTRO, te bendigo, en nombre de las madres, en nombre de los hijos, en nombre de los padres, bendígote de cerca, bendígote de lejos, en nombre de los jóvenes, en nombre de los viejos.
Desde el Norte hasta el Sur, desde el Este al Oeste, desde el nadil profundo, altitud celeste, en nombre del que acosa y del que ofrece abrigo, en nombre de todos, maestro, te bendigo.