“Cuando me mudaba a un barrio peleaba con el más guapo”

Yo comencé a la edad de 14 años a cantar en cabarets, los cantantes de cabaret tenían que cantar de todo, porque venía un cubano y te pedía un son, un argentino un tango, un mexicano una ranchera, por esa razón&nb

Yo comencé a la edad de 14 años a cantar en cabarets, los cantantes de cabaret tenían que cantar de todo, porque venía un cubano y te pedía un son, un argentino un tango, un mexicano una ranchera, por esa razón  había que saber de todo”. Así se manifiesta Juan Francisco Santana, mejor conocido como –Francis-. Quien es de los pocos artistas dominicanos que tienen un gran dominio de distintos géneros musicales.

Con más de 60 años en la música, este intérprete posee una discografía que abarca merengues, sones, mangulinas, boleros, baladas y guarachas.

Con gran sentido del humor, nuestro protagonista nos relata, entre risas, algunas de sus vivencias y anécdotas. “Una vez fui a dar una serenata y el guitarrista, al parecer, era un aprendiz; yo tenía que cantarle los tonos de la guitarra. Mientras yo cantaba, sonaba así:  “En una choza de guano, La menor, solito con mi viejita, vuelve a Mi, la pobre cieguecita, segunda Mi”, jajajajja… y así terminamos la serenata”. Más de uno ha bromeado con el color negro intenso de sus cabellos. “Mucha gente me pregunta que por qué me tiño, y les digo que  yo soy un prieto agentao, si hay algo que aborrezco son las canas en moño malo; me tiño para no parecer un tabaco apagao jajaja…

¡Oh! ¿y tú no has visto un cigarro, cuando tú lo apagas? queda la cabeza blanca y el cuerpo prieto, por eso yo digo que el prieto moño malo debe de teñirse por obligación. 

La gente blanca sí puede tener sus canitas, pero el prieto nada que ver, por eso yo no me pierdo en eso”.

1. Mi infancia
Yo siempre digo que mi infancia en el populoso sector de San Carlos, dentro de la pobreza, fue maravillosa. Mis días de niño transcurrieron entre las calles Abreu y Juan de Morfa, allí jugué trompo y mucha pelota; limpié zapatos y vendí maní. Dentro de la pobreza en que vivía me considero rico, a Dios las gracias.

Nunca a mí ni a mis siete hermanos, nos faltó un plato de comida. Mi madre y mi padre siempre estuvieron pendientes de cada uno de nosotros.
Mi papá trabajaba mucho y en mi familia siempre reinó el cariño y el respeto”.

2. Fui un muchacho rebelde
No recuerdo que mi padre me haya dado nunca una pela, mi mamá sí me daba y me ponía de castigo, yo era muy rebelde y peleaba mucho en el barrio, en la escuela, dondequiera. Yo era un muchacho tremendo. Me decían el Songuito de la Abreu.

El nombre de Songo me lo puso mi madrina Rosita Martínez, todo el que me conoce de mi infancia me llama por ese apodo. Cuando me mudaba a un sitio preguntaba que quién era el más guapo, y con ese me emburujaba, después que peleaba con ese, los demás me cogían miedo y decían: pero ese flaquito del diablo no es fácil, jajajajaja”…

3. Mi educación
Estudié en una escuela particular, iba con una sillita en la cabeza. Después me inscribí en la Escuela República de Chile, donde cursé hasta el tercero de primaria; luego, fui a la escuela Presidente Trujillo que estaba en la calle Jacinto de la Concha.

Antes uno no estudiaba tanto como ahora, sin embargo, la educación era diferente. En aquella época se respetaba al maestro como si fuera un padrino y el padrino se quería igual que a tu papá.

Hoy día es muy diferente, los muchachos no obedecen. Anteriormente había respeto y principios”.   

4. Mi esposa y mis hijas
Siempre he dicho que soy un hombre afortunado, tengo una esposa maravillosa, cinco hijas y trece nietos, a quienes quiero con toda mi alma.
Todos los días pido a Dios por el bienestar de mi familia. Yo me casé cinco veces. Era un hombre mujeriego, me gustaba mucho la calle, (al terminar esta frase  el Songo frunce el ceño). Mi esposa, Liliam Manzano, es una mujer muy buena, tranquila y encantadora, con ella vivo una dictadura jajajajajaaja, ¡oh,  y no tengo 47 años de casado con ella, eso es una dictadura! Un día le llevé una serenata con Julito Dechamps y Rafael Colón y pasó un tíguere en un motor que conocía  mis andanzas y me dijo: si no cae mátate”.

5. Comencé a cantar en cabarets
Heredé la pasión por la música de mi padre Rafael Santana, mejor conocido como Papae, fue uno de los primeros cantantes que grabó un disco en Santo Domingo. Yo comencé a cantar a los 14 años con  mi hermano mayor, él me metía a cantar a los cabarets y cuando llegaba la patrulla pidiendo la cédula me escondía debajo del mostrador. Flor Cabrera, dueña del cabaret Yumurí, me sacó mi primer documento de identidad para que pudiera cantar. Me inicié tocando guitarra y haciendo coro, aprendí a tocar este instrumento mirando a mi hermano. Entonces de ahí ingresé a la orquesta de Antonio Morel, eso fue entre 1946-1947”.

6. Mi vida como artista
De mi vida como artista no me puedo quejar. No soy millonario como muchos artistas jóvenes de hoy día, pero he trillado un camino y eso me causa mucha satisfacción. De hace un tiempo para acá se paga mejor, antes no se pagaba tanto dinero. Imagínate, cuando yo comencé a cantar en el cabarets Yumurí, que estaba en la Ravelo esquina María Montez, ganaba un peso con 25 centavos; figúrate tú, ahora esos muchachitos tocan un baile  por una suma cuantiosa de dinero, aunque reconozco que en esa época el dinero valía.  Como era un jovencito le daba el peso a la vieja para la comida de los muchachos, en ese entonces los huevos eran a chele y medio y me quedaba con los 25 centavos, eso era una cuartá. (Ríe a carcajadas)”.

7. Canté con Ramfis y Angelita
Canté una vez en la casa del jefe (Rafael Leonidas Trujillo), su hijo Radhamés me invitó. Yo cantaba con la orquesta “Decí tres veces que hacé”, esta agrupación pertenecía a Ramfis, siempre nos juntábamos a beber tragos y cantar. Ramfis y Angelita cantaban muy bien, su hermano Radhamés componía canciones. La gente habla mucho, pero ellos conmigo, en particular, nunca tuvieron nada malo, al contrario, siempre me trataron muy bien”.

8. Mis viajes
Yo viajé a muchos países. La primera vez  fue en el año 51 a las islas de Aruba y Curazao con la orquesta Flor de Oro. A Horacio Abreu, director y pianista del grupo, se le ocurrió ponerle ese nombre para estar frío con el jefe. Luego, parte de la agrupación se fue para España, pero yo me quedé en Haití bebiendo romo, allí duré tres meses.

A mi regreso entré a la Voz Dominicana a cantar con Papa Molina, eso fue en el año 56. Fue una época inolvidable, además conocí varias figuras, entre ellas a Olga Guillot, a los comediantes mejicanos Pototo y Filomeno y a Lucho Gatica”. 

9. Militancia política
La política a mí no me gusta mucho, ni los políticos; hay que hablar mucho embuste. Antes yo era trujillista, pero porque tenía que serlo, ahora leonelista hasta la pared del frente.

Ese muchacho es muy inteligente y lo está haciendo muy bien. Mira, en cualquier escenario que Leonel habla, hay que pararse a escucharlo”.

10. Mi comida preferida
Mi comida favorita es el mondongo y me encanta una pata de vaca. Yo mismo los preparo en mi casa, mi mujer ni los mira. Yo me crié en San Carlos comiendo arepa con mondongo y aguacate. Esa comida es buena, porque tengo 83 años y estoy bien y en salud. ¡Tú sabes lo bueno que es eso!” l

Yo siempre trabajé picando en los bailes

Toqué  mucho con Antonio Morel, cantando en la Orquesta Antillana, que era la que más tocaba bailes en esa época, después de ahí, pasé a la Voz Dominicana a cantar al night club y a clubes bailables todas las noches, menos los lunes. Además, trabajé por mucho tiempo con Rafael Solano en el hotel El Embajador  y de ahí pasé a formar mi propia orquesta.

Antes de comenzar a cantar, trabajé por un corto tiempo haciendo mosaicos, donde ganaba peso y medio semanal. Recuerdo que un sábado fueron a casa a buscar a mi hermano para que tocara la guitara, él estaba tocando en una fiesta, yo me sabía los tonos pero me faltaba práctica, pero dije que sabía y me fui. Esa noche me pagaron tres pesos.

Al otro día, domingo, me dijeron que si podía ir a Haina a tocar en un pasadía y me pagaron tres más; el lunes temprano, me dice mamá que si no voy para la fábrica de mosaicos, le contesté: a buscar qué vieja, si yo en dos días me gano seis pesos, ¿voy a trabajar ganando peso y medio semanal? Más nunca le puse la mano a un mosaico.

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